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Día de la Desconexión Digital

¿Es posible alejarse de las redes sociales? "Me las quito durante un mes o dos, y cuando lo hago es impresionante"

  • El 5 de marzo se celebra el Día de la Abstinencia o de la Desconexión Digital
  • De media, en España pasamos casi seis horas en Internet y cerca de dos en las redes sociales

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Desconexión digital
El 5 de marzo se celebra el Día de la Desconexión Digital, que invita a abandonar por un día las pantallas.

Si estás leyendo este reportaje porque has recibido una notificación, porque has abierto la aplicación de RTVE Noticias o porque simplemente haciendo scroll te has topado con él en alguno de nuestros perfiles en redes sociales, quizá deberíamos pedirte disculpas de antemano.

El motivo es que este domingo 5 de marzo se celebra el Día de la Abstinencia o de la Desconexión Digital, y a lo mejor estarías mejor leyendo un libro, escuchando música, paseando o aprendiendo un nuevo juego de mesa, antes que dejándote arrastrar por un algoritmo en una pantalla.

Pero si el (ab)uso de los medios digitales te interesa y sigues leyendo, probablemente te identifiques con alguna de las personas con las que hemos hablado, te replantees el tiempo que pasas en Internet o incluso te animes a desinstalar alguna aplicación. En ese caso, coge asiento o lo que tengas más a mano, y comenzamos.

Casi seis horas ‘en línea’ entre Internet, redes sociales o prensa

Cada vez más artículos, más informes y más estudios confirman lo que ya intuíamos: pasamos mucho tiempo ‘en línea’. Casi seis horas, más de 300 minutos, estamos en internet de media en España. Pese a que ello ya supone un cuarto de nuestro día, ver la televisión , consumir contenido en redes sociales o leer la prensa también nos ‘roban’ buena parte de nuestro tiempo.

La información sale del informe Digital 2023 España, del portal DataReportal en colaboración con la agencia WeAreSocial y el software de monitorización Meltwater. En nuestro país, el 95% de la población de entre 16 a 64 años usa Internet, lo que supone hablar de más de 45 millones de personas. Los datos están en sintonía con los del Instituto Nacional de Estadística (INE), que amplía el espectro hasta los 74 años. Son casi diez puntos más que en 2017, cuando el empleo era del 85,5%.

Su uso, en ascenso meteórico en los últimos años, tuvo su mayor efervescencia entre 2018 y 2019, cuando más de dos millones de personas se unieron a Internet. No obstante, desde WeAreSocial apuntan a que el número de usuarios hasta enero de 2023 se frenó, rompiendo una racha de diez años consecutivos de subida. La caída, eso sí, es inferior al 1%, es decir, de unas 100.000 personas. Micaela Ortego, directora de Estrategia de la agencia en España, apunta a factores demográficos (fallecimientos, gente sin acceso a Internet y personas que abandonan España) para explicar esta bajada, “ya que el porcentaje de descenso de la población y el de usuarios es el mismo”.

Y, ¿para qué se usa Internet? Según el estudio de DataReportal, principalmente para buscar información, estar al día o buscar viajes o productos. No obstante, un motivo bastante evidente –el de usar las redes sociales– no aparece reflejado, pero sí lo recoge el INE: un 29,3% de la población asegura haber usado Internet en los tres últimos meses para “participar en redes sociales”.

Llenar nuestro tiempo, uno de los usos conscientes de las redes

A principios de este año, más de 40 millones de personas contaban con un perfil activo en al menos una red social o aplicación de mensajería instantánea, aunque desde WeAreSocial apuntan a que estos perfiles pueden no representar a usuarios únicos. Es decir, más del 85% de la ciudadanía estaba dada de alta en alguna aplicación. WhatsApp es la aplicación más usada, así como Facebook y Twitter, pero el empleo de otras como Instagram o TikTok se ha elevado en los últimos años.

