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Día de la Salud Mental

Brecha de género en la salud mental: el coste oculto de la precariedad y el reparto desigual de los cuidados

  • Se estima que la depresión y la ansiedad suponen una pérdida de más de 18.000 millones, el 68% corresponde a las mujeres
  • Ellas presentan un mayor malestar, aunque también son más conscientes y toman medidas para mejorar su estado emocional

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Brecha de género en la salud mental: el coste oculto de la precariedad y el reparto desigual de los cuidados
Más de seis de cada diez bajas laborales debidas a trastornos mentales y del comportamiento en 2021 correspondieron a mujeres. 

"Me esfuerzo mucho para trabajar y me toca cuidar también a mi marido, mis hijos, mi madre. Cuando mi padre murió en Rumania, empezó mi ansiedad y el miedo que tengo todo el día a perder el trabajo". Mihaela*, empleada a tiempo parcial en varios hogares, es una de los miles de personas en España que sufre por su salud mental.

Su problema no tiene género, pero sí está atravesado por varios sesgos: más de seis de cada diez bajas laborales debidas a trastornos mentales y del comportamiento en 2021 correspondieron a mujeres. Esto, además de erosionar las vidas de quienes lo sufren y sus familias, impacta en la economía, según ha constatado el último informe de la asociación Closingap.

La entidad estima que la depresión y la ansiedad suponen una pérdida de 18.590,4 millones de euros a la economía española. El 68% corresponde a las mujeres. Así, si se salvara la brecha de género, se dejarían de perder 6.872,4 millones, una cantidad equivalente a lo que Andalucía y Cantabria gastaron en remunerar a todo su personal de la Sanidad pública en 2021. Para dimensionar la cifra: permitiría contratar a casi 135.500 trabajadores entre profesionales de medicina, enfermería y otros, de acuerdo con las plantillas publicadas para ese año en el portal estadístico del Ministerio de Sanidad.

Más precarias en el trabajo, más ocupadas en casa

Detrás de esta brecha están, en parte, las condiciones materiales de las trabajadoras. Las mujeres están más golpeadas por el desempleo, la temporalidad y las jornadas parciales; su presencia es mayoritaria en los sectores más precarios y, por todo ello, sus salarios son (de media) más bajos. Se trata, además, de condiciones que empeoran cuando hablamos de mujeres inmigrantes como Mihaela.

En cuanto a las diferencias de género, estas no se explican sin el reparto desigual de las tareas de cuidado. Son mujeres el 90% de las personas inactivas que han dejado su trabajo para atender a niños, adultos enfermos, incapacitados o mayores, según los datos más recientes del INE. Igualmente, se identifican con el sexo femenino el 87% de quienes no trabajan por "labores del hogar".

De este modo, para muchas de las que necesitan seguir trabajando para vivir, las tareas de empleo y hogar se suman. "Hace tiempo que no tengo tiempo para mí, porque acabo de trabajar y hasta las seis y media o siete de la tarde no llego a casa. Y empiezo a poner lavadoras, a preguntar a mi hijo por los deberes. Hay que hacer la casa también", comenta Mihaela, que lleva "seis o siete años" tomando las pastillas que le recetó su médico para el malestar psicológico. Ella, en cambio, es consciente de que los fármacos no están siendo solución suficiente si no puede disfrutar de su ocio o hacer más ejercicio. "A todo no me da tiempo", se resigna.

Por desigualdades como las que relata Mihaela, las mujeres disfrutan de menos tiempo libre en su vida cotidiana, a pesar de que están más afectadas de media por el desempleo y las jornadas parciales. Según calculó Closingap en un informe anterior, concretamente, las mujeres disponen de 1 hora y 37 menos al día para ellas que los hombres.

Este año la entidad se ha preguntado cuál es el nivel de bienestar y malestar de cada género, tomando datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en 2020. Dicha encuesta arroja que los hombres se sienten más a menudo "vitales" y "tranquilos" y las mujeres "preocupadas" y "tristes". El resultado es que el índice de bienestar emocional de ellas es menor que el de ellos (un 54,6% frente a 67,4%), mientras el malestar es superior (un 27,3% frente al 17,5%).

