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Festival de Cannes

Víctor Erice se autorretrata, ajusta cuentas, y compone una elegía al cine en 'Cerrar los ojos'

  • El cineasta, ausente en Cannes, presenta su primer largometraje en 30 años, protagonizado por Manolo Solo y José Coronado
  • Es la película más dialogada y menos poética de su filmografía, que se cierra con una última secuencia histórica

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Helena Miquel, Jose Coronado, Ana Torrent, Manolo Solo y Maria Leon, en la presentación de 'Cerrar los ojos' en Cannes.
Helena Miquel, Jose Coronado, Ana Torrent, Manolo Solo y Maria Leon, en la presentación de 'Cerrar los ojos' en Cannes.

Y el cine de Victor Erice volvió a la pantalla grande. El regreso 30 años después de un histórico del cine español y europeo es el protagonista de día en el Festival de Cannes. Erice lleva años diciendo que nunca se fue, que ha continuado haciendo cortometrajes y “cosas pequeñas” y que, en todo caso, su condición de cineasta no está solo ligada a dirigir, sino a ver y, sobre todo, pensar el cine.

Justificando su leyenda de figura esquiva y un poco huraña, Erice no está en Cannes ni se le espera. Cerrar los ojos venía envuelta en el misterio y los rumores en la Croissette decían que la película estaba siendo acabada durante esta misma semana. Cannes seleccionó la película sin verla completa y por eso no podía ser considerada para competir por la Palma de Oro.

'Cerrar los ojos', de Víctor Erice, protagonista en Cannes

El enorme prestigio de Erice y el respeto que genera en el festival –donde compitió con El sur y ganó el Premio del Jurado con El sol del membrillo- eran suficiente aval para proyectarse en Cannes fuera de concurso. Sin más información, la expectación era la de un evento gigante, al que han acudido como espectadores cineastas como Hirokazu Kore-Eda o Amat Escalante. Tras caer el sol, en la hora bruja, la proyección de Cerrar los ojos se iniciaba en el Palais.

Ajuste de cuentas con sus proyectos fallidos

Y, en la primera secuencia, primer golpe. El rótulo sitúa la acción en 1947, en una villa francesa llamada Triste-le-Roy, donde un judío sefardí (Josá María Pou) encarga a un detective (Jose Coronado) la misión de encontrar a su hija en Shangai. Es decir, dos referencias directas a dos tropezones de Erice con la industria. Triste-le-Roy pertenece al cuento de Jorge Luis Borges La muerte y la brújula, que Erice preparó para ser adaptado en televisión a principios de los 90 y finalmente realizó Alex Cox. Y la adaptación de El embrujo de Shangai, de Juan Marsé, es el gran proyecto fallido de Erice que acabó filmando Fernando Trueba.

Ese prólogo no es más que una película dentro de la película. Una voz en off (la del propio Erice) informa de que el actor que interpretaba al detective (es decir, José Coronado) se llamaba Julio Arenas y desapareció misteriosamente tras filmar esa escena hace 20 años. ¿Qué ocurrió con Arenas? Su antiguo amigo Miguel Garay (Manolo Solo), director de esa película inconclusa quiere averiguarlo.

Primeras imágenes de 'Cerrar los ojos

Con guion del propio Erice y Michel Gaztambide, Cerrar los ojos se interna así en una dimensión desconocida del cineasta. Escenas muy dialogadas, personajes que rememoran el pasado de manera discursiva: el Erice poeta desaparece como desapareció Arenas y Manolo Solo sostiene más de dos horas de película que reflexiona sobre la memoria y el paso del tiempo. “Envejecer, that’s the question. Sin temor, pero sin esperanza”, dice un personaje.

Manolo Solo en 'Cerrar los ojos'
Manolo Solo en 'Cerrar los ojos'

Manolo Solo en 'Cerrar los ojos' Manolo Pavón.

El deseo de desaparecer y el poder del cine

Cerrar los ojos explora la ausencia y el deseo de desaparecer el mundo, pulsión con la que es fácil identificar al cineasta y, en ese sentido tan claramente autobiográfico, parece su película más personal. Ana Torrent, hija cinematográfica de Erice desde El espíritu de la colmena, interpreta a la hija de Arenas.

Víctor Erice, junto a Jose Coronado y Manolo Solo
íctor Erice, junto a Jose Coronado y Manolo Solo

íctor Erice, junto a Jose Coronado y Manolo Solo Manolo Pavón

Erice se percibe como una especie en extinción de un arte que considera ya socialmente crepuscular y menos libre. Y Cerrar los ojos está llena de diálogos que lo subrayan explícitamente, alusiones al celuloide, salas y a los viejos proyectores. También a la literatura, música y pintura. Aunque el personaje de Garay no es un mito del cine, su condición de orillado de la industria también encaja con la travesía del desierto de Erice.

Cuando parece que el último Erice se va a perder lo discursivo, y que las imágenes evocadoras y abiertas del cineasta no llegan, Cerrar los ojos convoca a la película del prólogo, a El espíritu de la colmena, a la sala del cine, y a Ana Torrent. Y todas las piezas encajan de manera hermosa en los últimos minutos. El director siempre ha dicho que el cine tiene que ver con la alteridad, la condición de ser otro. Ese poder –y en Cerrar los ojos es literalmente ser uno mismo- cierra la película en un final y último plano que, por su belleza, lo que significa Erice, y lo que tiene de elegíaco, es historia del cine español.

Víctor Erice junto a Ana Torrent.
Víctor Erice junto a Ana Torrent.

Víctor Erice junto a Ana Torrent. Manolo Pavón