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Di María, nuevo jugador del Real Madrid

  • El club blanco anuncia la contratación del argentino del Benfica
  • Jugará en el Real Madrid las próximas seis temporadas
  • Di María se encuentra concentrado con su selección en Sudáfrica

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El argentino Angel di Maria, en el Mundial de Sudáfrica.
El argentino Angel di Maria, en el Mundial de Sudáfrica.

Angel Di María, internacional argentino que militaba en el Benfica, ha llegado a un acuerdo con el Real Madrid para las próximas seis temporadas, según ha anunciado el club madridista.

Di María, quien se encuentra concentrado con Argentina en el Mundial de Sudáfrica, es titular en la selección que dirige Diego Armando Maradona y se ha convertido en el primer fichaje de la 'era Mourinho' en el Real Madrid, que habría pagado cerca de 25 millones por sus servicios.

Nacido el 14 de febrero de 1988 en Rosario (Argentina), ha sido elegido esta temporada como mejor jugador de la Liga portuguesa y ha ganado dos Copas de la Liga y una Liga con el Benfica; con Argentina ha conquistado un campeonato del Mundo Sub-20 y la medalla de oro en las Juegos Olímpicos de Pekín.

Di María, un endiablado extremo para el Madrid

El internacional argentino Angel di María, que abandona el Benfica por el Real Madrid, es un endiablado extremo zurdo que explotó el último curso en Portugal tras un largo y duro proceso de aprendizaje que duró tres temporadas. El nuevo fichaje merengue es un jugador completamente distinto al que llegó a Lisboa en el verano de 2007, cuando fichó por el Benfica procedente del Rosario Central argentino a cambio de ocho millones de euros.

Entonces, un chaval paliducho, delgado y parco en palabras aterrizaba en el mayor club de Portugal con la responsabilidad de suplir al idolatrado Simao Sabrosa, traspasado al Atlético de Madrid. La principal carta de presentación de aquel semi desconocido chico de 19 años era la Copa Mundial sub'20 de la FIFA, conquistada en Canadá con la selección albiceleste, en la que tuvo una notable actuación.

En su primer año en Europa, "Angelito" se diluyó influido por la negativa inercia del equipo, que, bajo la dirección del español José Antonio Camacho, acabó la temporada 2007-2008 en el cuarto puesto, uno de los peores en la historia del Benfica. A pesar de la discreta actuación en su club, el extremo zurdo participó en los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008 al servicio de la selección argentina y se convirtió en héroe al anotar el gol que dio la medalla de oro a su país, que superó a Nigeria en la final.

En la temporada 2008-2009 tuvo otro entrenador español: Quique Sánchez Flores. Su rendimiento mejoró ligeramente respecto al curso anterior -completó 24 partidos y anotó dos goles-, pero no se despojó de su irregularidad sobre el campo.  Individualista y poco participativo, Di María no concretaba sus prometedoras jugadas, que morían al filo del área, y tan solo era capaz de dejar esporádicos destellos de genialidad.

Su explosión se hizo esperar

Su relación con Sánchez Flores también estuvo marcada por roces. A pesar de que el español siempre quiso protegerle de su sobre exposición mediática, Di María no encajó bien algunas decisiones técnicas. Los aficionados lusos aún recuerdan la agria discusión que ambos protagonizaron después de que el argentino fuese el elegido para salir del terreno de juego en un partido liguero frente al Trofense.

Aunque su explosión en el campeonato luso se hacía esperar, la cotización internacional del futbolista se mantenía en alza y clubes como el propio Real Madrid, Barcelona o Inter de Milán siempre le rondaron.

En la temporada 2009-2010, el argentino se reveló como el futbolista que apuntaba. Un nuevo técnico, el portugués Jorge Jesús, le inyectó la motivación que le faltaba y le colocó como titular indiscutible. El resultado no tardó en llegar. Se proclamó campeón de Liga con el Benfica, competición en la que se convirtió en el mejor pasador, y marcó 10 goles sumando todos los partidos oficiales del club.

Con 1,80 metros y 75 kilos -ganó corpulencia para batirse con las defensas-, su capacidad de desborde y fuerte disparo le sirvieron para desarmar las zagas más tupidas. "Más allá de sus cualidades, intenta aprender cada vez más. Es muy humilde", comentó Jesús, el entrenador que dio el espaldarazo final al agitador Di María.