"Un estado anímico negativo, así como la presencia de dolencias atribuibles a una mala salud emocional, pueden llegar a convertirse en trastornos de somatización y problemas mentales como la depresión o la ansiedad que afectan a lo largo de la vida", concluyen.

Autoexigencia y el miedo a la decepción

"En terapia noto que a las mujeres les sigue costando más tolerar la tensión, ser conscientes de que sus necesidades son tan importantes como las necesidades de los demás, ser capaces de decepcionar, no buscar siempre satisfacer las expectativas ajenas", subrayó el psicoterapeuta Luis Muiño el pasado miércoles, en la presentación del informe de Closingap, junto a la compañía Merck y consultora PwC.

El psicólogo, que explica que la depresión "es ira interiorizada", profundizó en algunas de las actitudes sociales que nos generan malestar psicológico. De nuevo, no son exclusivas en las mujeres, pero sí más prevalentes. "A las niñas las seguimos educando de forma que se sienten culpables de haber generado tensión", sentenció tras referirse a los estudios que han probado que, desde bebés, los chicos reciben más atención que las chicas en las guarderías.

"La terapia me ha ayudado a entender que lo que me ha pasado en el trabajo me ha pasado en otros aspectos de mi vida", admite Esther, una periodista que colapsó por su "autoexigencia" como responsable en un medio de comunicación. Tras años de jornadas maratonianas y ultradisponibilidad, un ataque de ansiedad le llevó a urgencias, una baja laboral, atención psicológica y medicación. Con perspectiva, ha podido sacar algunas conclusiones: "Cuido a mi pareja, cuido a mis hermanos, cuido a mi madre, cuido el trabajo y a la gente que está a mi cargo en el trabajo, pero, ¿quién me cuida a mí?".

El psicoterapeuta Luis Muiño se refirió también el miércoles a esta clase de disposición, característica de la educación que se da sobre todo a las mujeres y que da como resultado la "hiperempatía": "Es intentar hacer todo lo posible para que el otro esté bien".

Más conscientes

Ahora, Esther cuenta que ha empezado una "nueva vida", con tiempo reservado para su ocio y descanso. "Son cosas sencillas, pero que antes me costaban la vida, como coger un libro y leer. Y no era solo por falta de tiempo, también por falta de concentración", afirma. "Cuando echo la vista atrás, me asusto. Es muy triste tener que llegar a un punto un poco peligroso para darte cuenta".

A este respecto, otra conclusión de Closingap es que las mujeres son más conscientes de su estado emocional y toman medidas para mejorarlo (el 54,9% de las mujeres frente al 43,1% de los hombres). ¿Y qué se ha tenido en cuenta para determinarlo? Acciones como cambiar la rutina, meditar, tomar medicación o acudir al psicólogo, según recogió el informe "V Salud y Vida" publicado en 2022 por el grupo de seguros AEGON. Curiosamente, sus datos desvelan que la brecha de género es mayor en estas tres últimas.

Una última nota positiva es que el 92% de los jóvenes españoles valora la salud emocional como un aspecto importante de su vida. Quizás, así, una parte de los trastornos mentales en hombres y mujeres serán menos prevalentes en el futuro. Otra (buena) parte dependerá de unas mejores condiciones laborales: del medio millón de casos de depresión en la población activa española en 2020, casi 170.000 se podrían haber evitado con un empleo no precario, según el estudio Precariedad laboral y salud mental del Ministerio de Trabajo, que recuerda:

"Hay una fuerte relación (y gradiente social) entre la precariedad laboral y la mala salud mental en la población trabajadora, con efectos especialmente intensos entre las clases y grupos sociales más explotados y discriminados (jóvenes, inmigrantes, mujeres, trabajadores con niveles educativos más bajos, etc.)".

*Los nombres de las mujeres que dan su testimonio en este reportaje se han cambiado para preservar el anonimato.