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La guerra civil en Siria extiende sus tentáculos al vecino Líbano

  • Se han producido graves enfrentamientos entre partidarios y opositores a Siria
  • La división sectaria en Líbano es aún más compleja que en Siria

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Milicias libanesas suníes durante el entierro del clérigo Ahmed Abdul Wahid, cuyo asesinto originó enfrentamientos en Beirut
Milicias libanesas suníes durante el entierro del clérigo Ahmed Abdul Wahid, cuyo asesinto originó enfrentamientos en Beirut

La liberación este viernes de los 14 libaneses chiíes secuestrados en Alepo ha puesto fin a una crisis temporal contagiada del conflicto de Siria pero las alarmas en Líbano ya han saltado. La muerte el pasado martes en Beirut del reconocido clérigo suní, Ahmad Abdel Wahed, provocó los primeros enfrentamientos armados sectarios entre partidarios de Bachar al Asad y sus detractores libaneses, y ha despertado a los fantasmas de la guerra civil.

“Queremos venganza contra Nasrallah (el líder de Hizbulá ) y contra Bachar al Asad”, gritaba la multitud que acompaño al cadáver del prestigioso sheij suní durante su entierro, apunta un artículo de El Mundo. Las milicias suníes han vuelto a hacer acto de presencia, asegura el mismo reportaje.

Pero este no es un incidente aislado. En Trípoli, donde los musulmanes suníes apoyan firmemente el levantamiento contra el presidente de Siria, nueve personas murieron la semana pasada en enfrentamientos con pro sirios tras la detención de un activista anti-Assad.

De hecho, el Ejército libanés desplegó un importante contingente en Trípoli y en el norte de Líbano, para poner fin a los enfrentamientos armados entre grupos afines y contrarios al régimen del presidente sirio.

La delicada paz artificial instaurada en Líbano tras la guerra civil es cada vez más frágil y el miedo al contagio del conflicto sirio mayor. Países como Kwait, Catar, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos (algunos de ellos, firmes patrocinadores de la oposición siria) ya han pedido a sus nacionales que salgan de Líbano.

"Estamos entrando en una fase de inestabilidad que se prolonga al Líbano. No existe una forma directa en la que estos eventos puedan ser totalmente contenidos", ha manifestado a Reuters el analista de Eurasia Group, Ayham Kamel.

La posición libanesa en el conflicto sirio

En la esfera suní libanesa, según comenta la periodista Natalia Sancha, “los sheijs locales de Trípoli y Sidón, - los dos bastiones suníes- han pujado por mantener la presión de la opinión pública convocando numerosas manifestaciones y librando incendiarios discursos contra el régimen de Bachar al Asad y los chiíes”.

Desde que comenzaran las revueltas sirias, el Gobierno libanés liderado por Najib Mikati, un suní que cuenta con el apoyo de la poderosa milicia chií Hizbulá y de las corrientes pro-sirias, ha apostado por mantener una escrupulosa neutralidad. Sin embargo, al Gobierno le es cada vez es más difícil mantener esa posición.

Según datos de ACNUR, actualmente hay alrededor de 26.000 refugiados sirios instalados en campamentos libaneses cerca de la frontera. El régimen de Damasco denuncia que muchas de las operaciones del opositor Ejército Sirio Libre tienen su base en territorio libanés y que la porosa frontera, especialmente en el norte, es un coladero de armas.

"Hay serios esfuerzos para convertir el norte en una sala de operaciones para los rebeldes sirios", ha manifestado el analista del International Crisis Group, Sahar Attrache. "Esto sólo ocurrirá en ausencia del ejército y la autoridad del Estado", añade.

La postura de Hizbulá

Una de las posiciones más escrutadas desde que estalló el conflicto es la de la poderosa milicia integrista chií Hizbulá, que encabeza la coalición de gobierno 8 de Marzo y que cuenta con dos ministros en el gabinete de Mikati. El Partido de Dios ha mantenido una postura muy comedida desde el comienzo de las protestas en Siria, pese a ser uno de los socios regionales más incondicionales al régimen de Asad.

"Hezbollah va a quedarse de brazos cruzados. No va a hacer nada. El modus operandi de Hizbulá ha sido siempre el de no ser arrastrados a la lucha sectaria", ha manifestado a la misma agencia Amal Saad Ghorayeb, autor de un libro sobre el movimiento chií.

"Siempre y cuando estos grupos no representen una amenaza para de Hezbollah de cara a Israel, no hay manera de que el grupo se vea arrastrado solo a causa de los asesinatos", apunta el experto.

Un ejemplo se vio el pasado martes, cuando su líder, el clérigo Hasan Nasralá, hizo un llamamiento a la moderación después del secuestro de los peregrinos libaneses en Siria, para evitar así verse atrapado en los combates de Beirut.

No obstante, también "quiere evitar cualquier tipo de apoyo efectivo real a la oposición siria que inclinara la balanza en el terreno", ha dicho a Reuters el analista de International Crisis Group Sahar Attrache.

El laberinto confesional de Siria se complica en Líbano

Si Siria un complicado puzzle de etnias, confesiones e intereses geoestratégicos, Líbano es una extensión quizá más complicada aún del rompecabezas. En poco menos de 10.500 km cuadrados conviven, mal que bien, musulmanes – chiíes y suníes- cristianos y drusos. El 54% de la población es musulmana (un 26% suníes, un 27% chiíes y un 1% alauíes, la secta del presidente sirio Bachar al Asad), el 40% es cristiana (maronita, ortodoxa y católicos orientales) y un 4% son drusos.

Entre 1975 y 1990 el país vivió un sangriento conflicto interno, en el que también participaron palestinos e israelíes, y que enfrentó a todos contra todos. El resultado fue la muerte de entre 130.000 y 230.000 personas.

Facciones cristianas contra milicias suníes y chiíes. Intervención de Siria, refugiados palestinos e Israel. La guerra civil en Líbano duró quince años y dejó más de 150.000 víctimas civiles y es el precedente más radical de un conflicto sectario.

En el acuerdo de Taif, firmado en 1989, las partes aceptaron un complejo sistema de estado que reparte los poderes entre las comunidades religiosas (por ley, el Presidente de la República es un cristiano, el presidente el primer ministro un Suní y el presidente del senado un chií).

Además, heredada de aquella guerra, Siria ha ejercido un semi-protectorado sobre Líbano que se extendió hasta su retirada en 2005. Sin embargo, los tentáculos sirios se extienden a las confesiones y grupos políticos del país, y mantiene especial influencia en la milicia chií Hizbulá, que en estos momentos controla el gobierno.

Ahora, según Natalia Sancha,“el régimen sirio podría aprovechar la coyuntura para desviar la atención del conflicto sirio hacia Líbano y así ganar bazas en una futura negociación en el tablero regional e internacional”. Mientras, la oposición libanesa, los miembros del bloque antisirio 14 de marzo, apuntan con el dedo: "el régimen sirio decidió exportar su crisis al Líbano a través de un proyecto de guerra civil", ha dicho el exprimer ministro Fuad Siniora.