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Coronavirus

El aumento de contagios e ingresos por COVID-19 anuncia una dura cuesta de enero en la pandemia

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El aumento de contagios e ingresos por COVID-19 anuncia una dura cuesta de enero en la pandemia
Detalle de un cartel de rebajas y varias personas esperando que abran los negocios durante el primer día de rebajas en Sevilla.

La variante ómicron del SARS-CoV-2 ha cambiado por completo el relato sobre el deseado final de la pandemia. De hecho, aunque el contexto es muy diferente, gracias fundamentalmente a las vacunas, da la sensación de haber regresado a la casilla de salida.

Las Navidades terminan en España y en todo el mundo con el mayor crecimiento de casos registrado en toda la pandemia. A finales de octubre, en nuestro país nos felicitábamos por el aparente éxito de un nivel de circulación controlada, con una incidencia acumulada por debajo de 50 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días y una de las tasas de vacunación más elevadas de Europa. En la actualidad, la tasa de incidencia alcanza los 2.722 casos, y nueve comunidades están por encima de la media nacional.

El crecimiento en el número de contagios vuelve a ser exponencial, es decir, los casos se multiplican cada pocos días. Si el 1 de diciembre había 5,1 millones de positivos registrados en España, un día antes de la Nochebuena ya eran 5,7 millones, y ahora, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, superan ya los 7,1 millones. Se han notificado casi dos millones de casos en el último mes, el 27 % del total de los registrados en toda la pandemia.

Eso sabiendo que la cifra real de contagios es mucho mayor, principalmente por la infranotificación de casos en la primera ola, en la primavera de 2020. Pero es que ahora, también se está sufriendo una pérdida contable de positivos, porque no todas las comunidades registran los test de autodiagnóstico, Sanidad no los incluye en los datos oficiales y por el colapso de los sistemas de rastreo, que dejan fuera del radar el seguimiento de muchos casos.

Más de dos meses de crecimiento de la incidencia, uno a toda velocidad

El ritmo de crecimiento de esta ola es vertiginoso, pero también sostenido, como puede verse en el gráfico siguiente, que muestra la variación porcentual diaria de la incidencia acumulada a 14 días. Llama la atención que la incidencia crecía relativamente más rápida en la quinta ola, la del pasado verano. Ahora, la aceleración no es tan intensa como entonces, pero empezó en un punto más bajo, lleva dos meses seguidos subiendo y se produce sobre una base de casos cada vez más grande.

En cualquier caso, no deja de ser ilustrativo que la incidencia acumulada es ahora tres veces mayor que la que hubo en el pico de la tercera ola, a finales de enero de 2021. También para finales de enero de este año estiman los expertos que se podría alcanzar el pico de esta sexta ola, tomando como referencia lo ocurrido en Sudáfrica.

De momento, ese cambio de tendencia no se vislumbra ni en España ni en otros países europeos o del hemisferio norte, con los que compartimos estación invernal. España vuelve a ser de los países con mayor incidencia acumulada de Europa y entre los que presentan un mayor ritmo de crecimiento diario de casos, actualmente solo por detrás de Grecia, Dinamarca, Reino Unido y Francia.

Y para aplanar la curva -el 'leitmotiv' de la pandemia que ha perdido fuelle- tras las celebraciones de Navidad tendrá que haber un cambio radical en la interacción social. Pero de momento el Gobierno no apuesta por impulsar nuevas restricciones y el presidente, Pedro Sánchez, insiste en "perseverar en la estrategia que ha dado sus frutos", basada en la vacunación, pero también en la protección personal con medidas como el "uso masivo de las mascarillas". Son las comunidades en peor situación las que están ampliando las restricciones, como el toque de queda o el cierre de la hostelería y el ocio nocturno a determinada hora de la noche.

