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"Es raro encontrar una familia en Irak donde no haya detenidos, muertos o desaparecidos"

  • Se cumplen diez años desde el inicio de la invasión estadounidense de Irak
  • A pesar de los cientos de miles de muertes, ningún responsable ha sido juzgado
  • RTVE.es entrevista a varios iraquíes para hacer balance de esta etapa

Por
Yaroub Alí
Yaroub Alí, iraquí exiliado en Noruega.

Todavía hay veces que me despierto por la noche y creo que sigo en Irak. Todos mis sueños están allí, en Bagdad. No hay día que no piense en volver”. Son palabras de Yaroub Alí, iraquí exiliado en Noruega con su familia. Él es una de las tres millones de personas (cifras de Naciones Unidas) que continúan desplazadas y refugiadas,  consecuencia de una guerra que ha producido cientos de miles de muertos.

Tal día como hoy, hace diez años, Estados Unidos  inició la invasión ilegal de Irak con el apoyo de Gran Bretaña, España y Portugal. No contó, sin embargo, con el consentimiento de Naciones Unidas. Las razones que esgrimieron: existencia de supuestas armas de destrucción masiva y vínculos de Sadam Hussein con Al Qaeda y el 11-S. Posteriormente quedaría demostrado que los pretextos eran falsos.

Como en todas las guerras, las principales víctimas en Irak fueron –y continúan siéndolo- los civiles. Yaroub -en una entrevista a RTVE.es- explica cómo fue detenido en Bagdad en 2005 y torturado en la prisión de Almonsur donde permaneció encarcelado 15 días. “Nos golpeaban cada día, dejándonos marcas por todo el cuerpo”. Le acusaron de tener relación con la resistencia. Finalmente, tras el pago de 1.000 dólares por parte de su familia, fue liberado. Le comunicaron que no había cargos contra él.

“Peor fue lo que tuvo que pasar mi hermano gemelo, Jamal –prosigue- Él estuvo más de un año en la cárcel de Abu Ghraib. Fue torturado brutalmente a pesar de que nunca hubo ninguna prueba contra él. Por suerte quedó en libertad.  Es raro encontrar una familia en Irak donde no haya casos de detenidos, muertos o desaparecidos”, asegura.

Lejos de recuperarse, Irak sigue sumido en una espiral de violencia sectaria que parece no tener fin. La ruptura de tejido social, la falta de recursos en los servicios básicos de sanidad y educación, el desempleo y las secuelas físicas o psicológicas son realidades en un país que sigue desmembrado.

“La situación ha empeorado, diez años después. Es verdad que una dictadura nunca será justificable, pero hemos perdido la seguridad y los servicios básicos, todavía destrozados. Antes nunca hablábamos de qué confesión éramos, convivíamos entre nosotros, ahora es lo primero que se pregunta. Nos han dividido”, concluye.

“Irak ha quedado totalmente olvidado”

Eman Khamas, Premio Julio Anguita Parrado, también es iraquí y refugiada. Vive desde el año 2006 en Barcelona, donde trabaja como profesora de idiomas. Tras 13 años ejerciendo el periodismo en su país,  creó el Observatorio contra la Ocupación en 2003 con el objetivo de denunciar y documentar las tragedias de la guerra. Pero en 2004 fue clausurado y ella amenazada.

“Me llegaban mensajes de ‘sal de ahí’, ‘calla la boca’. Hubo un día en el que había fuego en la universidad donde estudiaban mis hijas. Ellas estaban encerradas y yo no podía salvarlas. Fue en ese momento cuando decidí salir del país, era imposible seguir allí, sin ningún mañana que vivir”, cuenta en una entrevista telefónica con RTVE.es.

“Irak ahora está peor: Las ciudades, sobre todo Bagdad, están completamente militarizadas con el ejército en las calles, llenas de check-points. Es muy difícil moverse. Encabezamos la lista de la corrupción. Apenas se han recuperado las infraestructuras destruidas. Es una situación de parálisis total. No están haciendo nada. La gente tiene paciencia, pero llega un momento en el que no puedes más”, opina.