De media, les dedicamos dos horas, pero su uso creció entre 2019 y 2020, con la irrupción de la pandemia del coronavirus. Uno de los usos más generalizados de las redes es “cotillear”, es decir, ver qué hacen los demás o qué suben los influencers. No obstante, otra de las grandes razones reconocidas para usarlas –la segunda, según el informe de DataReportal– es llenar nuestro tiempo libre. Es el caso de Cristina, bióloga y ecóloga del comportamiento: “Las uso para procrastinar, para distraerme del momento, aunque no me aportan nada”, confiesa.

Instagram, WhatsApp, BeReal y Facebook se cuelan entre las aplicaciones más usadas de esta joven de 25 años, que ahora reside en Malta por su trabajo en una reserva natural. Reconoce que no sabría concretar cuántas horas pasa en ellas, pero siente que “son muchísimas, que ocupan mucho o gran parte de mi día”.

María, de 32 años, trabaja como técnica audiovisual en Madrid y admite que Instagram se lleva la mayor parte de su ocio digital fuera de su horario laboral. “A veces digo: ‘Voy a mirar esto’ y de repente me encuentro viendo perros o vídeos de perros, y me pregunto: ‘Pero, ¿a qué venía yo aquí?’”, comenta por teléfono.

Pero hay quien en 2023 dice ser ajeno a ese mundo. Es el caso de Alfonso, de 35 años y jefe de equipo dentro de una empresa de recobro de deuda. Se siente feliz por vivir la mayor parte de su tiempo fuera de las redes sociales, aunque no se libra de tener WhatsApp y LinkedIn. “Me siento afortunado porque sé lo que es eso y no echo en falta nada”, zanja. Sin embargo, admite que sí tuvo una cuenta en Facebook –le duró tres meses– y otra en la extinta Tuenti, que la mantuvo algo más porque “aún era joven, tenía 16 o 17 años cuando me la hice”.

El móvil impera, pero también crece el uso de otros dispositivos

Cristina, María y Alfonso profesan que uno de los dispositivos que más usan es su teléfono, y su experiencia no es la excepción. Según el informe Digital 2023 España, los móviles son prácticamente universales (los tiene el 97,5% de la gente), y la gran mayoría son smartphones o teléfonos inteligentes. No obstante, la presencia de ordenadores (75,6%) o tablets (53,2%) en los hogares es más común que hace unos años -aunque va a la baja-, así como otros terminales como videoconsolas, relojes o pulseras inteligentes, entre otros.

Y, teniendo todo tan a mano, ¿no es más fácil caer en un uso excesivo de Internet, de redes sociales? Las personas entrevistadas lo afirman con rotundidad. María lo explica con un ejemplo muy recurrente y aplicable a casi cualquier persona: “Hay veces que vas a mirar la hora y terminas viendo cualquier otra cosa. Apagas el móvil y dices: ‘Vale, ¿y qué hora era?’”. Además, reconoce que muchas de las aplicaciones que más tiempo le quitan están en la pantalla principal de su móvil, así que “no tengo ni que hacer scroll lateral para acceder a ellas, están ahí”.

“Me las quito durante un mes o dos, y cuando lo hago es impresionante”

María, que hace un tiempo atravesó un mal momento “de esos que te replanteas la vida” decidió, por iniciativa de su psicóloga, alejarse un tiempo de las redes sociales. “Llegó un punto en el que entrar a Instagram y ver esa cantidad de felicidad de todo el mundo que me rodeaba me apabullaba”, reflexiona. En ese período sintió tristeza y alivio a partes iguales. “Me daba pena [no estar] porque muchas veces me conecto a la vida de mis amigos y de mis seres queridos gracias a las redes sociales”.

Sergio García, psicólogo del Gabinete de Psicología y Logopedia Vallmen en San Lorenzo de El Escorial (Madrid), apunta a que muchas personas no pueden huir de esa cotidianidad que brindan las redes sociales que describía María. “Tendríamos que pensar que esa conectividad la podríamos hacer de otra manera para no estar conectados siempre. Esto también nos permite ser nosotros mismos los que gestionamos las redes y no las redes las que nos gestionan a nosotros”.

