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"Las mujeres de Chile necesitábamos gritar todas juntas"

  • El colectivo se ha erigido en protagonista de las protestas en las calles
  • Las víctimas de la dictadura exigen una nueva Constitución que derogue la de Pinochet

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Cinco continentes - El grito de las mujeres chilenas contra la desigualdad

“Las mujeres de Chile necesitábamos gritar todas juntas”, dice sin cortarse Vilma Catepillán. Lo hace en una avenida de la ciudad de Punta Arenas, una de los últimos grandes núcleos urbanos al sur de Chile y balcón al estrecho de Magallanes que separa el continente americano del archipiélago de Tierra de fuego. Allí también, y como ocurre en todo el país, las protestas que exigen mejoras sociales han calado en las calles que estos días presentan pintadas exigiendo la renuncia del presidente Sebastián Piñera, mensajes por la revolución feminista o contra la violencia machista. Muchos de esos mensajes están sobre las chapas de acero que cubren los escaparates porque aquí también, cada viernes, se producen enfrentamientos entre algunos manifestantes y las fuerzas de seguridad, que según el Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile han usado la fuerza de forma “desproporcionada”.

Sobre las Fuerzas Armadas chilenas y el cuerpo de Carabineros han presentado desde esta institución pública pero autónoma decenas de denuncias que hablan incluso de abusos a mujeres en las comisarías. “Es parte de un sistema machista que está muy implantado en Chile”, asegura Vilma que considera como prioritaria la lucha contra la violencia de género que viven las mujeres en todo el país, dentro y fuera de sus casas.

Ruht Godoy y Vilma Catepillán creen que hay un

Ruht Godoy y Vilma Catepillán creen que hay un "sistema machista muy implantado en Chile" SANTIAGO BARNUEV0

La performance de las Tesis ‘Un violador en tu camino’ ha hecho que el grito de las mujeres chilenas se escuche por todo el mundo y Vilma reconoce que ha sido una inyección de fuerza. “Hemos podido visibilizar lo que vivimos y hemos podido contar muchas cosas a pesar de que nos han intentado ridiculizar. El mensaje de la canción es nuestra vida misma”, confiesa. Con ella está Ruth Godoy que se presenta como poetisa magallánica. “Somos mujeres que aguantamos mucho por nuestro carácter de la zona y tenemos que estar juntas para resistir todo lo que nos pasa”, nos cuenta.

Una nueva Constitución para frenar las protestas

Para salir del descontento social que se palpa hoy en Chile se habla de una nueva Constitución que olvide la que dejó el dictador Augusto Pinochet en 1980. El próximo 26 de abril se celebrará un plebiscito en el que los chilenos podrán decidir si quieren una nueva carta magna y quién debe redactarla. “Es una buena oportunidad para cambiar las cosas”, señala Andrea Vega, coordinadora de la plataforma ‘No+AFP’ en la región de Magallanes que exige un cambio en el sistema de pensiones individual y privado porque asegura, es responsable de que casi nadie en Chile pueda jubilarse dignamente.

La plataforma 'No+AFP' exige un cambio en el sistema de pensiones de Chile SANTIABO BARNUEVO

“A pesar de trabajar toda la vida, la mayoría no alcanza ni a cobrar 200 euros al mes", dice, mientras que el suelo mínimo es de poco más de 350 con un costo de la vida muy elevado. Este sistema impone a todos los trabajadores una empresa privada, la Administradora de Fondo de pensiones (AFP), que recibe cada mes el 10% del sueldo para el fondo de jubilación además de un 2% de comisión media de gestión. “Les entregamos el 80% del PIB del país para que especulen y algunas personas han llegado a perder dinero”, cuenta su compañera de lucha Luz.

Pasar la página de la dictadura 30 años después

“En Chile todos los derechos son vistos como bienes de mercado porque nuestra constitución así lo permite”, sentencia Andrea que además cree que este sistema impuesto por la dictadura tiene que quedar atrás al igual que todo lo que recuerde aquellos años de medidas ultraliberales y contra las que hoy se rebelan. Además, está la memoria de miles de muertos y desaparecidos y que hoy todavía está en la cabeza de sus víctimas. Como Magda Ruiz que fue detenida y torturada en Punta Arenas. El 11 de septiembre de 1973 se inició un golpe de estado que además de derrocar al presidente, Salvador Allende, inauguraba una persecución contra todo el que rondara la órbita de los partidos de izquierda. Ella era militante socialista y hoy es presidenta de la Asociación de ex presas políticas de Magallanes. Fue arrestada y torturada. Una vez liberada recibió la orden de expulsión de su propio país con un pasaporte que ponía “solo válido para salida”, como Mirna que hoy aún vive en Suiza.

Magda, Nancy, Mirna, Ines e Ilse muestran el lugar donde ellas mismas fueron torturadas

Después de vivir varios años fuera hoy forma parte de una organización que agrupa a decenas de mujeres que exigen justicia. A su lado están Ilse, Nancy, Mirna e Inés, que nos enseñan el lugar donde ellas mismas fueron torturadas. Hoy se llama la Casa de los Derechos Humanos en un intento frustrado de recuperar un edificio degradado, que pertenece al Estado chileno y que nadie consigue reformar por falta de recursos. Inés mira e intenta reconocer espacios, “por aquí nos bajaban del camión, nos vendaban los ojos y nos hacían bajar una escalera que han tapado y que llevaba al sótano”, señala. Es la primera vez que vuelve desde entonces. Inés militaba en el Partido Comunista como Ilse, una maestra ya jubilada que recuerda varios espacios del lugar.

“Abajo sufrí las peores torturas de mi vida. Te desnudaban, golpeaban y te daban descargas eléctricas para que dijeras donde estaban las armas del PC. Había un médico que les decía a los soldados cuando tenían que parar para no matarme. Cuando me devolvían, les decían a las demás que no me dieran agua porque regresaba con las pilas cargadas”, cuenta mientras respira profundamente. Y añade: “también me obligaban a escuchar cómo torturaban a mis amigos y ellos tenían que sentir todo lo que me hacían”.

Ilse: "Aquí sufrí las peores torturas de mi vida"

Cara a cara con tu torturador

Todo esto lo perpetraban militares y civiles que todavía se cruzan en las calles con ellas. “Una vez me encontré con uno en el centro de Santiago y le grité de todo”, recuerda Magda. “Torturador, asesino, criminal, le dije. Él se puso muy nervioso e intentó que me callara pero yo seguí y me subí en el primer autobús que vi. Ahí me volvió el susto”, dice entre las risas de las demás.

Abajo sufrí las peores torturas de mi vida. Te desnudaban, golpeaban y te daban descargas eléctricas para que dijeras donde estaban las armas del PC

“El mismo doctor que verificaba si podían o no torturarnos sigue aquí en Punta Arenas y encima me ha saludado alguna vez con una sonrisa”, confiesa Ilse. Han pasado muchos años de aquello pero Nancy, presa en la ciudad de Porvenir, dice que “ninguno de los gobiernos de la democracia chilena ha reparado a las víctimas. Seguimos esperando”.

A pesar de las historias que resuenan en los muros de la casa, las cinco amigas no pierden el humor y bromean constantemente “porque hay que seguir y lo que estamos viendo hoy en día en las calles de Chile es increíble”, dice Magda. “Nosotras hemos salido también a marchar pero las piernas nos duelen y no podemos correr como antes. Pero estos jóvenes han cambiado la manera de ver la vida. Ahora hay esperanza”.