Las ciudades en Irak están completamente militarizadas

Y añade: “Antes todo el mundo hablaba de Irak. Pero cuando salieron los americanos,  el país ha quedado totalmente olvidado.  Llevamos tres meses de protestas contra el actual Gobierno y no está saliendo en los medios de comunicación. La parálisis también es mediática”,

“Cuando regresé a Irak no conocía las calles ni los rostros”

“Estamos ante la falta de un proyecto verdadero, patriótico, nacional, que pueda unir a todos los iraquíes”, afirma Bahira Abdulatif, horas antes de cruzar la frontera entre Jordania e Irak. “Vuelvo a mi país dos años después desde la última vez que lo hice. Entonces no conocía las calles, ni los rostros –dice emocionada- Son muchas cosas. Tampoco sabía llegar a mi casa, aquello era un laberinto de muros. Ahora seguro que me pasa lo mismo. Más inseguridad, más miedo, más muerte”.

Bahira se encontraba en Madrid cuando comenzó la guerra. Lo recuerda así: “En los primeros días de la invasión, vi a través de los canales de televisión como un misil caía a 200 metros de mi casa. Eso es algo durísimo, hay que vivirlo para sentirlo. Se cortaron los servicios de luz, las comunicaciones. Los iraquíes que estábamos aquí estuvimos casi tres meses sin saber de nuestros familiares. Fueron momentos muy difíciles”.

“Ahora la realidad es pésima a todos los niveles –continúa- Siguen los cortes de luz entre dos y tres horas al día, escasez de recursos sanitarios, educativos… Desde dentro lo que se vive es un calvario continuo. El mundo entero fue testigo de esa invasión que supuso una violación flagrante al Derecho Internacional, pero ahora se ha corrido un tupido velo. Eso es lo que más rabia da”.

Un alto porcentaje de la población pacede depresión y enfermedades nerviosas

Por su parte, la periodista especialista en Oriente Medio Olga Rodríguez (quien ha viajado en varias ocasiones a Irak, apunta: “La mayor parte de los iraquíes que conozco están muertos, exiliados o envejecidos. Además, un elevado porcentaje de la población padece depresión y enfermedades nerviosas. En Faluya, donde las tropas estadounidenses emplearon fósforo blanco, las cifras de bebés nacidos con graves malformaciones superan en cinco la media internacional”.

Amnistía Internacional: “La tortura es una práctica generalizada en Irak”

Coincidiendo con el décimo aniversario del comienzo de la invasión, Amnistía Internacional ha publicado un informe donde alega que “Irak continúa enredado en un sombrío círculo de abusos contra los derechos humanos que incluyen ataques contra civiles, tortura de detenidos y juicios injustos”.

La ONG asegura que “la tortura es una práctica generalizada e impune de las fuerzas de seguridad gubernamentales, especialmente contra personas detenidas en virtud de la legislación antiterrorista, que son torturadas mientras permanecen recluidas en régimen de incomunicación para interrogatorio”.

Desde diciembre, miles de manifestantes han tomado las calles para protestar contra el actual Gobierno, principalmente por las detenciones arbitrarias, los abusos a detenidos y el uso de la legislación antiterrorista. “Hace tan solo unas semanas las fuerzas de seguridad mataron a siete manifestantes y arrestaron a decenas más que participaban en las revueltas”, asegura Olga Rodríguez.

Diez años después, y a pesar de la retirada del ejército norteamericano en 2011, EE.UU. sigue presente en Irak.  Y lo está, fundamentalmente, a través de 15.000 personas que trabajan en varias ciudades del país.

“La mayoría de ellos –prosigue Rodríguez- se concentra en la embajada en Bagdad, la más grande del mundo, con una extensión que equivalente a 80 campos de fútbol. Además de ellos, hay miles de mercenarios que trabajan para empresas privadas extranjeras para explotar el petróleo iraquí (segundas mayores reservas mundiales) o para realizar otras tareas bautizadas con el nombre ‘de reconstrucción’”.

Diez años después ningún responsable ha sido juzgado

Mientras el Ministerio de Interior y el de Petróleo fueron los más protegidos durante la guerra, los bagdadíes fueron testigos del mayor saqueo de su riqueza cultural en museos y bibliotecas, perdiendo en ellos buena parte de la historia de su país. Ahora ya no lo podrán recuperar. Tampoco a sus familiares muertos y desaparecidos. Diez años después ningún responsable por los crímenes cometidos ha sido juzgado.

Dice un refrán iraquí, que da nombre al libro de la periodista Olga Rodríguez, que “el hombre mojado no teme la lluvia”. “Yo soy ese hombre mojado”, dice Yaroub. “Nosotros, los iraquíes, ya no tenemos nada que perder”.