Cristina es algo más veterana en abandonar las redes: lo ha hecho cuatro veces, en períodos que le requieren mucha concentración –como escribir su tesis doctoral–, con mucha ansiedad o cuando siente que está abusando de ellas. “Hay momentos en los que mi cabeza dice ‘ya’ y necesito dejarlas, y eso me pasa una vez al año. Me las quito durante un mes o dos, y cuando lo hago es impresionante. Siento que mi salud mental se vuelve fuerte y no quiero volver en mucho tiempo”, rememora esperanzada.

Pero ambas acabaron volviendo. ¿Por qué? Para la bióloga, aunque las califique como una “pérdida absoluta de tiempo”, explica que le sirven como un diario. “Es la única manera que tengo de trackear mis emociones, los lugares a los que he ido y mi historia. Por eso he querido volver: porque he querido subir algo especial, me las he vuelto a descargar y ya no las puedo desinstalar hasta el siguiente burn-out”, confiesa.

En el caso de la técnica audiovisual, lo hizo cuando sintió que su estado anímico estaba mejor. No obstante, durante ese período reflexionó sobre aquello que le hacía bien y lo que no: “Volví intentando aprender de las sensaciones que me mandaba mi cuerpo y con el mantra ‘elimínate las cuentas que no te aporten nada’”, apunta.

Y, en ese tiempo, ¿experimentaron el miedo de quedarse fuera, el famoso ‘FOMO’ (“fear of missing out”)? “Sí, continuamente. Siempre quiero estar haciendo todo y no perderme nada”, confiesa Cristina, una sensación que María también corrobora. “Notaba eso de ‘me estoy perdiendo algo de la vida de mis amigos’. Al final te engancha saber de su vida y me preguntaba ‘’¿Me estaré perdiendo algo importante?’”.

Para el psicólogo sanitario y experto en intervención social Sergio García, el FOMO se produce por una necesidad de “estar de cara a la galería o dar una imagen” en las redes sociales. “Sentimos que nos dan más visibilidad y a veces nos podemos sentir más acompañados con ellas, no sabiendo que todo siempre esconde otra cosa: que las redes sociales pueden ser el anverso y reverso de la soledad”.

BeReal, ¿el paradigma de las redes sociales?

Aunque los informes de DataReportal no han registrado el éxito de BeReal en España, esta se ha colocado como una de las aplicaciones favoritas entre las generaciones más jóvenes. También está entre las más descargadas de Europa, según los datos de la herramienta de monitorización Sensor Tower. Cristina, la ecóloga del comportamiento, tampoco ha podido escapar a los encantos de esta red que lucha contra el postureo y apuesta por la espontaneidad. “BeReal es mi red social favorita y espero no tener que quitármela nunca”, afirma entusiasmada.

¿Por qué tanta efusividad? Porque es muy selectiva (aceptas a las personas que tú quieres), solo requiere tu atención durante pocos minutos (para subir una foto cuando la aplicación te lo indica –sin previo aviso y con solo dos minutos para hacerlo– y así poder ver las del resto) y es ‘cerrada’, es decir, que no tiene un contenido casi infinito. “Interacciones limitadas, contenido limitado y hace el trabajo perfecto para catch up con los amigos y para saber cómo le van las cosas”, resume Cristina.

Pero, al coger el móvil cuando te llega esa notificación, ¿no te incentiva para seguir abriendo otras aplicaciones? “En mi caso no”, responde Cristina. “Me pasa mucho que si tengo el móvil en silencio lo cojo más. Cuando lo tengo en sonido solo lo cojo cuando escucho la notificación y así me pasa con BeReal, que sé que no hay nada nuevo hasta que no recibo la notificación”, explica.

Tanto ella como María, la técnica audiovisual, saben que, en el momento en el que se meten en Instagram o en TikTok, el contenido es casi interminable. Desde la agencia WeAreSocial también son conscientes del comportamiento tan diferenciado entre aplicaciones.

En TikTok todo es un estímulo constante. Cuanto más estás en la aplicación, más tienes contenido que es para ti, en tu for you page, y es lo que te hace querer volver más porque al final estás viendo contenido que, entre comillas, está creado lo que necesitas en ese momento”, explica Micaela Ortego, directora de Estrategia de la agencia. Hasta ella misma se asusta del tiempo que pasa en la aplicación china: “Me ha pasado que a veces estoy ahí una hora y me salta la notificación de ‘Descansa los pulgares’. Es como: ‘Guau, llevo una hora y ni me doy cuenta’”, comenta entre asustada y fascinada.

