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Guerra en Ucrania

El miedo de los jóvenes ucranianos al servicio militar obligatorio: "Quiero huir, no quiero ir a la guerra"

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R. K. con sus compañeros del equipo de fútbol ucraniano
R. K. con sus compañeros del equipo de fútbol ucraniano

La ofensiva rusa lanzada este jueves contra Ucrania amenaza con desplazar a miles de personas y cambiar la vida de los ciudadanos ucranianos. Es el caso de R.K., un joven ucraniano de 22 años que de la noche a la mañana ha pasado de jugar para el equipo de fúbol FC Lubomir a ver cómo su futuro corre peligro entre tambores de guerra. "Estoy a 30 kilómetros de Rumanía y no sé cómo salir del país", asegura a RTVE.es.

En estos momentos se encuentra encerrado en un hotel con todos sus compañeros. "Mis amigos y yo somos todos jóvenes y nos van a llamar para ir al ejército", asegura. No era consciente de esta posibilidad hasta que un grupo de militares, en la mañana del jueves, entraron al hotel: "Nos registraron, hicieron fotos a nuestra documentación y nos han recordado que el servicio militar es obligatorio de los 18 años a los 27 años", relata con cierto nerviosismo a RTVE.es desde el otro lado del teléfono.

"Me levanté y aún con sueño escuché a los compañeros hablando de la guerra", dice. "¿Guerra?", se preguntó. Y es que se ha despertado con que Rusia ha atacado a su país en la madrugada, poco después de que Vladímir Putin anunciara una "operación militar especial".

Lo primero que hizo fue llamar a su abuela que está en Kiev. Le dijo que estaba escondida y que no iba a salir. "Les propuse intentar venir hasta aquí y marcharnos todos, pero mi abuela no quiere dejar su casa", lamenta. Asegura que la gente está arrasando con la comida y están cogiendo todas las provisiones para las próximas semanas. "La escena es pánico total", asegura. Una escena que se sucede por muchos puntos del país, tal y como ha podido comprobar el equipo de TVE desplegados sobre el terreno.

R.K. está en la zona oeste, cerca de países limítrofes con la Unión Europea. Allí están llegando todas las personas que quieren huir del conflicto. Los ciudadanos ucranianos pueden entrar a la Unión Europea sin visado y esto animará a muchos a tomar la salida del oeste. "Yo quiero irme a Rumanía, pero no sé cómo hacerlo", asegura el joven, que teme represalias en el camino o incluso que le detengan. "Las carreteras son peligrosas me han dicho, estoy solo aquí y no sé si podré sacar dinero", añade.

Se niega a dejar el amor en Ucrania

"Mi abuela me ha dicho que están identificando a jóvenes para enviarlos al frente. Y me ha pedido que me vaya", vuelve a explicar su máxima preocupación. Pone el ejemplo de su amigo Donel KIril: tiene 25 años y este mismo jueves han ido a buscarle a su casa. "Está escondido y yo también me voy a esconder", insiste.

Le resulta inevitable hablar de su chica. Se llama Fevein, tiene dos años más que él. Es de origen etiopí y ella está intentando llegar al oeste. La conoció en Kiev cuando llegó al país para estudiar y ahora mismo trabaja en una empresa de vehículos. "La quiero mucho, pero sé que ella no quiere que me vaya la ejército", adelanta al explicarnos que su pareja no tiene la nacionalidad ucraniana y su residencia no le permite viajar a otros países de la UE. Tendría que entrar de forma ilegal. Le ha dicho que está intentando alcanzarle con coche propio: "El problema es que para recorrer 200 metros tardan horas". Resalta que en la capital hay muchos estudiantes extranjeros.

Los jóvenes no quieren guerra

"Yo no quiero servir al ejército. No quiero participar en una guerra. Yo soy futbolista", insiste. Por eso, este joven hará todo lo posible para marcharse. El futuro allí ya no existe. "Nunca me habría ido porque he crecido profesionalmente y ya estaba cumpliendo mi sueño", confiesa, porque veía su futuro en Kiev. Conoce cada rincón de su tierra y ahora lamenta tener que marcharse a escondidas.

Polonia, Rumania, Hungría o Moldavia llevan días preparándose para la acogida de ucranianos ante la actual escalada de tensión. La Unión Europea prevé la reactivación de nuevas rutas y grandes cifras de víctimas y desplazados.

"Ninguno de mis amigos queremos ir al frente", asegura. Pero R.K. ha visto cómo los rostros se han apagado de un día para otro. Ahora impera el silencio: "Estamos todos calladitos", dice. Seguirá en el hotel hasta que encuentre una fórmula para salir. Esta mañana vio cómo en el hombro de los militares que le han identificado ponía que eran de la región de Zakarpattia, donde aún no ha llegado el conflicto armado. Es la zona, por ahora, más segura junto con la región Leviv.

Él sabe que ya está fichado. Tienen sus datos y entre el pánico y shock intenta buscar una fórmula para cruzar los 30 kilómetros que le separan de Rumanía. La suya es una generación que ha crecido con las tensiones de Rusia en el fondo, pero jamás ha imaginado que la guerra iba a producirse. Ahora la vida se va a paralizar, asegura este joven. "Adiós trabajo, estudios o familia, ahora la prioridad es mantenernos a salvo".