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El triple drama de los carburantes en Siria: paralizada, congelada y ensangrentada

  • La guerra provoca una gran caída de la producción y carestía de combustibles
  • El uso militar se antepone a la calefacción o al transporte de mercancías
  • Su estratégica posición hace que choquen los intereses de muchos países
  • Las instalaciones petroquímicas son escenario de ataques con muchos muertos

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Este hombre ha montado un puesto de venta de carburante entre las ruinas de una gasolinera destrozada por un bombardeo en Alepo.
Este hombre ha montado un puesto de venta de carburante entre las ruinas de una gasolinera destrozada por un bombardeo en Alepo.

¿Explica el petróleo la guerra de Siria? Directamente, parece que no. Pero indirectamente es un factor muy importante, fundamentalmente por su posición geoestratégica. Lo que sí es seguro es que la distribución de carburantes está añadiendo un gran dramatismo al conflicto.

El conflicto se ha estancado casi dos años después de que estallaran, al calor de la Primavera árabe, las protestas contra el régimen del presidente Bachar Al Asad y en las últimas fechas se acumulan noticias en las que los carburantes son tristes protagonistas para la población local y en las que se habla de intensos contactos por parte de los gobiernos extranjeros de la región, todos con grandes intereses petroleros en Siria.

Con el foco puesto en los carburantes, lo más visible han sido los sangrientos bombardeos a gasolineras, al menos dos en los últimos cinco meses que han causado varias decenas de muertos en cada caso. Como casi todos los episodios de esta guerra, los dos bandos se han culpado el uno al otro de los ataques.

Cualquier explosión en una gasolinera causa víctimas, pero el elevado número de víctimas de estos ataques tiene también que ver con las largas colas que se forman para repostar combustible debido a la escasez. “Casi no hay diésel en Damasco”, decía hace unos días un taxista a un colaborador de la estadounidense Fox.

Odio mi trabajo. He intentado encontrar otra cosa, pero no hay nada

Este sirio, identificado como Wael, explicaba que llega alrededor de las seis de la mañana a la estación de servicio y que muchas veces no le sirven hasta mediodía. Además, según la cadena, el carburante está racionado y a este taxista no le llega más que para un día. “Odio mi trabajo. He intentado encontrar otra cosa, pero no hay nada. ¿Cómo voy a dar de comer a mis hijos?”, se lamentaba.

Los usos del escaso carburante

La parálisis del transporte, y por ende de casi toda la economía, es admitida por el Gobierno, que la semana pasada dijo que en pocos días iba a solucionar los problemas de distribución de carburantes, que achacaba a sabotajes en los oleoductos. Con todo, la población sospecha que si se arregla la cuestión, seguirán sin ver una mejoría porque la prioridad será para los vehículos militares, especialmente para los tanques, y para los aviones, que gastan mucho combustible.

Según el Gobierno, la producción nacional de fuel sigue cubriendo un 65% de las necesidades. El resto se importa a países vecinos, como Irak, Irán y Rusia, aliados hasta ahora del régimen. Pero hay otros signos claros de grave desabastecimiento. El 90% de la electricidad que consume el país procede de centrales térmicas que usan el fuel y el gas como combustible, según una reseña del Foro Energético Mundial [ver texto en pdf].

Desde el inicio del conflicto, los cortes de electricidad han sido frecuentes, pero nunca antes hasta enero se había ido la luz en toda la capital y durante varias horas, según el Financial Times.

Esto está perjudicando aún más la actividad del país, que ya dependía en gran medida del petróleo, un sector que lleva ya desde mediados de los años noventa en decadencia, pero que en el primer trimestre 2011 todavía producía unos 375.000 barriles diarios, lo que situaba aproximadamente en el puesto 30º del mundo.

La pérdida de control de varios campos y de al menos una refinería en el este del país y la retirada de las compañías occidentales que han impuesto sanciones al régimen han hecho que la producción caiga en picado. Según el periódico económico, solo en el primer año de conflicto se quedó en menos de la mitad.

Caída de ingresos del Estado

Con todo ello, los ingresos del Estado se han desplomado. Sin contar la cantidad de impuestos que deja de recaudar por el frenazo del consumo interno, y a unos cien dólares el barril, son más de 10 millones de euros diarios los que ingresaba antes del conflicto por las exportaciones principalmente a la UE, que suponían aproximadamente un tercio de su producción y que ahora se supone están totalmente cortadas.

