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El enigma Theresa May

  • La “Dama de Hielo” ha llegado a primera ministra sin revelar qué piensa de verdad
  • Se ha revelado hábil en cambiar de opinión e incluso de bando si es necesario

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Theresa May sale de un acto electoral en Wolverhampton
Theresa May sale de un acto electoral en Wolverhampton.

A Theresa May la bautizaron hace ya años la “Dama de Hielo”, seguramente porque el sobrenombre de “Dama de Hierro” ya se lo adjudicó Margaret Thatcher, la primera y hasta ahora única mujer ocupante del 10 de Downing Street. Ambos apodos transmiten la misma imagen de dureza, de convicciones firmes, de seguridad en sí mismas, pero no sería mala idea intercambiarlos: donde Thatcher, para bien o para mal, siempre fue transparente como el hielo, May se esconde tras una impenetrable coraza de hierro.

“Tras esta campaña sabemos más de Theresa May de lo que sabíamos pero menos de lo que sabemos de cualquier candidato a primer ministro que me venga a la mente -explica a RTVE el profesor de Política Europea del King's College, Anand Menon-. Estas elecciones han consistido para ella en revelar lo menos posible, toda su estrategia consiste en decir: ‘Confía en mí, soy fuerte, vótame’. La falta de detalle en su estrategia negociadora del Brexit es totalmente asombrosa. No tenemos ni idea, sólo sabemos que es fuerte, y supuestamente estable”.

La falta de detalle en su estrategia negociadora del Brexit es totalmente asombrosa

Fuerte y estable, strong and stable, palabras que repitió machaconamente en el arranque de la campaña. Un histórico del Partido Conservador como Kenneth Clarke recurrió a una expresión menos políticamente correcta: antes de una entrevista, cuando creía que las cámaras no le estaban grabando, reconoció que Theresa May “is a bloody difficult woman”, una mujer condenadamente difícil. Clarke fue el único tory en votar contra la activación del artículo 50 en marzo y no seguirá en el Parlamento.

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Las mil caras de Theresa May

Ser fuerte, estable y condenadamente difícil ha ayudado a May a sobrevivir siete años al frente de Interior, más que ningún otro titular de la cartera en 60 años. Pero su salto al 10 de Downing Street reveló otra dimensión de Theresa May, la de animal político, hábil en cambiar de opinión e incluso de bando -apoyó la causa proeuropea en el referéndum de 2016- si es necesario.

Minutos después de ser escogida primer ministra por aclamación de su partido, May lanzaba una inesperada OPA hostil al votante laborista, hijo y nieto de laborista, ese trabajador que apenas llega a fin de mes, patriota inglés, que pidió Brexit. “Mi gobierno no se guiará por el interés de los privilegiados sino por el vuestro”, decía. En los meses posteriores criticaba los sueldos millonarios de los directivos y los salarios paupérrimos de los trabajadores. Culpaba a las multinacionales, a la globalización, a las fronteras abiertas. Hablaba el lado izquierdo de su cerebro. Había nacido la “tory roja” o “Theresa Mao”.

Theresa May es la política británica más cercana a Marine Le Pen

Sólo que el lado derecho de su cerebro, su lado conservador, seguía estando ahí. “Es una política británica chapada a la antigua, y es que May es la hija de un vicario y viene de un pueblo pequeño", señala el profesor de Política Comparada también de la London School of Economics, Simon Hix. "Pertenece a esa generación que aún recuerda una Gran Bretaña principalmente blanca, un país más cristiano y conservador. Ese es el país que quiere recrear, esa es su visión del Reino Unido, una visión pre-Tony Blair e incluso pre-Margaret Thatcher”, añade.

¿Es esa dualidad única en Europa? Hix encuentra un referente contundente: “Por esa visión tradicional, cristiana y conservadora, y por enviar furgonetas por todo el país avisando a los inmigrantes ilegales de que los encontraría y los deportaría como ministra del Interior, Theresa May es la política británica más cercana a Marine Le Pen”.

Una máscara con fecha de caducidad

¿Manda más el lado izquierdo o el derecho? ¿Es conservadora de corazón y ha girado a la izquierda por puro cálculo político? Nadie lo sabe con certeza. Pero la máscara impenetrable de Theresa May tiene fecha de caducidad: este viernes, 9 de junio. Si los tropiezos varios de su campaña, como sus anunciados recortes en ayudas sociales; si su gestión de la policía, puesta en duda por Jeremy Corbyn tras el atentado del London Bridge, le hacen perder su mayoría absoluta, como apuntan algunos sondeos (los menos) habrá guerra abierta en el partido.

La primera ministra británica Theresa May adelantó las elecciones para lograr más fuerza con la que negociar el brexit y el brexit ha dominado buena parte de la campaña electoral que entra ya en su última etapa. Los británicos votan el próximo jueves y, si se cumple el calendario previsto, once días después, el 19 de junio, Londres y Bruselas se sentarán frente a frente y empezarán a negociar.

May, aseguran los expertos, siempre ha mantenido las distancias con el ala liberal del partido, los herederos de Thatcher modernizados por David Cameron. Para el profesor de Política de la universidad de Kent Matthew Goodwin, “esa parte del partido está callada, guarda la disciplina, pero está esperando a que May se estrelle”. Entre ellos hay también descontentos con la primera ministra por haber acumulado tanto poder en su persona y en un círculo muy pequeño de colaboradores. “Si la encuesta a pie de urna pronostica un parlamento sin mayorías, saldrán de inmediato a pedir un retorno a la esencia del partido, los tories se vendrían abajo y la primera ministra dimitiría al día siguiente”.

Pero si mantiene e incluso amplía esa mayoría absoluta, apunta Simon Hix, Theresa May podría ser por fin ella misma: “Quiere comenzar de cero y romper con el legado de Cameron. Si logra una mayoría absoluta por encima de los 70 diputados será una política imparable, intocable. Tendrá todo el poder en el partido, podrá escoger a su gusto a los miembros de su gabinete, ya no tendrá que complacer a esta o aquella familia del partido, será libre para hacer lo que quiera. Ahí es cuando veremos a la verdadera Theresa May”.