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El pinchazo de Olano en el Mundial de ciclismo, 30 años de una victoria que marcó a una generación en Conexión Vintage

  • Abraham Olano y su compañero en aquella selección Santi Blanco rememoran la cita de Boyacá
  • Conexión Vintage ‘Abraham Olano, un pinchazo y un arcoíris’ a las 22:45h. en Teledeporte y RTVE Play
Conexión Vintage 30 años del arcoíris de Abraham Olano: Reportaje Informe Semanal 'Olano, El Heredero'
Felipe Fernández
Felipe Fernández

Hay momentos que uno presencia —ya sea in situ o viendo la televisión— que marcan generaciones enteras. Para los que se criaron en la década de los 80 es imborrable el recuerdo de Naranjito, la caída del Muro de Berlín o los 12 goles a Malta en el Villamarín.

Lo mismo sucede con la generación siguiente, aquellos que crecieron en los noventa. Ya seas de los muy aficionados al deporte o no, seguro que recuerdas como si fuera ahora la flecha que encendió el pebetero de Barcelona 92, la mascota de la Expo 92 —de nombre Curro—, el codazo de Tassotti a Luis Enrique y la rueda pinchada de Abraham Olano antes de ganar el Mundial de ciclismo.

Este último momento único de la historia del deporte español será el recordado en la próxima edición del programa Conexión Vintage de Teledeporte con motivo de su 30º aniversario.

Aquella medalla de oro fue especial y no solo por ser la primera vez en la que un español se vestía de arcoíris. Abraham Olano, medalla de oro, y junto a él en el podio Miguel Indurain, medalla de plata, y Marco Pantani, medalla de bronce. Dos de los ciclistas más amados de la historia para españoles, italianos y amantes del ciclismo de cualquier parte del mundo.

El resultado final dejó huella porque el guipuzcoano rodaba escapado en cabeza cuando pinchó su rueda trasera a falta de poco más de un kilómetro. Para evitar que sus perseguidores le alcanzaran, Miguel Indurain (máximo favorito al triunfo después de ganar su quinto Tour consecutivo) realizó de manera impecable la función de secante. Era tal su poder de intimidación que cada ataque del italiano Pantani y del suizo Mauro Gianetti se derrumbaba en cuanto veían que el navarro se había soldado a la rueda del aventurero.

Un doblete como recompensa de un gran trabajo grupal

La labor de Indurain fue impecable, como la de todo el equipo español dirigido por el fallecido Pepe Grande. La estrategia del equipo español fue perfecta, una partida de ajedrez en la que cada figura tuvo su vital importancia.

El plan estaba perfectamente marcado y, como reconoce Santi Blanco, bien explicado: “allí cada uno sabíamos a lo que teníamos que ir”. Indurain era el líder indiscutible después de ganar su quinto Tour de Francia, Abraham Olano iría por libre después de ganar tres etapas en la Vuelta y acabar en el podio una semana antes de la cita mundialista.

En las primeras vueltas el trabajo de control era responsabilidad de Marino Alonso, Aitor Garmendia y Fernández Ginés. En el umbral de los 150 kilómetros quienes deberán responder serán Marcos Serrano, David García y Santi Blanco. Por último, cuando lleguen a los 200 km, quienes deberán estar al lado de Indurain serán Ramón González Arrieta y Javier Mauleón, reservándose para las últimas cuatro vueltas a los escaladores Fernando Escartín y José María Jiménez.

La consigna era muy muy clara, confiesa Olano: “No podía darse ni una sola fuga en la que hubiera un italiano y que no se hubiera filtrado un español”.

Esa pugna con Italia marcó la carrera. Igual de importante fue el control de los españoles durante casi toda la prueba como el movimiento de Escartín al meterse en una fuga con el suizo Felice Puttini. Obligó a la selección italiana a trabajar para echar abajo la fuga y liberó así a sus compañeros del esfuerzo con el viento —y la lluvia— dando en la cara.

‘El extraterrestre’ navarro pudo reservarse durante gran parte de la prueba a cola del pelotón y cuando la prueba llegaba a las últimas de las 15 vueltas diseñadas al circuito de Duitama, pasó a la cabeza.

Pincha Indurain y pincha Olano

Todo desencadenaría en la penúltima vuelta, en el penúltimo paso por el Alto de El Cogollo. El gran favorito, Miguel Indurain, de descolgó al concluir la subida por un pinchazo en su rueda trasera. Saltaban todas las alarmas.

Un veloz cambio de bici y su destreza en el descenso le permitieron no solo enlazar pronto sino también atacar a todos los favoritos cuando menos se lo esperaban. Lástima que el ruso Konyshev, que rodaba por detrás del navarro, le vio las intenciones y se soldó a su rueda.

En el preciso instante en el que Indurain levantó el pie, seguido del resto de corredores, saltó a la aventura Abraham Olano. Ese movimiento nacido de la inspiración espontánea acabaría resultando decisiva

Ni los ataques de Pantani o Gianetti —respondidos por Indurain— ni un pinchazo en su rueda trasera pudo evitar que por primera vez en la historia un ciclista español subiera a lo más alto y se ganar el portar durante un año el maillot arcoíris. "No levanté los brazos en meta por miedo a caerme con la rueda como la llevaba".

Olano firmó una página de oro de la historia del ciclismo español después de 7 horas y 55 minutos. No se había conseguido antes una victoria española, pero en 4 días se apuntaron los mismos corredores las medallas de plata y de oro en las pruebas en ruta y contrarreloj.

Imposible de olvidar tanto sufrimiento y tanta alegría contenida en un kilómetro. Cualquier pinchazo ya desde entonces sería comparado con el que sufrió Olano en Duitama. "Mas allá de las cuatro victorias que he conseguido, aquel triunfo ha sido el mejor de mi carrera como ciclista", reconoce Santi Blanco.

'Abraham Olano, un pinchazo y un arcoíris'

El programa Conexión Vintage viaja 30 años después a los Mundiales de ciclismo de Colombia a través de las imágenes del Archivo de TVE. Abraham Olano y Santi Blanco recordarán junto a Felipe Fernández uno de los considerados como cita mundialista de mayor dureza. 15 vueltas para conformar un circuito de 265 kilómetros en total, con 4.500 metros de desnivel acumulado. Quince pasos por el Alto El Cogollo bajo un calor desmesurado, la aparición de la lluvia y la aclimatación a una altitud que rozaba los 2.500 metros. De los 98 ciclistas que tomaron la salida solo 20 pasaron por debajo de la pancarta a de meta.