Con este panorama, y en pleno invierno, la última decisión del Gobierno ha sido elevar en un 40% el precio del fuel para uso doméstico (hasta las 35 libras sirias el litro, uno 30 céntimos de euro). Una medida que llega cuando organizaciones no gubernamentales advertían ya de un drama humanitario por la dificultad de los cientos de miles de desplazados para calentar sus casas o cocinar en campos de refugiados o en viviendas más precarias que de costumbre, a causa de la guerra.

De hecho, el frío ha causado un repunte de enfermedades, según las ONG, y seguramente de las muertes. La situación es tal que hay testimonios de vecinos talando árboles de las ciudades para hacer leña y de gente quemando petróleo sin refinar para calentarse, pese a su gran toxicidad.

Este último extremo lo explica el experto del Instituto Elcano Gonzalo Escribano, según el cual los rebeldes están vendiendo el crudo a solo cinco dólares el barril en zonas bajo su control, que son precisamente las más ricas en pozos: el norte y el este del país [ver mapa].

Y aquí conviene ampliar el foco y mirar el mapa de toda la región. Si bien Siria es el único país del Levante mediterráneo (Siria, Líbano, Israel, Jordania, territorios palestinos) dotado de una producción significativa, su importancia reside más en su ubicación como puente entre países con mucha más producción, fundamentalmente en el Golfo pérsico o arábigo, y Europa.

¿Por Siria o por Turquía?

En ese jugoso negocio, donde se cobra una importante tasa por los peajes de los oleoductos, Damasco compite con Turquía, la creciente potencia regional,  que hasta las revueltas mantenía buenas relaciones con Al Asad, pero que se ha alineado claramente con la oposición. Algunos explican ese cambio porque en 2011 Siria cierra un acuerdo con Irak e Irán para llevar el petróleo desde el sur de este país, donde está la mayor reserva del mundo, hasta el Mediterráneo, es decir, a las puertas de Europa y sin pasar por Turquía.

Sería el gran oleoducto del cinturón chií. Porque tampoco conviene olvidar el componente sectario para explicar estas relaciones: Al Asad pertenece a la minoría alauí (una rama del chiísmo) en un país de mayoría suní, como la mayoría de países de la región, salvo Irak e Irán.

Pero no era el único proyecto del presidente sirio, que ante el declive de la producción había planteado ya en 2009 una ambiciosa “estrategia de los cuatro mares”, en referencia al Mediterráneo, el Caspio, el Negro y el Golfo, “donde el Gobierno sirio pudiera hacer de broker”, en palabras de Escribano.

Eso requería de proyectos como el citado o de la ampliación de otro importante ducto como el que comunica Egipto con Turquía a través de Jordania y Siria; el único que funciona de los que atraviesa el país. Pero  la inestabilidad en los gobiernos de El Cairo y Damasco hace impensable fomentar su uso.

El factor kurdo

Y por si fuera poco, hay que añadir otro actor, la nación kurda que se reparte entre el oeste de Turquía y el norte de Siria e Irán  [ver mapa interactivo], y que tiene renovadas aspiraciones de un estado propio o al menos de una mayor autonomía. Los kurdos de Siria apoyaron en principio la revuelta, pero no han seguido empujando al régimen más allá de su zona, según parece.

Mientras, Irak y Turquía está habiendo también negociaciones entre los gobiernos y esta comunidad, que en el primer caso tienen mucho que ver precisamente con el control del petróleo y la gestión del oleoducto que va de los pozos de la región de Kirkuk a Turquía.

En todo caso, “de la estrategia de los cuatro mares, no le queda nada a Al Asad” y los expertos plantean nuevos escenarios. Si Catar o Arabia Saudí, los países suníes que más apoyan a los rebeldes, logran su influencia en un nuevo régimen, “habría un oleoducto suní y nos olvidaríamos del iraní; si triunfa Al Asad, se benefician Rusia e Irán”, que son quienes siguen sosteniendo a un país en bancarrota, resume Escribano.

En este sentido, parece que todavía hay bastante combustible para encender la mecha de la guerra...