De momento, la incidencia está aún lejos de su punto de inflexión, y las malas perspectivas son generalizadas. La incidencia más elevada se da en los adultos de 20 a 49 años, que son los grupos con menor cobertura vacunal y mayor grado de interacción social de riesgo practican, al reunirse en lugares cerrados sin mascarillas. Que la incidencia supere los 10.000 puntos en los jóvenes de Navarra de 20 a 29 años o los 9.000 en el País Vasco es un claro indicador de la falta de control de los contagios: en las últimas dos semanas se ha contagiado uno de cada diez veinteañeros en estas comunidades.

La incidencia disparada y desbordada la capacidad de rastreo

La incidencia acumulada, que siempre fue un indicador epidemiológico muy valioso para mostrar el nivel de control de la transmisión y por ser precursor de la presión sobre el sistema sanitario, está perdiendo sentido. Y aunque está disparada como nunca antes, lo cierto es que los datos reales son aún mayores.

Incluso sin contar con el descarrilamiento estadístico de la serie de datos de los contagios, se ha hecho obvio que la relación entre casos, hospitalizaciones y muertes se ha desacoplado en comparación con las olas anteriores. Por el momento, el número de casos no lleva la misma correlación en cuanto a la severidad de la enfermedad y su mortalidad que antes.

Esta disparidad ha llevado a suponer que la variante ómicron es menos letal y menos grave, lo que nos situaría ante el inicio del fin de la pandemia porque el virus se estaría volviendo menos agresivo. Una creencia que niegan las autoridades sanitarias, con la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtiendo de que no se debe restar importancia a esta nueva variante, que está causando una enorme presión a los sistemas asistenciales en todo el planeta, pero que se ha instalado en la opinión pública.

Un término se ha abierto camino en las noticias: la 'gripalización' de la COVID-19. La esperanza, aún no certificada por la evidencia, de que el coronavirus pasaría de enfermedad pandémica a endémica. Aún no estamos en ese escenario. "Es un error total banalizar esta sexta ola y pensar que estamos ante una 'gripalización'", insiste el epidemiólogo Daniel López Acuña, exdirector de acción sanitaria en situaciones de crisis en la OMS. Y en todo caso, no hay enfermedad endémica que acumule cientos de miles de contagios y tantos ingresos en tan poco tiempo.

En enero empeorará la saturación hospitalaria

Lo único que está claro es que si esta ola está siendo menos severa es en gran parte por la alta tasa de vacunación y, aunque cause cuadros clínicos de menor gravedad, se puede llegar a niveles anteriores de saturación hospitalaria por la enorme acumulación de casos. Ya se está viviendo el colapso en el nivel de la atención primaria, con los centros de salud y las consultas priorizando la atención urgente a costa de la actividad ordinaria, una situación que, por ejemplo, Cantabria ha decidido prorrogar hasta el 31 de enero.

La sexta ola traerá a España "el peor mes de la historia del sistema sanitario"

Esa es la dinámica que se ha observado en todas las olas y que también está ocurriendo en esta. La ocupación de las camas COVID en los hospitales y en especial en las unidades de cuidados intensivos ha crecido lentamente desde el pasado mes de octubre, cuando oficialmente empezó la sexta ola, pero desde diciembre se ha acelerado y a día de hoy ya ha superado los niveles de la cuarta y quinta ola. En abril y agosto, el máximo fue de unos 10.500 pacientes y en torno a 2.000 en UCI. A 7 de enero, hay 14.426 personas ingresadas y 2.056 en cuidados intensivos.

De continuar creciendo la presión asistencial, la ola ómicron podría equipararse a las olas anteriores a la vacunación, con los niveles de ocupación del pasado invierno, debilitando todo el sistema sanitario, mermado también por las bajas entre los sanitarios y el pico de la temporada de la gripe.

Ahora, el 12 % de las camas en planta y el 22 % de las de UCI están ocupadas por pacientes COVID, con porcentajes que ascienden rápidamente y que son especialmente elevados en Cataluña (41 %) y País Vasco (32 %). En el polo opuesto, Extremadura (9,9 %) y Galicia (6,6 %) son las únicas comunidades que se mantienen en un nivel de riesgo bajo en cuanto a la ocupación de sus UCI.

