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Pódcast 'Diario de Ucrania': Serhii Korovayny, un niño del Donbás que eligió Kiev

Olexiy recoge madera para encender el fuego con restos de ventanas destruidas en la región de Donetsk
SARA BLANCO

Desde el principio de la guerra hemos querido saber cómo es el Donbás y hemos intentado contarlo en el Diario de Ucrania: qué pasó en 2014, cómo empezó a cambiar todo, y cómo fueron los años previos a 2022, lo que los ucranianos llaman la invasión a gran escala. Cuando se cumplen tres años de guerra seguimos queriendo explicar la historia de cómo se fue forjando la invasión del Donbás.

Serhii Korovayny, fotoperiodista ucraniano, nació en Jartsizks, un pueblo de Donetsk, en 1995. Su historia es paralela a la historia de Ucrania, que en aquel entonces era un país nuevo tras la caída de la Unión Soviética. En el Donbás había muchas plantas siderúrgicas, minas de carbón, empresas químicas... "Lo que recuerdo y lo que he leído en los libros, es que la caída de la Unión Soviética afectó mucho a la economía, tuvimos que aprender a vivir en una economía de mercado. Y afectó más al Donbás que al resto del país porque no había nada más que industria, y colapsó porque ya no estaba conectada con la economía soviética", me cuenta desde su apartamento en Kiev, donde vive ahora. Desde 2014 fotografía la región donde nació. Ahora su obsesión es inmortalizar los pueblos del frente antes de que lleguen los rusos y arrasen con todo, con los recuerdos de su infancia.

Pokrovsk, julio de 2024

Pokrovsk, julio de 2024 FOTO: Serhii Korovayny

Korovayny pertenece a la primera generación de su país que estudió en ucraniano, aunque algunos profesores seguían dando clase en ruso. Pasaba los veranos bañándose en el río y explorando los alrededores de su pueblo. Su padre era mánager en una fábrica de cuerdas de acero y tenían una vida normal, aunque recuerda que algunos de sus amigos venían de familias más pobres. Creció entre dos identidades: si en un partido jugaba Rusia iba con Rusia, si jugaba Ucrania iba con Ucrania, y si jugaban los dos iba con Ucrania. Creció en esa dualidad y podría haber elegido Rusia, pero eligió Ucrania. En 2012 decidió estudiar en Kiev. Quizás todavía no lo sabía, pero estaba eligiendo una de las partes en las que se iba a dividir el mundo. Dos años después, en 2014 Rusia entra en el Donbás. "Si hubiera ido a estudiar a Rusia como quería mi padre ahora estaría hablando con algún periodista iraní sobre la civilización rusa", bromea. No pierde el sentido del humor, aunque en realidad es un drama. Porque su elección le separó de su familia.

"Mi familia está bajo ocupación rusa desde 2014"

Cuando en 2014 Rusia se anexiona Crimea, y después entra en el Donbás, Jartsizks, su pueblo, queda bajo ocupación rusa. Ya nada volverá a ser lo mismo. "Fue un caos, un caos absoluto en nuestras vidas", dice. En esos primeros meses asegura que la situación era confusa, su abuelo falleció y no sabían muy bien cómo tenían que hacer las gestiones administrativas. "Le dije a mi familia que se viniera a Kiev, pero no tomaron la decisión. Lo veo en el frente, la gente se queda en su casa aunque el peligro sea continuo. Sus propiedades, el cementerio donde están sus familiares, es su vida."

Fotografías de Serhii Korovayny en el Donbás (2014 - 2024)

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Desde que Jarskizsk quedó en manos los rusos ha vuelto muy pocas veces, sobre todo al principio. Cuando salía a la calle no solo habían cambiado las banderas, también sus vecinos, ya no eran los de antes. En esa época fue cuando empezó a hacer fotos. "Me empecé a sentir incómodo, inseguro. Dejé de ir en 2015. Desde entonces he visto a mi familia cuando podían venir a zonas controladas por Ucrania, cuando trabajé en Mariúpol o en zonas del frente. A veces había bombardeos activos y en el checkpoint había civiles cruzando".

