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El temor a los atentados y al fraude marca las elecciones presidenciales afganas

  • Falta de seguridad y fraude obstaculizan los comicios 
  • Hamid Karzai mantendrá buena parte de su influencia 
  • Tres candidatos parten con más posibilidades 

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Afganistán se prepara para celebrar elecciones presidenciales

Población: 29.820.000

Etnias: 40% pastunes, 27% tayikos, 9% hazaras (chiíes), 9% uzbekos, 15% otros

Religion: 80% suníes, 20% chiíes

Analfabetismo: 70%

Esperanza de vida: 59.6 años

PIB: 20.500$ (2012)

Afganistán elige este sábado a su nuevo presidente en medio de un aumento de la violencia de los talibanes y con la vista puesta en la retirada de las tropas internacionales, a finales de año.

El actual mandatario, Hamid Karzai, en el poder más de 12 años, fue elegido como presidente constitucional en 2004 y renovó el cargo en 2009 en medio de denuncias de fraude. Estados Unidos apostó por él como hombre fuerte tras la invasión de 2001, pero progresivamente le ha ido retirando su confanza, y la relación mutua en los últimos años ha sido tormentosa.

El nuevo mandatario tendrá pendiente acabar con la insurgencia o pactar con ella, y fimar con EE.UU. un acuerdo que permita la permanencia de un reducido número de tropas en el país más allá de diciembre de 2014.

Falta de seguridad

El problema inmediato que ha encontrado el proceso electoral es el de la seguridad. Las elecciones llegan en medio de un considerable aumento de violencia por parte de los talibanes. A finales de marzo, atacaron dos veces en cuatro días las oficinas centrales en Kabul de la Comisión Electoral Independiente (IEC), causando 15 muertos.

Los fundamentalistas han advertido a la población de que no participen en las elecciones, especialmente en las zonas rurales. La situación ha llevado a los candidatos a celebrar mítines solo en las ciudades de un país mayoritariamente rural.

El Ministerio de Defensa anunció recientemente el despliegue de 95.000 soldados y 48.000 policías en todo el país para proteger los comicios.

Las muertes se han incrementado a medida que se acerca la fecha de retirada de las tropas internacionales. Según cifras de la ONU, la tendencia de víctimas civiles es creciente, con 2.959 fallecidos y 5.656 heridos en 2013, un incremento respectivamente del 7% y del 17% en comparación con el año anterior.

Los talibanes afganos, sin embargo, no pasan por su mejor momento, según asegura a RTVE.es Malaiz Daud, analista afgano e investigador asociado al Centro de Información y Documentación Internacional de Barcelona (CIDOB).

"Están perdiendo sus fuentes financieras, porque los emires árabes están gastando su dinero en la guerra de Siria, por ejemplo. Algunos talibanes se están convirtiendo en simples criminales, y están perdiendo el apoyo de la gente", explica.

Daud prevé que los estudiantes islámicos se embarcarán en los próximos meses en su habitual "campaña de verano", con más atentados, pero señala también que sus acciones no son ya tan ambiciosas como en el pasado. El recambio en la presidencia podría debilitarles aún más. "El próximo presidente no será tan paciente ni tolerante con los talibanes como lo ha sido Karzai", señala.

Para empezar, es muy probable que el candidato vencedor, sea quien sea, firme con Washington el acuerdo estratégico de colaboración que permitirá el establecimiento permanente de un número reducido de tropas estadounidenses en el país. Dicho acuerdo cuenta con el visto bueno de la Loya Yirga, la asamblea tribal, pero Karzai se negó a estampar su firma por desavenencias con sus antiguos padrinos, y le deja la tarea a su sucesor.

Ann Wilkens, ex embajadora de Suecia en Pakistán y Afganistán y colaboradora del Afghanistan Analysts Network (AAN), cree que un nuevo presidente que cuente con el respaldo amplio de las urnas puede llevar a los insurgentes a la mesa de negociación.

"A los talibanes no les ha interesado hasta ahora negociar con el Ejecutivo de Kabul. Siempre han querido hacerlo con los americanos", recuerda, en declaraciones a RTVE.es. "Si hay un resultado muy claro, si se elige a un presidente con muchos votos, la situación puede cambiar de cara a la reconciliación".

