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El "caos" de un verano vulnerable sin comedor escolar: "Es mucho más que la garantía de una comida saludable al día"

  • Kenia, Geraldine y Tatiana cuentan cómo afrontan las vacaciones sin comedor y piden ayuda en forma de campamentos
  • El 32,2% de los menores de 16 años, casi uno de cada tres, se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social

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El "caos" de un verano vulnerable sin comedor escolar: un grupo de niños almorzando en un comedor escolar
Un grupo de niños almorzando en un comedor escolar

El fin de las clases supone para muchos niños el comienzo de un verano inolvidable. Los viajes, los campamentos y otras tantas actividades de ocio marcarán las anécdotas que se murmurarán entre sonrisas en las aulas en septiembre. Escuchándolas en silencio, sin embargo, habrá menores que ni siquiera han podido acceder a un plato de comida equilibrado. El cierre de los comedores escolares ha dejado a multitud de familias desamparadas.

Con el comedor sabía que mi hijo estaba bien alimentado y cuidado

“Es un poco caos”, reconoce Kenia respecto a su situación actual. Esta madre de tres hijos dice estar preocupada por la alimentación del pequeño, de 13 años y quien ahora debe pasar numerosas horas solo en casa. Después de una larga jornada de trabajo que compagina con estudios para intentar acceder a un mejor empleo, admite que llega “agotada” y sin tiempo para preparar comidas. “Con el comedor sabía que mi hijo estaba bien alimentado y cuidado”, mientras que ahora “no puedo controlar lo que hace en casa”.

Pero más allá de la falta de conciliación que sufren muchos hogares vulnerables ante el cierre de los comedores, la directora general de Educo, Pilar Orenes, advierte que en verano otros tantos deben hacer “malabares económicos” para superar el "reto" de poner cualquier plato en la mesa. “Muchas madres tienen que sacrificar incluso parte de su alimentación más básica para poder asegurar la de sus niños”, explica a RTVE.es.

En cualquier caso, Orenes entiende que los comedores escolares no ayudan únicamente a proveer una buena nutrición para los menores, sea cual sea el motivo por el que no pueden acceder a ella. Comer en la escuela junto al resto de compañeros es una oportunidad de convivencia segura y educativa en la que, además, los niños pueden alimentarse sin estigmas. "Es mucho más que la garantía de una comida saludable al día", defiende.

Uno de cada tres menores de 16 años está en riesgo de pobreza

En pleno siglo XXI, en España el comedor escolar continúa siendo una ayuda indispensable para muchas familias. Hasta el 8,6% de los hogares españoles manifiesta llegar a fin de mes con “mucha dificultad” y el 32,2% de los menores de 16 años -casi uno de cada tres- se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social, según la última encuesta de Condiciones de Vida del INE 2022.

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No obstante, es cierto que las cifras de la pobreza se han reducido en los últimos años tras el pico experimentado con la pandemia de coronavirus: el número de hogares sin ingresos con al menos un menor ha descendido en 9.000 en el primer trimestre de 2023 hasta los 112.400 y la tasa de pobreza infantil ha disminuido 1,1 puntos en comparación con 2021. Datos del Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil que para Orenes son aún "alarmantes".

Son preocupantes, sobre todo, al tener en cuenta que hoy día, "con los alquileres por las nubes" y una inflación alimentaria todavía elevada, el ingreso mínimo vital llega únicamente al 35% de quienes lo necesitan. Y solo el 11% de las familias vulnerables recibe algún tipo de ayuda para el comedor. "Puede haber mejoras puntuales, pero a todas luces son insuficientes. Seguimos muy preocupados", apunta la experta de Educo.

Familias que racionan los alimentos: "Que no haya comedor te quita el sueño"

Sean cuales sean sus cambios de un año para otro, detrás de las cifras de la pobreza infantil se encuentran siempre vidas humanas para las que cada día es una lucha por subsistir. Así son las de Geraldine y Tatiana, dos madres migrantes que enfrentan retos como la dificultad de encontrar trabajos legales y dignos y que se han vuelto todavía más complicadas con el fin del curso académico. Unas de las pocas ayudas que han tenido el último año más allá de la “bendición” de la Fundación Iniciativa Social ha sido la beca del comedor escolar. “Y ahora que no haya te quita el sueño”, lamentan las mujeres.

