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Enfermería y magisterio: dos profesiones dedicadas al cuidado y condicionadas por el género

  • En 1920, a las mujeres se les atribuía únicamente dos profesiones: el magisterio y la asistencia a los enfermos
  • La feminización del magisterio y la enfermería son un hecho: más del 80% de sus profesionales son mujeres

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Las mujeres han ido conquistando derechos a lo largo de la historia.
Las mujeres han ido conquistando derechos a lo largo de la historia.

Las mujeres han ido conquistando derechos a lo largo de la historia. La incorporación al mercado laboral fue parte de esta lucha que ha abanderado el feminismo. Pese a ello, no se han librado de ser vistas como las llamadas a cuidar a los demás, casi en exclusiva. Cuando los hombres del momento se preguntaban en 1920 qué podía hacer una mujer fuera de su casa, figuras como el médico, historiador, escritor y pensador español Gregorio Marañón concluían que las mujeres eran aptas en “solo dos profesiones: el magisterio y la asistencia a los enfermos”.

Más del 80% del profesorado de magisterio es mujer

Justo un siglo después, si creemos superado este prejuicio de que existen profesiones para mujeres y para hombres, la realidad es que las mujeres representan un 72,1% frente al 27,1% de hombres que se dedican a la enseñanza. La mayor diferencia se da en los niveles más bajos, en Magisterio el 18,2% representaba a los varones y el 82,8% a las mujeres. El año 2017 se cerraba con un maestro por cada 40 maestras de Infantil, aunque la disparidad desciende a medida que ascienden las etapas y en la universidad las profesoras son un 43,5%.

Carmen Lahoz. Maestra

Carmen Lahoz. Maestra C. L

Carmen Lahoz (81 años, Valencia) trabajó 45 años como maestra de Infantil y vivió algunos cambios dentro de la docencia. Ahora ya está jubilada, pero recuerda su profesión con gran cariño. “Irme me costó lloros”, confiesa a RTVE.es. “A veces era un trabajo duro”. La mandaban a “pueblos viejos” donde los alumnos tenían que “llevar tacos de madera a la escuela para la estufa”. Además, tenía que hospedarse en pensiones y no conocía a nadie. “Te dejabas casi el sueldo porque solo cobrabas 1.300 pesetas”, asegura, pero guarda un buen recuerdo de su etapa como maestra en la que “era bien acogida” y la llenaban de “obsequios”. “A veces pienso '¡qué rabia! No me importaría volver a seguir'”, añade.

Te dejabas casi el sueldo porque solo cobrabas 1.300 pesetas

Lahoz no recuerda a ningún hombre en su etapa universitaria. “Todas mujeres,” responde rápida. Además, sus funciones como maestra no se limitaban solo a la escuela, sino que había cosas que hacían con los niños por “costumbre social”, como ir con ellos los domingos a misa. “Eran costumbres de aquellos tiempos, cositas marcadas de las que poco a poco hemos ido saliendo y mejorando”.

Marta Marchamalo (39 años, Madrid) estudió Magisterio en la Universidad Complutense de Madrid. “Éramos como 70 u 80, y entre ellos había cuatro chicos en infantil, pero en Educación Física pasaba al revés”. Ahora, con 15 años de experiencia, cuenta que solo ha tenido un compañero maestro en Infantil. “De Primaria sí, de Educación Física, de Música”. Ahora trabaja en un colegio en Fuensalida (Toledo), donde son nueve mujeres y ningún hombre en el profesorado.

Marta Marchamalo. Maestra

Marta Marchamalo. Maestra M. M

Marchamalo considera que la Educación Infantil, al tener una connotación de que consiste en “cuidar niños” más que en enseñarles, lleva a que la gente “en su subconsciente” la vea como “una cosa de chicas”, aunque “lo moderno” sería pensar que hoy en día todas las profesiones son apropiadas por igual para hombres y mujeres. “Las maestras de Infantil son muy creativas y resolutivas; el problema debe ser que hay pocos hombres creativos, porque no se meten a Infantil”, ironiza.

Marchamalo lamenta que no se valore su profesión. “Al ser los pequeños, tiene menos prestigio”, argumenta. “Lo ven como colorear y hacer solecitos” en clase, añade, “no se dan cuenta de que es la cantera del colegio”, y asegura que en su clase busca enseñar valores “en igualdad”.

Dos profesiones condicionadas por el género

Todos queremos que nos cuiden y que nos cuiden bien

“Todos queremos que nos cuiden y que nos cuiden bien”. Azahara Medina, madrileña de 34 años, no es maestra, sino enfermera, y ejerce desde 2006 en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, donde ha pasado por diferentes plantas, desde cuidados intensivos a urgencias. Cree también que “los trabajos que se destinan a los cuidados son invisibles y poco reconocidos” sin embargo, opina que es algo que debería estar en el centro de la sociedad pero que “se ve desplazado el valor que se le da”.

Azahara Medina. Enfermera.

Azahara Medina. Enfermera. A. M.

La feminización de la enfermería también es un hecho. Las enfermeras representan el 84,3% del empleo de esta profesión, lo que supone una proporción entre ellas y ellos de un varón por cada cinco mujeres.

