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Elecciones municipales y autonómicas 2023

La campaña electoral empieza y sí que importa: una carrera contra reloj para atraer a los indecisos

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El número de indecisos al inicio de la campaña en las elecciones generales de 2015 se disparó al 36%
El número de indecisos al inicio de la campaña en las elecciones generales de 2015 se disparó al 36%

Los partidos y coaliciones políticas se enfrentan en las dos próximas semanas de campaña electoral al reto de intentar convencer a los indecisos para que elijan su papeleta en las municipales y autonómicas del 28-M. La irrupción de Podemos en las Europeas de 2014 y el salto a la política nacional de Ciudadanos en las generales de 2015 rompieron con la hegemonía del bipartidismo de PP y PSOE y dispararon el número de personas que deciden el sentido del voto en los últimos días en todo tipo de comicios, incluso, durante la misma jornada de las elecciones, relanzando el sentido de las campañas políticas, según el análisis de los datos que ofrecen las encuestas postelectorales del CIS.

De momento y según el barómetro preelectoral publicado este jueves, hasta un 20,5% de los ciudadanos con derecho a voto llegan indecisos a la cita que permitirá renovar los ayuntamientos de los más de 8.000 municipios que hay en España. Los que más dudas tienen -o reconocen tener- son las mujeres, las personas que se autodefinen de centro, los jóvenes, las personas sin estudios y los que se consideran de clase baja. En el caso de las elecciones autonómicas, que se celebrarán en 12 comunidades, los indecisos se mueven en una horquilla que va desde el 17,3% en Madrid al 27,3% en Canarias.

Más indecisos de última hora por la ruptura del bipartidismo

Las primeras elecciones que se celebraron en España a nivel nacional después de que el bipartidismo bajara por primera vez del 50% en las europeas de hace nueve años, fueron las municipales y autonómicas de mayo de 2015. El 30% de los que finalmente votaron no tenía decidida su papeleta para los parlamentos autonómicos al arrancar la campaña [11 puntos más que en las de 2011] y más del 22% lo decidió en los últimos días. La indecisión en el caso de las municipales fue un poco menor (más del 24% y el 17%, respectivamente), pero en cualquier caso mucho más alta que en convocatorias anteriores. Cuatro años después, en 2019, uno de cada cuatro ciudadanos que finalmente votaron llegó a la campaña sin saber qué papeleta elegiría y en torno al 15% la eligió en los últimos días.

El aumento del número de indecisos hasta el último momento "es una reacción lógica de la ruptura del bipartidismo", explica la politóloga Cristina Monge a DatosRTVE. "Lo que no se ha roto es la identificación de bloques izquierda-derecha. Los votantes de ambos bloques tienen diferentes opciones (...). La duda está entre las papeletas del mismo bloque", añade.

"Muchas veces es una cuestión de cómo te cae el candidato, cómo ha transcurrido la campaña, quién ha cometido un error… Cuestiones muy coyunturales de última hora como qué están diciendo las encuestas, etc. Y en función de todas esas variables se acaba decidiendo la papeleta dentro del bloque ideológico de referencia", señala Monge, colaboradora de TVE.

Oriol Bartomeus, politólogo y profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Barcelona, señala que con el "cambio en la oferta electoral" a partir de 2015 "cada vez hay más electores que declaran dudar a la hora de decidir su voto y, en consecuencia, ha cambiado también el ‘timing’ de la decisión", es decir, el momento.

"Cada vez más hay más electores que deciden su voto durante la campaña. Incluso hay un porcentaje bastante interesante que decide el día antes de las elecciones o el mismo día", señala este investigador del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS). Esta tendencia se aprecia muy bien si se analiza la evolución histórica del momento de decisión de los votantes en las elecciones generales.

En las primeras elecciones generales que se celebraron tras la debacle de PP y PSOE en las europeas de 2014, las de diciembre de 2015, más de un tercio de las personas que finalmente fueron a votar (casi el 36%) decidió el sentido del voto una vez empezada la campaña. En la última semana de campaña eligió papeleta el 17,6% y el mismo día, el 9,3%. En las de abril de 2019, las primeras tras la moción de censura de Pedro Sánchez, los votantes indecisos hasta la semana anterior superaron el 20%, mientras que en las de noviembre rozaron el 16%. En ambas citas, alrededor del 5% decidió el mismo día.

Las elecciones generales con menos indecisos al arrancar la campaña fueron las de 1996, las primeras que ganó el ‘popular’ José María Aznar después de 14 años de gobiernos del socialista Felipe González. Solo el 8,7% de los votantes no sabían qué votar cuando arrancó la campaña.

Mayor indecisión en los votantes de izquierda y de centro

No todos los votantes dudan en la misma medida. En las generales, la indecisión es más alta en los votantes de centro -aquellos que se colocan en el 5 y el 6 en una escala donde el 1 es izquierda y el 10 derecha- y entre los votantes más progresistas. En las elecciones generales de abril de 2019 el 40% de los votantes de centro que finalmente acudieron a las urnas no tenía decidido su voto dos semanas antes.

En las de abril de 2015 - las primeras en las que concurrieron Podemos y Ciudadanos- la indecisión entre los votantes autodefinidos como de izquierdas llegó al 30% mientras que las personas más a la derecha se movieron en torno a un 10-11%.