 

Y, en especial, la gravedad de esta sexta ola aumentará si se extiende entre las personas mayores, más vulnerables a la COVID-19 a lo largo de toda la pandemia, y en personas no vacunadas. Cuando uno no está inmunizado, la variante ómicron es grave, especialmente a medida que avanza la edad.

El inmunólogo e investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), Miguel Ángel del Pozo, recuerda que las personas que no están vacunadas tienen más posibilidades de sufrir síntomas graves por lo que considera que "no deberían jugársela" diciendo "voy a coger ómicron para inmunizarme". Todo lo contrario, este experto entiende que ómicron debería ser "un estímulo a la vacunación", según ha dicho en declaraciones a la agencia Efe.

Menos riesgo en los mayores por las vacunas, pero crece la incidencia

El coronavirus se ha cebado siempre en las personas mayores. Desde el inicio de la pandemia hasta el final de la quinta ola, el 36 % de los contagiados mayores de 90 años terminaba en el hospital, según los informes del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). En esta sexta ola, que empezó el 14 de octubre, ese porcentaje se ha reducido a la mitad, el 17,2 %. Idénticas tendencias se han dado en los grupos de 80 a 89 años (los hospitalizados bajan del 38 % al 12,6 %) y de 70 a 79 años (del 29 % al 6,5 %), según los datos del ISCIII hasta el 5 de enero.

Pero si el aumento de contagios se sigue extendiendo a los mayores, como ya está pasando, con tasas de incidencia en torno a los 1.000 casos en los mayores de 70 años, una parte acabará ingresada de gravedad. La letalidad ya está despegando de manera sostenida en el grupo de mayores de 80 años, que ha pasado de una media de 17 defunciones diarias a inicios de diciembre a 30 un mes después.

El impacto del coronavirus también crece en las residencias de mayores. Aunque las vacunas han sido decisivas y en 2021 han muerto en estos centros la quinta parte de mayores que en 2020 (5.000 frente a casi 26.000), los contagios en los últimos siete días han aumentado considerablemente, según el Imserso. Con datos aún provisionales, se ha pasado de reportar más de 1.600 casos a más de 3.600, más del doble, como ya pasó la semana anterior, al saltar los contagios de 650 a más de 1.600. Y si bien los fallecimientos no aumentan a la misma velocidad, se observa una clara tendencia al alza.

Más de tres millones de mayores de 12 años sin vacunar

Avanza la administración de las dosis de refuerzo, fundamentales para que los casos no se agraven. Se ha puesto la dosis de recuerdo a 15,1 millones de personas, un 32 % de los españoles, pero hay grandes bolsas de población aún sin ponerse ni una sola dosis de la vacuna.

Hay 3,2 millones de mayores de 12 años que no se han vacunado, lo que les convierte en un grupo muy vulnerable ante una infección grave Entre los adultos de 30-39 años hay todavía un 20 % que no ha recibido la vacuna, en torno al 15 % en el grupo de 20-29 años y uno de cada diez adultos de 40-49 años, precisamente los grupos en los que la incidencia acumulada es mayor.

Y, pese al 'efecto llamada' de la implantación del pasaporte COVID-19, el porcentaje de adultos vacunados no crece significativamente. Si aumenta la administración de primeras dosis desde finales de diciembre es por la incorporación de los niños de cinco a 11 años a la estrategia de vacunación.

Sin embargo, las clases en Primaria empezarán el próximo lunes con menos de la tercera parte de los alumnos de cinco a 11 años vacunada con la primera dosis; poco más de un millón de los 3,3 millones de alumnos de esa edad que hay en España. Aún faltan por ponerse la primera dosis dos millones de niños y niñas, lo que añade una gran incertidumbre al comienzo del curso escolar, unida a la de las posibles bajas entre el profesorado y la gestión de los brotes en las clases, cuya presencialidad pretenden preservar a toda costa el Gobierno y las autonomías. Queda mucha cuesta de enero por delante.