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Los efectos del colapso de Lehman Brothers aún marcan la política de EE.UU.

  • Era el cuarto mayor banco de inversión y socio en transacciones en todo el mundo
  • El hundimiento de Lehman Brother desencadenó el "gran pánico" de 2008
  • Un año después, los expertos opinan que fue un error dejar que desapareciera
  • Tras su quiebra, los inversores retiraron el dinero de las cuentas y se cerró el crédito

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Se cumple el primer aniversario de la quiebra del gigante de inversiones Lehman Brothers

La respuesta del gobierno de EEUU y la Reserva Federal a la crisis económica sigue siendo determinada, en gran medida, por su horror ante las repercusiones del colapso de Lehman Brothers, que el 15 de septiembre cumplirá un año.

Las inyecciones frenéticas de dinero en los mercados, las garantías a los depósitos de las cuentas monetarias, la compra de acciones de la banca y otros programas de intervención pública aún en vigor llegaron después de que las autoridades estadounidenses tomaran una decisión singular en la Reserva Federal de Nueva York.

Henry Paulson, el secretario del Tesoro, y Ben Bernanke, el presidente del banco central estadounidense, decidieron dejar que se hundiera Lehman Brothers, un gigante de las finanzas con 158 años de solera.

"Visto ahora, está claro que fue un error", ha declarado John Boyd, asesor del Banco de la Reserva Federal de Minneapolis. "Entonces todo el mundo creía que los mercados habían anticipado y asumido que Lehman Brothers caería, pero su reacción fue una sorpresa", ha añadido.

El hundimiento de ese banco de inversión no fue la causa de la crisis financiera, pero sí el desencadenante del "gran pánico" de 2008. "El sistema financiero global estuvo muy cerca del colapso", reconoció Bernanke en una entrevista en marzo.

La quiebra de un grande

Los problemas de Lehman Brothers eran conocidos: se había endeudado tremendamente por la compra de activos cuya demanda se había hundido de forma súbita, en particular títulos hipotecarios estadounidenses. La caída del mercado inmobiliario significó su ruina.

Apuestas similares había realizado el banco de inversión Bear Stearns, al que el gobierno se vio obligado a sostener en marzo de 2008 con un préstamo de 29.000 millones de dólares que permitió su compra por JP Morgan Chase.

"Paulson odió rescatar a Bear Stearns", ha relatado una fuente financiera cercana al actual gobierno que ha pedido no ser identificada.

Con acceso privilegiado a las cuentas de Lehman Brothers, él y Bernanke sabían que esa entidad sería la siguiente víctima y se pasaron seis meses pensando cómo dejarla quebrar si no encontraban un comprador, según la fuente.

Su objetivo era restablecer la disciplina de mercado con una señal de que el gobierno no sería la tabla de salvación de todas las entidades.

Querían que los bancos limpiasen ellos mismos los pozos ciegos donde habían echado el papel "basura" y se lo pensasen dos veces en el futuro antes de especular de forma desenfrenada.

La intervención de la Reserva Federal

El tiro les salió por la culata a las autoridades porque no entendieron el alcance de los tentáculos de Lehman Brothers, que era socio en transacciones en todo el mundo y su presencia era particularmente importante en el mercado de pagarés a corto plazo, que las empresas usan para cubrir gastos como el pago de salarios.

Su quiebra detuvo en seco ese mercado al hacer que los inversores, asustados, retiraran el dinero de las cuentas monetarias, un sector de 3,6 billones de dólares que financia el mercado de pagarés.

Como resultado, el crédito se congeló, algunas compañías no pudieron pagar a sus empleados y el gobierno tuvo que intervenir con una garantía de los depósitos en ese tipo de cuentas.

Tras Lehman, la Reserva Federal tuvo que asumir funciones de prestamista antes desempeñadas tan sólo por bancos privados, gracias a su suministro inagotable de dinero, que simplemente imprime.

Un año después su brazo sigue metido hasta el codo en el sistema financiero para evitar otro descalabro como el de Lehman Brothers.