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Camps, sobrevivir hasta el último "escaloncito"

  • El expresidente valenciano declarado no culpable en el juicio de los trajes
  • Dimitió el pasado verano como presidente de la Generalitat valenciana
  • Ahora, con la absolución en la mano, intentará recuperar su posición en el PP

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Camps y Costa, declarados no culpables en relación con la trama Gürtel

Francisco Camps ha sonreído ampliamente al escuchar el veredicto de "no culpable" en el juicio de los trajes del caso Gürtel. El jurado popular considera que no se puede probar que el expresidente valenciano recibiera regalos de la trama corrupta. La sentencia absolutoria del juez llegará en las próximas fechas, poniendo fin a la pesadilla

Camps ha puesto fin así a cerca de tres años de proceso judicial en los que pasó de ser uno de los barones más valorados del Partido Popular (un apoyo clave para Mariano Rajoy cuando el ahora presidente del Gobierno era cuestionado en su formación) a caer en desgracia después de que el TSJCV decidiera sentarle en el banquillo. Este miércoles ha subido el "último escaloncito" de su calvario político.

El expresidente valenciano, al que su imputación por cohecho impropio no pasó factura en las elecciones autonómicas de mayo, en la que revalidó su mayoría absoluta, se vio obligado a dimitir el pasado mes de julio antes de declararse culpable como hicieron dos de los implicados.

Ricardo Costa y él se arriesgaron a pasar por el banquillo y someterse al veredicto de un jurado popular. No hicieron lo mismo Rafael Betoret y Víctor Campos que se declararon culpables.

El juicio de los trajes arrancó el pasado mes de diciembre. Cuando le tocó su turno, el pasado día 20 de enero, Camps se declaró inocente y afirmó que venía a que se hiciera "justicia y no a hacer política".

Camps, que leyó durante el jucio un ensayo sobre el Santo Job y la figura del chivo expiatorio, podrá ahora con la absolución en la mano reivindicar su inocencia tanto en el partido como en el Gobierno valenciano.

Valenciano de nacimiento, su vida y su carrera académica y política siempre han estado ligadas a la capital del río Turia. Licenciado en Derecho, inició su andadura en el Ayuntamiento de Valencia como concejal de Circulación y Transporte en el año 1991 y cinco años más tarde obtuvo un escaño de diputado. En 1999, con la llegada al poder del PP, se convierte en secretario de Estado para las Administraciones Públicas, la única vez que abandona la Comunitat para trabajar en Madrid.

Su ascenso en el Partido Popular valenciano (PPCV) comienza en 2002, cuando vuelve a Valencia como delegado de Gobierno y poco después es elegido secretario general del partido, y es, además, paralelo a la salida de Eduardo Zaplana.

La marcha del entonces presidente del PPCV a Madrid como ministro es un balón de oxígeno para Camps que, en mayo de 2002, consigue el primero de sus abrumadores éxitos electorales como cabeza de lista del partido.

El heredero de Zaplana

Poco a poco, Camps va desprendiéndose de la sombra de Zaplana, y hace del PPCV un partido a su imagen y semejanza: serio y sin concesiones a la oposición.

Aupado por tiempos de bonanza económica y grandes acontecimientos deportivos que sitúan a Valencia en el centro de las portadas, Camps no solo revalida su mayoría sino que la aumenta en las elecciones de mayo de 2007 con el 52,17% de los votos.

Sin embargo, no son todos vientos favorables y en su fulgurante expediente político se cruzan unas presuntas facturas de trajes por 30.000 euros que sacan a relucir su nombre en el informe de la fiscalía de la operación Gürtel.

Desde ese febrero de 2009, Camps ha protagonizado 29 meses de investigación judicial.  Del "profundamente indignado" y "filtraciones interesadas" -sus primeras palabras al salir a la luz la trama- al "me declaro completamente inocente de las barbaridades que han dicho de mí" pronunciadas el día de su dimisión, el discurso de Paco, como es conocido por sus amigos de partido, apenas ha cambiado.

Desde que se destapara la trama, "el barón valenciano del PP  convirtió la causa en un ataque del Gobierno socialista contra los  valencianos", según recoge la agencia Efe y así lo ha vuelto a demostrar  en la comparecencia de su dimisión en el Palau de la Generalitat donde  ha señalado que los socialistas "no han logrado echarme en las urnas" y  que, por ello, han tenido que utilizar "otros métodos".

Los trajes de Gürtel

La conservaciones teléfonicas en las que el responsable de la trama en Valencia, Álvaro Pérez, se refería a Camps como "amiguito del alma"  o le decía que le quería un "huevo" ocuparon todas las portadas y en  mayo de 2009 se produce la histórica declaración del presidente  valenciano como imputado ante el Tribunal Superior de Justicia de la  Comunidad Valenciana (TSJCV) que, en agosto, archiva la causa,  precisamente dos meses después de la aplastadora victoria de los populares en las  elecciones europeas, cuya campaña fue en la práctica un plebiscito sobre  su gestión.

Sin embargo, en abril de 2010 el Tribunal Supremo admitió los recursos contra el archivo del caso en Valencia y decidió en mayo reabrir la causa,   al intepretar que para que haya cohecho pasivo impropio basta con la  aceptación de un regalo entregado en consideración del cargo.

Pero  el magistrado no encontró motivos para que Camps se sentara en el  banquillo hasta el 15 de julio de 2011, cuando decidió abrir el juicio  al apreciar indicios de que la red corrupta supuestamente pagó unas prendas de vestir adquiridas  por el president y el resto de los imputados, entre ellos el  exvicepresidente del Consell Víctor Campos y el exjefe de gabinete de la  Conselleria de Turismo Rafael Betoret, que ya han aceptado su culpabilidad y el pago de la multa más alta por este delito. 

Comenzaron  entonces cinco días de intensas negociaciones entre la dirección  nacional de PP y Camps, eso sí con la mediación del exministro y  diputado popular Federico Trillo, personado en Valencia como  pacificador. Y el 20 de julio llegó la llamada de Mariano Rajoy, que siempre  ha estado el lado de su "amigo Paco" para plantearle el dilema: "o la deshonra o la renuncia".

Eligió pagar la factura 'política' de los trajes, al menos de momento. Ahora un jurado le ha declarado inocente.