Los expertos consultados sobre esta mayor indecisión entre las personas de izquierdas señalan varios factores: la tendencia a la desmovilización de un votante que perdona menos los errores, el mayor número de partidos o coaliciones y el cálculo hasta el último momento de las opciones del bloque progresista.

El votante de izquierdas "no solo" es más indeciso porque haya más papeletas posibles que elegir, según Oriol Bartomeus. "Históricamente, es un votante que está más atraído por la desmovilización. La tendencia a la abstención es más fuerte entre el votante de izquierda que entre el de derecha y esto se expresa a veces en la indecisión. Hay más indecisión en la izquierda entre votar y no votar. El votante de derecha muestra ganas de participar mucho más fuertes que en el otro extremo", señala.

Por su parte, Cristina Monge añade que "el hecho de que haya más partidos de izquierda es también consecuencia de que el votante de izquierda es mucho más crítico y perdona menos". Por este motivo, continúa explicando, "es más fácil que los partidos acaben rompiendo y generando otras formaciones políticas, mientras que la derecha a ese nivel actúa de forma mucho más estratégica; el votante de la derecha es capaz de perdonar más errores propios".

Hay un último factor que influye, según el politólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona, en que el votante de izquierda retrase su elección de papeleta: "No se decide hasta el último momento porque su intención es hacer que su voto valga". El hecho de que haya una "mayor oferta" de siglas y de que los resultados sean "cada vez más inciertos" hace que el votante que busca "maximizar el resultado de su voto" tarde más en decidirse, añade.

Este votante de izquierdas no estaría dudando tanto entre bloques ideológicos, como entre las diferentes opciones progresistas para ver "cuál conviene más para conseguir aquello que pretende conseguir, que es una victoria de la izquierda". Esta circunstancia es la que está "haciendo crecer el voto tardío que se decide durante la campaña" y la que hace que la campaña "sea hoy en día más importante porque el votante se decide más por elementos coyunturales, más estratégicos", sentencia Bartomeus, uno de los autores del Primer informe de la Unidad Electoral de beBartlet para las elecciones municipales, autonómicas y generales de 2023.

La campaña, clave para decantar el voto del indeciso

La politóloga Cristina Monge explica que hasta 2015 era "muy difícil" que una campaña pudiera decantar "mucho" el resultado, pero que en el escenario actual, con un sistema multipartidista ya en ambos bloques -tras la irrupción de Vox a la derecha del PP- "las campañas claro que influyen mucho".

La campaña, define esta profesora de la Universidad de Zaragoza, es "una carrera contra tus expectativas y para intentar que el otro, o sea tu contrincante, meta la pata antes que tú porque, efectivamente, las campañas se pierden no se ganan". Monge añade que en estas dos semanas los partidos tienen que lograr cuatro claves: afianzar su base; intentar movilizar a los suyos e intentar desmovilizar a los votantes de otros partidos; coger el voto del contrario e intentar que el contrario no coja del suyo.

Monge es consciente de que la gente dice pasar de las campañas electorales, pero al final le acaba llegando noticias de la misma porque la campaña "empapa todo el universo mediático" y la política "sigue importando mucho". Como ejemplo pone los debates electorales, que todavía tienen "unos datos de audiencia relevantes".

En las generales de 2019, más de la mitad de la población con derecho a voto vio el debate entre los principales candidatos a la Moncloa entero o en parte y otro 20% no lo vio, pero tuvo referencias de él. Según el barómetro postelectoral, el 4,2% de los que lo vieron cambió el sentido del voto y de estos más de la mitad cambió de idea respecto al partido que iba a votar.

La influencia de las encuestas en campaña

Además de los debates, otro de los elementos que influyen en campaña, son las encuestas y pronósticos de voto, que sirven al votante para "guiar su voto", especialmente al progresista que más suele dudar hasta el último momento para intentar que su voto valga para que el bloque de izquierdas saque el mejor resultado posible.

En las generales de noviembre de 2019, cerca del 55% de los votantes tuvieron conocimiento de alguna encuesta. De todos ellos, el 22% reconoció que las había tenido en cuenta en mayor o menor medida para decidir a quién votar o incluso para no abstenerse finalmente. El 6% de los que decidieron su voto el último día lo hicieron guiados por los resultados de los sondeos, aunque ese día influyan también la disposición de las papeletas (4%) o el aspecto de interventores y apoderados (2,3%).

Oriol Bartomeus explica que "ha cambiado la relación entre el votante y los partidos". Antes el votante era más "partidista" en el sentido de que "tenías un partido", eras de uno o de otro y, en ese sentido, era más difícil cambiar de papeleta, pero ahora el votante es más "individualista", busca unas siglas que en ese momento "sirva a sus intereses". En el CIS preelectoral del 28M, hay un 54,4% que reconoce que vota "según lo que más le convenza en ese momento".

El de ahora "es un votante más libre respecto a los partidos pero menos libre respecto a la coyuntura. En ese sentido, pasan más factura los patinazos y los errores en campaña que antes (...) "Lo que sucede en la campaña es fundamental para acabar de decidir", resume Bartomeus.