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La mano derecha del papa, la hermana María Luisa Berzosa, atiende a La Tarde en 24 horas para desvelar los detalles de su amistad con el Santo Padre. Berzosa fue su consultora entre los años 2019 y 2024.

Cinco años es el tiempo máximo que Francisco permitía poseer este cargo para que hubiese una renovación continua. Berzosa fue la primera mujer que accedió a él, en la asamblea de obispos: "Fue muy impactante", indica Berzosa.

Además, ha revelado que pudo crear una amistad con el pontífice desde que se conocieron: "Francisco siempre estaba presente en los tiempos informales antes de las sesiones. Ser amiga personal del papa no tiene caducidad", confiesa.

Jorge Dezcallar, exembajador de España en la Santa Sede, valora en el Canal 24 Horas de TVE el proceso de elección del nuevo papa. Dezcallar explica que los cardenales que son susceptibles de votar al nuevo pontífice —menores de 80 años— son 134 y que de estos 110 fueron nombrados por el papa y sus procedencias son de todo el mundo.

"Los tiempos en que la Curia estaba dominada por italianos o por europeos han pasado a la historia", destaca. Por ello, aclara que la gran diferencia con otros cónclaves es que participará mucha gente que tiene, en teoría, "una cierta longitud de onda" con el papa que acaba de fallecer, pero que no se conocen entre sí y que no forman grupos homogéneos y recuerda que hay un dicho en el Vaticano que dice: "Quien entra papa en el cónclave sale cardenal".

El médico del papa Francisco, Sergio Alfieri, visitó al pontífice unos pocos días antes de su fallecimiento. Según le comunicó, se encontraba mejor y podía trabajar. En la madrugada del lunes, el doctor recibió el aviso de que el papa se encontraba muy enfermo. Cuando llegó a su residencia, constató que Francisco no respondía a los estímulos y comprendió que se encontraba en coma.

La hermana Geneviève no dudó en romper el protocolo y permanecer varios minutos rezando ante el cadáver de Francisco, mientras cardenales y obispos desfilaban ante el féretro del papa sin detenerse más que unos instantes.

El gesto tiene un porqué: sor Geneviève Jeannegros era amiga personal del papa y sobrina de otra religiosa, desaparecida durante la dictadura argentina, que también era cercana a Bergoglio. Sor Geneviève lleva más de 50 años ayudando a mujeres transexuales y feriantes. Vivía en una caravana en la localidad de Ostia, en las afueras de Roma. Todos la recuerdan por su bondad, su buenísima disposición y, sobre todo, por haber sido puente entre dos realidades hasta ahora muy alejadas: los colectivos más marginados y el papa de Roma.

Las horas transcurren, pero el fervor por despedir al papa Francisco continúa. Durante toda la noche y la mañana del jueves, los fieles no han dejado de llegar a la plaza de San Pedro en una marea humana que ha tenido que esperar largas colas, incluso de madrugada. Los fieles proceden de todo el mundo y a cada uno le mueve una razón diferente

"Era un lider que realmente amaba. Amaba a la gente y yo creo que quería extender ese mensaje de amor verdadero y compasión", señala una estudiante estadounidense. "Era el papa de mi era", asegura Mark, un fiel filipino, que espera su turno con el rosario en las manos.

Otros asistentes destacan sus vertiente humana: "Un papa maravilloso, bueno humano, inteligente..." afirma una mujer. Como muchos de los que han pasado hoy por la capilla ardiente de Francisco, le agradece su cercanía a los fieles por ser, en definitiva, un papa para el pueblo.

El cardenal que hace oficial la muerte del papa es el conocido como "camarlengo". Cada pontífice tiene su propio camarlengo. El irlandés, Kevin Farrel ha sido el del papa Francisco. Él ha anunciado su muerte y será quien cierre su féretro La corresponsal de TVE en Roma, Begoña Alegría nos explica los cometidos principales de esta figura entre los que se encuentran resolver los trámites de la sepultura y sellar la estancia papal.

Puede que sea una de las imágenes más potentes y, sin duda, será una de las que marque la despedida al papa Francisco. Es el momento en el que una monja de 82 años se salta el cordón de seguridad que rodea el féretro del pontífice y se acerca al cuerpo para darle su último adiós a escasos metros de distancia.

Sor Geneviève Jeanningros no ha dudado en saltarse el protocolo, pero nadie ha puesto problemas; le han permitido llorar. Y es que no solo se despedía del papa, también se despedía de un amigo. La religiosa tenía un vínculo especial con el pontífice: es la sobrina de una monja argentina amiga de Bergolio que desapareció durante la dictadura.

Sor Geneviève compartía con el papa Francisco su pasión por ayudar a los más frágiles, a los desfavorecidos. Vive en una caravana y ayuda a prostitutas y a transexuales