Enlaces accesibilidad
Emigración

57 descendientes de emigrantes españoles a Estados Unidos llegan a Extremadura para conocer a sus familiares

  • A principios del siglo XX, 600 extremeños partieron a Hawai en busca de una vida mejor
  • El Primer Congreso Internacional de Emigrantes Españoles a Hawai y California pretende poner en contacto a las familias

Por
I Congreso Internacional de Emigrantes Españoles a Hawai y California en Extremadura

Extremadura ha sido la sede del I Congreso Internacional de Emigrantes Españoles a Hawai y California. A principios del siglo XX fueron muchos los españoles que partieron a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Con el paso del tiempo, muchos perdieron la relación con sus familias.

Ahora la Asociación "Club Universo Extremeño" quiere poner en contacto a los descencientes de los que se fueron y a sus parientes que se quedaron en la región.

Esta iniciativa es producto de una investigación conjunta de varias universidades, entre ellas la de Extremadura; una investigación de dos años en los que se descubre que hubo una migración de 8.000 andaluces a Hawai entre 1907 y 1913. Ahondando en los estudios, se descubrió que en ese grupo de emigrantes, había 600 extremeños. Manuel Trinidad, es el presidente del Club Universo Extremeño, uno de los organizadores. Explica que su asociación se hizo con el listado de pasajeros de los barcos que partieron. Aparecían nombres de matrimonios, niños y pueblos. Tirando del hilo consiguieron contactar con muchos descendientes de estas personas.

Recuperar los vínculos perdidos

Fueron familias que salieron desde de los puertos de Málaga y Gibraltar con destino a las plantaciones de caña de azúcar de las Islas de Hawai. Muchos no se encontraron a su llegada lo que esperaban y decidieron partir hacia otros lugares, principalmente a California.

Hasta 1970-1980 mantuvieron el contacto con la familia que dejaron en España pero luego ese contacto se fue perdiendo con el tiempo: "en la época de la posguerra, aquí recibían comida, ropa y dólares. Después esa relación se perdió. Nuestra asociación pretende recuperar esos vínculos", afirma Trinidad.

Al congreso asisten un total de 57 personas: 35 descendientes de extremeños y el resto, de andaluces Aron Alejandro Olivas es uno de ellos. Es estadounidense, vive en Nueva York, pero tiene raíces extremeñas. Sus bisabuelos eran de Cilleros, un pequeño pueblo del norte de Cáceres. En 1913 emigraron a Hawai y se trasladaron posteriormente a California. Allí nació su abuela.

Nos cuenta que emigraron en busca de una vida mejor: "no había casi nada de comer, especialmente en la Sierra de Gata, muy cerca de las Hurdes. Todos conocemos la historia de las Hurdes 'Tierra sin Pan'.

Mi bisabuela y mi abuela mandaban dinero a sus primos para ayudarles

Mi bisabuela y mi abuela mandaban dinero a sus primos para ayudarles". Aron tuvo la oportunidad de conocer por primera vez a su familia española en 1995. Más tarde cursó sus estudios en Madrid y fue su abuela quien le enseñó a hablar español: "siempre me corregía porque en la escuela me enseñaron español de México y ella quería que yo hablara un español ibérico". Aron confiesa que considera Extremadura como su Tierra.

El congreso acoge a descendientes de emigrantes y familiares

Este congreso celebra su primera edición y es la primera vez que muchos descendientes podrán contactar con sus familiares en España. Es el caso de David Amaral. Es su primera vez aquí. Su bisabuela nació en Jarandilla de la Vera. Llegó a Hawai en 1910: "mi bisabuela siempre le decía a mi abuela que echaba mucho de menos España y que no le gustaba nada California".

Trabajaban en ranchos. La familia fue creciendo y ahora el apellido Corchero está en todo el mundo

Y al igual que descendientes de emigrantes, el congreso también acoge a hijos, nietos y bisnietos de los familiares que dejaron en España. Por ejemplo, Leonor Corchero, natural de Coria. Sus antepasados emigraron en 1912 y su familia todavía mantiene el contacto, sin embargo, hasta hace poco, Leonor desconocía la historia de su familia: "sabíamos que se habían ido pero como nadie sabía inglés desconocíamos quién. Mis padres tenían fotos con gente de San Francisco pero nadie sabía muy bien quiénes eran". Después de mucho trabajo, Leonor y Nina, su prima estadounidense, lograron hacer un árbol genealógico que desveló que fue el tío de su abuelo quien partió a las Américas: "trabajaban en ranchos. La familia fue creciendo y ahora el apellido Corchero está en todo el mundo".

Las migraciones transoceánicas marcaron la historia y el futuro de muchas familias que ahora pueden volver a reencontrarse.