Al principio mantenía el contacto con su entorno en la red social rusa VKontakte. Pero desde 2016 está prohibida en Ucrania. Ya no hay lugar para el encuentro, y ahora tiene miedo de buscarlos por otras vías, encontrarlos, y que sean prorrusos. Me explica cómo al llegar a Kiev empezó a atar cabos, a entender que por ejemplo, el enfrentamiento entre ucranianos del este y el oeste fue promovido por los rusos. "Ahora veo claramente que todo un plan de dividir el país. Antes del Euromaidán teníamos un presidente prorruso, la mayoría del parlamento lo era. Había mucha propaganda. Hay un póster famoso en el que aparece Ucrania dividida y con un título: 'los mejores ucranianos viven en el oeste, los peores ucranianos viven en el este. Ahí tenéis su Ucrania', insinuando que los opositores de Yanukovich pensaban que el este de Ucrania era peor".

Se reprocha que les pasó por delante, que no supieron verlo y no hicieron nada. "Creo que Ucrania no hizo lo suficiente cuando empezaron a surgir estos movimientos, los discursos independentistas en el parlamento...", lamenta. Y añade que el problema de un país tan joven es que los ciudadanos no tenían costumbre de votar y que el activismo social era inexistente.

La vida en las zonas ocupadas

Han pasado más de diez años desde que su pueblo quedó bajo la ocupación rusa y la vida allí ha cambiado mucho, especialmente desde 2022, cuando se intensificaron los bombardeos. "Se ha convertido en el reino de los viejos y las mujeres. Desde 2014 hubo un colapso económico, cuando tomaron el poder los rusos destruyeron todo. La última mina de carbón cerró el año pasado. El principal punto de su propaganda era que la región iba a florecer", cuenta.

En estos años han nacido niños que están educando bajo la propaganda rusa. "Ahora odian a Ucrania. Muchos jóvenes se han ido a San Petersburgo, Moscú, Ekaterimburgo... Por lo que he oído no son bien acogidos. Rusia ha ocupado mi pueblo pero ha mantenido la frontera, no hay libertad de movimiento. Los rusos reclaman que son sus ciudadanos pero los tratan como ciudadanos de segunda. Como aquello que decía la propaganda de 2014, pero ahora de verdad." Son ucranianos que no pueden entrar fácilmente a Rusia, pero tampoco cruzar hacia Ucrania, porque está el frente. Para los ucranianos muchos son prorrusos, para los rusos son ucranianos.

Fotografía para el recuerdo

Korovayny se ha obsesionado en documentar todo lo que pasa allí desde 2014, cuando volvió de Kiev a su pueblo con la cámara. Retrata a los refugiados, los civiles, profundizando cada vez más en la historia de su región. Ahora pasa mucho tiempo en el frente, quiere que quede inmortalizada la vida de los pueblos antes de que lleguen los rusos porque después, arrasan con todo. "En 2024 Rusia hizo avances importantes en Donetsk, tienen fuerzas ilimitadas de soldados. Avdivka, Selydove, Korajova... Desde el punto de vista militar y a gran escala no es nada. El éxito de Rusia este año en el campo de batalla está sobrevalorado. Pero para la gente de Donetsk que ha visto cosas horribles, y para mí, es una tragedia".

En Mariúpol, Rusia ha rehabilitado algunos edificios, me cuenta, pero son apenas una decena de viviendas, que vendieron a los rusos. Otros lugares siguen destrozados. En Severodonetsk vivían unas 50.000 personas. Ahora solo hay ruinas. Lo que para occidente puede parecer lógico en este punto, ceder territorios a cambio de la paz, para Korovayny es un poco más complicado: implicaría no ver a su familia. Asegura que nunca pisará suelo ruso, después de haber visto los horrores de la guerra en el frente. "Creo que ahora Ucrania no tiene la capacidad de recuperar los territorios ocupados, perderíamos muchos hombres que necesitamos para mantener el país. Quizás algunos líderes tengan razón, que hay que hacer cesiones territoriales. Pero nos preocupa que Rusia vuelva dentro de unos años."

Soldados en trinchera, uno con arma y dispositivo de comunicación, otro en posición defensiva. Explosión al fondo. Entorno boscoso.

Soldados disparando en la región de Donetsk FOTO: Serhii Korovayny

Serhii Korovayny sigue en el frente, en algún lugar de la región de Donetsk, fotografiando su tierra antes de que caiga en manos de los rusos.

'Diario de Ucrania' es un pódcast en el que encontrarás el contexto necesario para entender lo que está pasando en la guerra tras la invasión rusa. En cada edición escuchamos a analistas, militares, periodistas, trabajadores humanitarios y a los ciudadanos ucranianos y rusos que sufren en primera persona este conflicto.