Fraude inevitable

El segundo problema de importancia es el de las irregularidades. El estado afgano es débil, prácticamente inexistente en algunas zonas. Fuera de la capital, Kabul, los "señores de la guerra" y los clanes familiares imponen su ley. El fraude es inevitable.

"No podemos esperar que las elecciones sean limpias" - lamenta Ann Wilkens - pero la cuestión es comparar con elecciones anteriores, porque hemos tenido una serie de elecciones en que la siguiente era peor que la anterior. Este desarrollo se puede romper. Si es mejor que en 2009, ya será un progreso".

En aquellos comicios, se anularon cientos de miles de papeletas fraudulentas en la primera vuelta, lo que provocó que el rival de Karzai, Abdulá Abdulá, se negara a competir en la segunda.

El analista del CIDOB está de acuerdo. "Todas las elecciones anteriores han tenido un montón de irregularidades, y esta no va a ser diferente", admite.

"La cuestión es si el fraude va a minar la legitimidad de las elecciones, y si los candidatos que pierdan aceptan el resultado o causan problemas", añade Malaiz Daud.

La sombra de Karzai

Con atentados o sin ellos, con fraude o sin él, se abre en Afganistán un periodo post-Karzai. Pero eso no significa el final del personaje, ni que su influencia vaya a desaparecer de la política afgana: Karzai tiene ya a su favorito entre los principales candidatos, todos ellos exministros de su gabinete.

"Con Rassoul [Zalmai Rassoul], Karzai tendría algo de influencia", dice Wilkens, quien cree que, en cualquier caso, "es difícil imaginar un presidente no pastún", la etnia mayoritaria, y a la que pertenece el propio presidente.

Malaiz Daud señala además el poder real, sobre el terreno, del actual mandatario y de sus redes clientelares. "La región de Kandahar, así como el sureste y el este del país, están firmemente en manos de Karzai y su familia - explica - Son lugares cruciales, por la presencia de los talibanes. Allí recibirán dinero de la CIA para combatirles".

No obstante, Ann Wilkens ve en la demografía una posibilidad de cambio profundo y real en el país, "Hay bastante gente que quiere un cambio ahora y muchos jóvenes que votan por primera vez. Algunos se han vuelto islamistas pero otros quieren la modernización. Va a ser difícil mantener la jerarquía de los viejos líderes", concluye la exembajadora sueca.

Tres candidatos en liza

13 millones de afganos tienen derecho al voto en estas eleciones. Ann Wilkens, exembajadora de Suecia en el país, advierte que es "es complicado saber lo que va a ocurrir en los comicios, o cuánta gente va a votar, porque es difícil hacer estadísticas en Afganistán". No obstante, según la prensa internacional estos son los candidatos con más opciones a convertirse en el sucesor de Karzai en la presidencia de Afganistán

Ashraf Ghani Ahmadzai - Ha ocupado cargos en el Banco Mundial y la ONU, y fue brevemente ministro de Finanzas. Pese a que es visto como el candidato favorito de los pastunes, la etnia mayoritaria en el país, se ha aliado con el señor de la guerra uzbeko Rashid Dostum, que aparece como vicepresidente en su candidatura. Con un programa muy centrado en la necesidad de luchar contra la corrupción rampante en todas las instancias de la Administración afgana, el exministro ha sido mucho menos claro en sus planes para pacificar el país y lograr un mínimo de consenso político.

Zalmai Rassoul - Ex ministro de Exteriores y emparentado con la realeza afgana. Su candidatura incluye al hermano del líder tayiko Ahmed Sha Masud, asesinado por los talibanes, y a la primera gobernadora regional del país, Habiba Surabi. Aparte de contar con apoyo de Karzai, no tiene el respaldo de ningún grupo importante, ni étnico y religioso, y por tanto sus posibilidades son dudosas.

Abdullah Abdullah - es el único de los principales candidatos a la Presidencia afgana que tiene el grueso de su base electoral entre los no pastunes, por lo que sus opciones de victoria se reducen si se acude una segunda vuelta. De ascendencia tayika, fue ayudante de Masud, ministro de Exteriores entre 2001 y ministro de Extreriores, y se presentó a las presidenciales en 2009, donde quedó segundo tras Karzai y renunció a un segunda vuelta por las sospechas de fraude. Tras aquella derrota, Abdulá fundó en 2010 un nuevo partido, el Movimiento por el Cambio y la Esperanza, que abarca a varios partidos islamistas.