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Elecciones en Francia

Le Pen y Zemmour fagocitan a la derecha tradicional y disparan a la extrema derecha en su tercer asalto al Elíseo

  • La derecha radical logra sus mejores resultados en la primera vuelta de unas presidenciales, con el 30,2% de los votos
  • Le Pen consigue casi medio millón de votos más que en 2017, pese a la irrupción de Zemmour | Especial elecciones en Francia

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La candidata de Agrupación Nacional, Marine Le Pen, en una reunión del partido ultraderechista este lunes
La candidata de Agrupación Nacional, Marine Le Pen, en una reunión del partido ultraderechista este lunes

La extrema derecha se ganó con holgura su tercera oportunidad de disputar la presidencia de Francia, y con mejores perspectivas que nunca. Entre Marine Le Pen y Éric Zemmour, los dos principales candidatos, consiguieron más de 10,6 millones de votos en la primera vuelta de las presidenciales, por encima del 30% del total, y el respaldo a la candidata de Agrupación Nacional aumentó en prácticamente todo el país, lo que anticipa un duelo mucho más cerrado que hace cinco años con Emmanuel Macron en la votación definitiva.

Le Pen ha superado las estimaciones de intención de voto que le daban los sondeos al obtener el 23,15% de los votos, pero, por encima de todo, ha mejorado su desempeño en 2017, cuando repitió el éxito logrado en 2002 por su padre, Jean-Marie Le Pen, al clasificarse para la segunda vuelta. Y si hace cinco años consiguió 7,6 millones de votos, un 21,3%, este domingo se disparaba hasta los 8,1 millones.

Por si sola, ya ha mejorado cualquier resultado anterior del antiguo Frente Nacional -que desde 2018 se denomina Agrupación Nacional- o de cualquier otro partido de derecha radical, sin acusar el desgaste ni la aparición de un candidato situado aún más a su diestra. Al final, Éric Zemmour ha quedado algo por debajo de las expectativas: ha obtenido el 7,07%, cuando llegó a tener un 15% en los sondeos y en la última semana rondaba el 10%; con todo, sus casi 2,5 millones de votos no son en absoluto desdeñables.

Liquidación de la derecha tradicional

Entre ambos han liquidado a la derecha tradicional francesa: la candidata de Los Republicanos, Válerie Pécresse, a quien los sondeos concedían la semana pasada cerca del 10%, se ha quedado en un raquítico 4,78%, por debajo del umbral necesario para recibir subvenciones por los gastos de campaña.

Al igual que ha ocurrido con el Partido Socialista - su candidata, Anne Hidalgo, se ha quedado en el 1,75%-, la derecha clásica francesa ha visto como su electorado se esfumaba, probablemente repartido entre Emmanuel Macron, en el caso de los más centristas, y la derecha radical, respaldando a Le Pen o a Zemmour.

Este último, en concreto, recoge en su ideario buena parte de las aspiraciones de la derecha más conservadora en lo moral, más católica, y más liberal en lo económico. Sus mejores resultados los ha obtenido, en cualquier caso, en feudos tradicionales del Frente Nacional, de la extrema derecha: los departamentos de Alpes Marítimos, Var, Vaucluse y Bocas del Ródano -donde se encuentra Marsella-, en la costa mediterránea, y los dos departamentos en los que se divide la isla de Córcega.

Le Pen crece en casi todo el país

Solo en esa región se percibe algún retroceso significativo, aunque leve, de Marine Le Pen respecto a 2017. Alpes Marítimos, Bocas del Ródano y Vaucluse son tres de los ocho departamentos en los que tiene un menor porcentaje de voto que en la primera ronda de hace cinco años. Con todo, sigue siendo la primera fuerza en los dos primeros y tan solo queda por detrás de Zemmour en París, donde Agrupación Nacional obtiene tradicionalmente muy pobres resultados.

Hay un cuarto departamento en la Francia metropolitana donde pierde apoyos, el de Sena-San Denis, situado en la periferia de París y donde se ha hecho fuerte el izquierdista Jean-Luc Mélenchon. Los otros cuatro son departamentos de ultramar (Guayana, la Polinesia francesa, San Pedro y Miquelón, y San Martin/San Bartolomé), de menor relevancia en unas elecciones en las que lo importante es la suma de votos en todos los territorios.

Frente a ese ligero desgaste, Le Pen ha crecido en los otros 97 departamentos, especialmente en el centro y el noreste de Francia. Agrupación Nacional es la fuerza más votada en 71 departamentos, frente a los 51 en los que se ha impuesto Macron, aunque el presidente consigue alguno de los más poblados, como París, Ródano o Gironda -donde se ubican Lyon y Burdeos, respectivamente-. En cualquier caso, son unos resultados excelentes para la líder de la extrema derecha, que le colocan en una situación mucho mejor que la de hace cinco años para intentar asaltar el Elíseo.

Atraer a más votantes para alcanzar la presidencia

Porque Le Pen cuenta con añadir a sus filas a la mayor parte de los votantes de Zemmour, el 90% de los cuales manifestaban en las encuestas previas a la primera vuelta que apoyarían a la candidata de Agrupación Nacional si pasaba a la segunda ronda. Eso significaría asegurarse de un suelo cercano al resultado que obtuvo en la segunda vuelta de 2017, esos 10,6 millones de votos que hasta ahora son el techo del Frente Nacional - Agrupación Nacional.

A partir de ahí, el objetivo sería atraerse a los votantes de otros candidatos de la derecha, como Nicolas Dupont-Aignan, que ha obtenido 725.000 votos en la primera vuelta y que se sitúa en el espectro político a medio camino entre la derecha tradicional de la que procede y la derecha radical. También los simpatizantes de Jean Lasalle y de Válerie Pécresse pueden ser un buen caladero, e incluso los de Jean-Luc Mélenchon, más proclives al proteccionismo económico que propugna Le Pen que al liberalismo de Macron.

Aunque a Le Pen le puede bastar que esos votantes de Mélenchon decidan quedarse en casa y no unirse a los llamamientos que Macron repetirá en las próximas dos semanas para movilizar, por tercera vez en unas presidenciales, al 'frente republicano' contra la extrema derecha. Por el momento, Mélenchon ha instado a sus 7,7 millones de votantes que no den ni un voto a la extrema derecha, pero ha vuelto a esquivar, como hace cinco años, pedir el voto para Macron. Así que la abstención, que en la primera vuelta no ha sido tan baja como se preveía, puede ser, en última instancia, la llave para que la extrema derecha abra las puertas del Elíseo.