Con Geraldine viven sus tres hijos de entre tres y 13 años, su marido y su madre, lo que en total conforma un hogar de seis personas sin ingresos estables. Hasta hace poco la pareja no podía siquiera buscar empleo, “apenas nos han dado los papeles”, y actualmente esperan la Renta Valenciana de Inclusión. En el hogar de Tatiana, “guerrera” oncológica y superviviente del programa ALBA, son solo ella y su pequeño de ocho años, pero hasta octubre tampoco obtendrá un permiso de trabajo. Por ahora cuenta únicamente con el apoyo de la fundación, donde recibe un “auxilio mensual” de 150 euros por colaborar en algunas actividades.

Tienes que quitarte para poder asumir darles de comer

Tanto Tatiana como Geraldine están saliendo adelante “racionando” los alimentos, preparando fundamentalmente comidas como arroz o “pucheros” y prescindiendo de su propio autocuidado. “Los niños tienen que desayunar, almorzar, merendar y cenar. Y tú tienes que quitarte para poder asumir darles de comer”, afirma la segunda. No obstante, ambas aseguran que en sus situaciones y pese a sus esfuerzos es difícil cubrir una dieta balanceada.

Tampoco es fácil para Kenia asegurarse de su hijo está "bien alimentado". Madre soltera igualmente de otros dos jóvenes ya independizados, esta quiromasajista trabaja y estudia a la vez "para poder tener una vida mejor", pero solo puede hacerlo a través de préstamos a los que se suman deudas acumuladas desde comienzos de la pandemia. "Todavía debo dos meses de piso, siempre que intento avanzar hay un obstáculo", narra. Este estrés ha llegado a afectarle psicológicamente y en verano, sin vacaciones con la que atender al menor, se ve exacerbado.

"Para nosotras las familias es fundamental el comedor escolar. Sabemos que tienen una buena alimentación, pero también que están cuidados y protegidos", explica a RTVE.es. Una opinión que comparten Geraldine y Tatiana, quienes relatan como a lo largo del curso los monitores de ese espacio han ayudado a sus hijos a socializar, a hacer amistades y a integrarse en un nuevo país a través de talleres y actividades tras la comida.

Listas de espera para campamentos en los que alimentarse y jugar sin estigma

El cierre de los comedores escolares puede llegar a ser muy perjudicial para la salud de los menores, afirma la responsable de Políticas de Infancia en Save the Children, Carmela del Moral. Actuar al respecto es crucial, pues niños y adolescentes se encuentran en momentos clave de desarrollo físico e intelectual que pueden marcar su vida adulta y generar "problemas crónicos". Pero advierte que la solución no debe pasar por abrirlos en verano solo para estos menores.

Del Moral defiende que es necesario garantizar que la comida se integre dentro de una acción educativa y lúdica para evitar la estigmatización de los niños, así como para ofrecerles el ocio y la socialización a la que sus familias no pueden acceder. Este papel suelen cumplirlos los campamentos de verano y las colonias, aunque cada vez lo tienen más difícil: las largas listas de espera dejan a muchos hogares en constante preocupación.

"Cada vez hay más familias con necesidad", cuenta al respecto la responsable de la Escuela de Verano de la Fundación Iniciativa Social, Elisa Tos. Su equipo también ha tenido que dejar a multitud de niños fuera de las actividades que realizarán durante tres semanas ante la falta de voluntarios y de espacio. Tatiana y Geraldine, al menos, celebran que sus pequeños sí podrán disfrutar de ese tiempo haciendo excursiones que nunca imaginaron.

A Kenia le encantaría pasar las vacaciones con sus chicos frente al mar. Sería "mágico", pero por ahora y desde hace demasiado tiempo, todas las jornadas de verano son "días normales" para ella. Intenta que para su hijo pequeño sean diferentes, que tenga algo que contar cuando vuelva a clases y reciba el habitual interrogatorio de los adolescentes, pero este año solo ha conseguido una semana en un campamento. "Hay demasiada demanda" y lo entiende, sabe que hay hogares pasándolo francamente mal- "peor que nosotros"- aunque eso solo significa que las ayudas deberían aumentar.

Solo pedimos tener un poco de aire para respirar

"Solo pedimos tener un poco de aire para respirar", saber que sus hijos van a estar en espacios seguros y educativos mientras ellas batallan entre trabajos, estudios y diversas preocupaciones. "Te da mucha fuerza y seguridad tener la tranquilidad de que los niños están en colonias", insiste con un sentimiento que comparten todas las entrevistadas. Eso sí, advierten las expertas, el bien que hacen estas actividades a los hogares no debe enmascarar lo más importante: la situación de la infancia es "preocupante", y eso no se arregla únicamente con campamentos. "Hay que trabajar todavía en muchísimos frentes", concluye la directora general de Educo, Pilar Orenes.