¿Cómo desconectar en un mundo hiperconectado? Decálogo de la desconexión digital o slow technology

¿A qué llamamos ‘desconexión’? El psicólogo de Vallmen Sergio García define este proceso como “la salida de las redes y la vuelta a otro tipo de actividades con menos conectividad”. Aunque a priori parezca algo sencillo, él mismo reconoce que “ahora es más difícil que hace unas décadas”. A continuación presentamos algunas opciones para intentar rebajar (y relajar) el uso de Internet y de las redes sociales.

1. Antes de nada, consulta en tu móvil el apartado de Bienestar Digital (Android) o Tiempo de uso (iOS). Ahí descubrirás a qué dedicas tu tiempo cuando coges el teléfono y será la primera piedra para identificar qué aplicaciones son verdaderamente necesarias y a cuáles sería conveniente ponerles freno.

2. Utiliza aplicaciones para mantener la concentración y focalizarte en tareas que requieran de tu atención. Tanto en la App Store como en Google Play hay variedad de herramientas que pueden ayudar a cumplir tus objetivos.

3. Márcate períodos de conexión y desconexión. En palabras de Sergio García: “Que seamos nosotros, los usuarios, los que decidimos cuándo nos conectamos y nos desconectamos”. El psicólogo de Vallmen recalca que también es importante reducir el consumo del teléfono móvil antes de irse a dormir o tener momentos del día con el terminal apagado.

4. Siempre que se pueda, mantén conversaciones en persona con la gente que te importa. “Procuro, si puedo, llegar a casa, tener una conversación con mi chico, sacar al perro y hacer un poco de vida fuera de pantallas”, contaba María, la técnica audiovisual.

5. Procura no estar disponible las 24 horas del día ni tampoco reclamar al resto que lo esté. “Antes, cuando alguien no podía encontrar al minuto a la persona que buscaba, tenía que llamar a su casa o quedar en algún sitio. Y sin embargo ahora, si no la encontramos en el minuto uno, parece como que está perdida o deslocalizada”, reflexiona Sergio García.

6. Realiza actividades al aire libre o fuera de las pantallas. En Vallmen plantean ejercicios como juegos de presentaciones con pelotas, búsquedas del tesoro en la naturaleza y otras dinámicas propias de los campamentos de verano o de los grupos scout. Desde Malta, Cristina también agradece tener en el trabajo gente joven con la que poder hacer planes en el exterior. “Las actividades digitales nunca han sido una prioridad, y espero que jamás lo sean”, concluye.

7. Sigue a gente en redes sociales que de verdad aporte, un ejercicio que María sacó en claro cuando las abandonó durante un tiempo. “Hay gente que lo está haciendo muy bien porque se esfuerzan en mostrarte no sólo la cara A, sino también la cara B. Y te lo cuentan y tú piensas: ‘Vale, son personas reales y no me están vendiendo la moto’”, explica.

8. Concibe las redes, Internet y la tecnología en general como una herramienta, no como un fin. “Asumir que [las redes] se pueden utilizar para lo profesional o para lo personal, pero que de alguna manera no sean categóricas o exclusivas, sino que debe primar lo presencial, y lo virtual es como una muleta en la que poder apoyarse”, resume el psicólogo Sergio García.

9. No dejes que las redes te absorban. “No veo lógica alguna a que la gente dedique su tiempo a... ‘08:01 estoy desayunando un bol de fruta con un yogur. 08:02 me estoy cepillando los dientes. 8:30 salgo de casa. 08:31 cojo el 114’. Me parece agotador”, expone Alfonso, el jefe de equipo.

10. Si lo ves oportuno, abandona por un tiempo la tecnología y, si es necesario, busca ayuda. En Vallmen realizan talleres de fin de semana de desconexión, normalmente gente joven, de entre 15 y 20 años, que en muchos casos “vienen traídos por los padres, que dicen que hay una desmesura en el uso”, explica el psicólogo Sergio García.