Enlaces accesibilidad

¿Qué es la 'cultura de la violación' de la que habla Montero?

  • El término, acuñado por el feminismo de EE.UU en los 70, habla de una sociedad que banaliza la violación y culpa a las mujeres
  • La ONU dice que es una cultura "omnipresente" que "siempre está arraigada en creencias, poder y control patriarcales"

Por
"Sola y borracha quiero llegar a casa", uno de los lemas feministas en España
"Sola y borracha quiero llegar a casa", un lema feminista que defiende el derecho a la libertad de las mujeres sin que sean agredidas sexualmente.

Para la ministra de Igualdad, Irene Montero, el PP “promueve la cultura de la violación”, una acusación que vertió este miércoles en el Congreso y que desató la indignación de los ‘populares’, que exigen su dimisión o su cese por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Todo su espacio político en Unidas Podemos ha salido a defenderla (no así el PSOE) y ha justificado sus palabras en un artículo de la ONU que explica este concepto, que no es nuevo y al que las feministas llevan refiriéndose desde hace décadas. Luego, ¿qué es la cultura de la violación?

En concreto, la ministra puso de ejemplo unas campañas institucionales de Galicia y Madrid, donde gobierna el PP, dirigidas a las mujeres para advertirles de las consecuencias, entre ellas agresiones sexuales, que podrían tener ciertas actitudes por su parte. “No debería pasar, pero pasa”, reza el lema de la campaña gallega. En distintas imágenes, se puede ver a una mujer que deja “desatendida” su copa en un bar, a otra que sale a correr con mallas cortas por la noche, o a otra que envía fotografías íntimas a través de su móvil.

Para justificar su acusación, la ministra argumentó que las campañas ponen el foco en la víctima y no en el agresor. Después, ella y otros ministros y dirigentes de Unidas Podemos difundieron en sus redes sociales un artículo de ONU Mujeres titulado Dieciséis maneras de enfrentarte a la cultura de la violación.

La ONU: una cultura "omnipresente" arraigada en la sociedad

En él, Naciones Unidas explica que la cultura de la violación es “omnipresente”, puesto que está “grabada” en la forma de pensar de la sociedad y “siempre está arraigada en un conjunto de creencias, poder y control patriarcales”. Este concepto concibe la violación como un problema social y cultural que de cierta forma es aceptado y normalizado debido a prejuicios sobre el género, el sexo y la sexualidad.

La ONU pone algunos ejemplos de esta ‘normalización’ de la violación, en algunas expresiones: “Con los hombres ya se sabe”, “estaba borracha”, “las mujeres dicen ‘no’, cuando quieren decir sí”. Y entre las 16 actitudes que propone para combatir la cultura de la violación, una se centra en “dejar de culpar a las víctimas”. Una culpabilización que, según Montero, es lo que hace el PP. Así, en su perfil de Twitter, afirmó después: “Responsabilizar a las víctimas y no a los agresores en las campañas institucionales tiene un nombre”.

Cómo viste una mujer, qué y cuánto ha bebido y dónde se encontraba en un momento determinado no son invitaciones para violarla

Naciones Unidas explica que “las creencias que fomentan la violación están grabadas” en el idioma: “Iba vestida como una puta, lo estaba pidiendo”. Y aboga por dejar de ‘culpar’ a los mujeres por los que le pasa: “Cómo viste una mujer, qué y cuánto ha bebido y dónde se encontraba en un momento determinado no son invitaciones para violarla”.

En España, la encuesta sobre la ‘Percepción Social de la Violencia Sexual’ que elaboró la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género en 2018 reveló que la mitad de los hombres españoles y el 45,6% de las mujeres considera que el alcohol es a menudo causante de una violación y un 15% de la población consideraba que, si la víctima había sido agredida mientras estaba ebria, ella tenía la culpa “por haber perdido el control”. También, un 20,8% de los hombres y el 17,3% de las mujeres consideraba que si una mujer vestía “de forma provocativa” no debería sorprenderse que algún hombre trate de tener relaciones sexuales con ella.

Tras la polémica, y después de que el PP reprochara a Montero la “ofensa” a “un partido que ha luchado y va a seguir luchando por la igualdad en este país", y de que el PSOE no respaldara a la ministra y le advirtiera de que “no debería jugar con eso”, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ha instado al PP a retirar de “inmediato” la campaña en Galicia. Y ha defendido que “la ministra de Igualdad se ha referido a un concepto académico, que está reconocido por la ONU. Es bueno en política hacer pedagogía". El PP, por su parte, ha convocado este jueves a las puertas del Congreso una concentración de los diputados y senadores del Grupo Popular para pedir la dimisión de la ministra y exigirle una rectificación de la ley ‘solo sí es sí’ ante la rebaja de condenas a algunos agresores sexuales que se están produciendo.

Un término que acuñaron las feministas de EE.UU en los años 70

El término “cultura de la violación” empezó a utilizarse por el movimiento feminista la década de los años 70 en Estados Unidos en lo que se conoció como la ‘segunda ola’ del feminismo. No solo se refiere a la culpabilización de las víctimas de agresiones sexuales, sino también a la cosificación sexual de la mujeres o a la banalización y negación de la violación y de los daños que provocan las agresiones sexuales.

Entre las primeras en emplear el término ‘cultura de la violación’ están Noreen Conell y Cassandra Wilson, del Grupo de Feministas Radicales de Nueva York, y Susan Brownmiller, que publicaron dos libros entre 1974 y 1975 en los que recogían testimonios en primera persona sobre la violación, titulados, respectivamente: Violación: El Primer Libro de Consulta para la Mujer; y Contra nuestra voluntad: Hombres, mujeres, y la violación.

Pero ya antes que ellas, la escritora y profesora Kate Millet se refirió al “dominio sexual” como “la ideología más profundamente arraigada en nuestra cultura, por cristalizar en ella el concepto más elemental de poder”. Millet, que también formó parte del llamado ‘feminismo radical’ estadounidense, concibe la violación no solo como una agresión a la mujer, sino como una forma de poder político, control y opresión sobre las mujeres.

El término se fue popularizando entre el movimiento feminista y empezó a formar parte del título de algunos escritos, como Cultura de la violación, escrito por cuatro autoras (Brigitte Vasallo, Úrsula Santa Cruz, Deyanira Schirjin y Llurba Ana).

En 2013, la profesora Patricia Rooze, de la Universidad de California, expuso que “la cultura de la violación se ve facilitada por las prácticas de socialización de roles sexuales que enseñan ideas de masculinidad y feminidad que no se superponen”. En este sentido, explica que se espera de los hombres que sean “duros, independientes, competitivos y agresivos”, y asegura que la “socialización de la agresión sexual” en los varones “se complementa con una cultura que utiliza la violación como entretenimiento en películas, vídeos y pornografía”.

Las niñas, en cambio, “son socializadas para ser gentiles, vulnerables, cariñosas y físicamente más débiles que los hombres”. “La socialización de las mujeres como víctimas se complementa con una falta casi total de capacitación y apoyo para resistir la violación. De hecho, el mito más común sobre la resistencia a la violación es que si una mujer se defiende de un violador, es más probable que resulte herida que si se somete”, concluye.