Azahara Medina trabaja ahora como liberada sindical para intentar aportar su “granito de arena” a las reivindicaciones de sus compañeras. Medina estudió en la Facultad de Fisioterapia y Enfermería Salus Infirmorum que era “católica y por entonces, un poco estricta”, en la que se había llevado la cofia en el uniforme hasta dos años antes de su ingreso.

“En enfermería éramos 100% chicas”, recuerda, aunque “ahora hay más chicos en la profesión”. Sin embargo, los pacientes siguen asociando la autoridad a la figura masculina, la del doctor, y no se la reconocen a la enfermera. “El medico es 'doctor' y a nosotras nos llaman 'chica', 'morena'...”.

Para ella, el hecho de que se siga pensando que las enfermeras son “las que pasan la lista al médico” demuestra la falta de contacto con el mundo sanitario, aunque reconoce que el estereotipo se va rompiendo “despacito pero con paso firme”. “La enfermería te tiene que gustar y tienes que tener ese gusto por cuidar a la gente, pero también somos científicas, somos profesionales en el sentido amplio”.

El medico es 'doctor' y a nosotras nos llaman 'chica', 'morena'...

Claudia Balseiros (25 años, Pontevedra) también es enfermera, en su caso en el Hospital de Manacor en Palma de Mallorca y, aunque comenzó su carrera profesional hace apenas dos años, comparte con Azahara algunas de estas experiencias. Cuenta como una anécdota que a veces entra en su lugar de trabajo con su compañero celador, a quien los pacientes le dicen: “¿Usted es el médico?”.

Claudia Balseiros. Enfermera

Claudia Blaseiros. Enfermera C. B

Balseiros explica que los pacientes muestran cierta desconfianza hacia las indicaciones de los enfermeros, por ejemplo respecto a los medicamentos. Puntualiza que la enfermería es una disciplina totalmente independiente de la medicina y que son ellas las que están en contacto “más directo” con el paciente, quienes controlan su evolución y pueden decidir ajustes en el tratamiento, determinar si está funcionando o no. “Poco a poco la enfermería se va empoderando, vas enseñando a los pacientes las capacidades y las competencias que tenemos”, admite en este aspecto.

Ángela Fernández, enfermera.

Ángela Fernández, enfermera. A. F.

“La enfermería como todas las profesiones ha tenido grandes cambios”, explica Ángela Fernández, enfermera jubilada, que ejerció su profesión durante 46 años. “Antes los niños creían que si eran enfermeros tenían que acercarse al paciente y ser sensibles y entonces no eran hombres”.

A sus 70, lo tiene claro: “La medicina cura, la enfermería cuida. No tiene nada que ver una cosa con la otra, no se contraponen, las dos pueden y deben de ir a la vez”. Aunque recuerda tiempos en los que la enfermera era más un elemento decorativo, cuando recuerda el uniforme que llevaban en su juventud. “Era precioso, no podías sacar ningún paro cardiaco porque no te podías movilizar, pero el uniforme era precioso”.

Ellos ocupan los puestos de mayor responsabilidad

Azahara Medina confiesa que le da rabia que la enfermería la dirijan hoy en día gerencias que en un alto porcentaje están en manos de hombres que ni siquiera son personal sanitario. “Hay que romper esa barrera, una enfermera está cualificada para dirigir un centro sanitario”, alega.

El mismo problema se da en la docencia, según Noelia Nguiam (25 años, Madrid). Reconoce no haberse sentido discriminada nunca por sus compañeros ni por sus profesores, pero que le ha llamado la atención que “los puestos de mayor responsabilidad, como pueden ser los inspectores de educación” estén acaparados por los hombres.

Noelia Nguiam. Maestra

Noelia Nguiam. Maestra N. N

Nguiam acaba de conseguir plaza este año como maestra de Educación Física en Primaria en el colegio Nuestra Señora de la Luz. “En Magisterio cuando yo lo estudié había más chicos en las clases de Educación Física y, sin embargo, en la clase general donde estábamos todos los de Primaria éramos muchas más chicas”. En su colegio, el único hombre que hay también imparte Educación Física y el resto son mujeres. Ella cree que el motivo es que “se asocia el deporte a un género” y que esto se repite en la sociedad, que en general “valora más el deporte masculino que el femenino”.

Esta joven profesora ha notado machismo en algunas familias “que no tienen el mismo trato con un profesor que con una profesora” y que estas actitudes las repiten los alumnos. Marta Marchamalo coincide con ella e insiste en que hay erradicar los estereotipos.

Carmen Lahoz ya lo tenía claro cuando daba clase hace 50 años. “Hay que seguir luchando”. En la década de 1970 empezó su lucha en la escuela por derechos tales como poder llevar pantalones, que “no estaba bien visto”. Por su parte, Azahara Medina considera que se debe hacer una “gran reivindicación” para que “a todas las mujeres no les cueste tres veces más llegar a un puesto de relevancia, o conciliar nuestra vida laboral y personal”, y concluye: “Hay bastantes pasitos por dar y es muy importante el 8 de marzo dar guerra en eso”.