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Gadafi se juega su futuro en el oeste de Libia tras perder el este traicionado por el Ejército

  • Fieles del líder libio patrullan las calles desiertas de la capital, Trípoli
  • Las ciudades del este empiezan a organizar comités populares independientes
  • Un avión estrellado tras desertar sus pilotos, símbolo del abandono militar
  • Occidente vacila sobre las sanciones a la espera de rescatar a sus nacionales
  • Riadas de inmigrantes llegan a la frontera tunecina entre temores de éxodo

Ver también: Especial Revueltas en el mundo árabe

View Mapa de la crisis del régimen de Gadafi in a larger map

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El líder libio, Muamar el Gadafi, se atrinchera con sus fieles en Trípoli, la capital del país, patrullada por sus milicias armadas mientras miles de libios celebran la liberación del este del país y decenas de miles de inmigrantes se agolpan en los puestos fronterizos con Túnez y Egipto en lo que las ONG y la UE ven como el preludio de un éxodo masivo a Europa.

"Mucha gente tiene miedo de salir a la calle y dejar sus casas en Trípoli y los hombres armados de Gadafi están dando vueltas amenazando a las personas que se reúnen en grupo", ha declarado a su llegada a la frontera con Túnez Marwan Mohamed, uno de los 6.000 tunecinos que han dejado Libia en los últimos tres días.

Trípoli, con sus calles desiertas y sus comercios cerrados se ha convertido en el espejo perfecto del fracaso del discurso de este lunes de Gadafi, que ante tan solo unas 150 personas pidió a todos los libios que le amasen que saliesen a la calle para perseguir "casa por casa" a los opositores.

En realidad, mientras los miembros del régimen apenas han aparecido, los manifestantes han iniciado nuevos levantamientos en los enclaves occidentales de Misurata, Sabratha y Zawiya, obligando a desplegarse al ejército.

El este empieza a autogestionarse

Menos suerte ha tenido Gadafi en la provincia oriental de Cirenaica, que ocupa un tercio del país y que varias fuentes, incluyendo el ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, da por controlada por sus opositores.

Un periodista libio que trabaja en Bengasi, la segunda ciudad del país con más de 1,5 millones de habitantes, ha informado de que la zona comprendida entre las fronteras de Egipto y la localidad de Jedabia escapa al control de Trípoli.

En unas declaraciones a la cadena de televisión por satélite quatarí Al Jazira el periodista ha citado textualmente las ciudades de Begasi, Derna, El Beida, Mesrata, Tobruk y El Merdj y ha asegurado que todas estas localidades han sido "liberadas".

En la ciudad de Bengasi, según el diario electrónico Quryna, las autoridades locales han desistido de ejercer sus funciones bajo la presión de la calle y los habitantes han decidido tomar en sus manos los asuntos de la ciudad.

Comités denonimados "populares" se han constituido para resolver algunas cuestiones, tales como la recuperación de las armas utilizadas por algunos manifestantes en asaltos contra los cuarteles y comisarías de policía.

Asimismo, se han hecho cargo de la protección de los bienes públicos y privados así como de la mentalización de los comerciantes para que abran sus negocios y eviten aumentar el precio de los productos alimenticios.

Los militares se rebelan

El régimen de Gadafi ha tratado de contratacar ordenando el bombardeo de Bengasi, pero se ha encontrado con la oposición de los propios militares.

El mejor ejemplo es lo ocurrido con dos pilotos que han decidido saltar de su avión al recibir la orden de bombardear a la población.

No son los únicos: según la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), 130 de los 230 fallecidos en Bengasi serían "militares ejecutados por sus oficiales por negarse a disparar a la población".

En total, hasta 640 personas habrían fallecido desde el estallido de las revueltas, aunque el ministro Frattini ha elevado la cifra a 1.000 e incluso un juez libio en la Corte Penal Internacional ha llegado a hablar de 10.000 víctimas.

Ante esta respuesta del Ejército, Gadafi no ha dudado en contratar a mercenarios de otros países, lo que ha provocado deserciones masivas en el este del país.

Un oficial de la fuerza aérea, el mayor Rajib Faytuni, detalla en Bengasi a Reuters que la decisión de traer 4.000 mercenarios es la que provocó, junto a la orden de disparar a la población, que el Ejército desertase.

En Tobruk, el general Soliman Mahmud al-Obeidy añadía que estaba seguro de que Gadafi caería en los próximos días porque ya no era "digno de confianza".

...Y el régimen se resquebraja

Pero la mayor fragilidad del régimen de Gadafi se ha materializado por la dimisión del ministro del Interior, y antiguo compañero de armas, el general Abdelfatah Younes El Abidi.

Se trata del tercer miembro del gabinete que dimite tras los ministros de Justicia y de Emigración, como reacción a la violenta represión de la población libia.

El Abidi, que también es el comandante en jefe de las fuerzas especiales, ha anunciado que deja todas las funciones oficiales y ha hecho un llamamiento a los soldados y a las fuerzas del orden para alinearse con la "revolución".

Este general ha confirmado las intenciones genocidas del líder libio al indicar, en una declaración al diario Quryna, que Gadafi le ha informado personalmente de un plan para bombardear la población de Bengasi y que le ha suplicado no ejecutarla.

Temor a un éxodo masivo

Así las cosas, la violencia y el caos de los últimos días han generado el temor a que se produzca un éxodo masivo desde Libia, especialmente en Italia.

El servicio fronterizo europeo Frontex ha apuntado que entre 500.000 y 1,5 millones de inmigrantes podrían llegar del norte de África. El ministro italiano Frattini habla de solo 400.000 libios con rumbo a Italia.

El país transalpino ha reunido a los ministros de Interior de sus socios mediterráneos en Roma para buscar una respuesta común, pero solo ha encontrado una petición acordada a la UE de que destine fondos de ayuda a los países mediterráneos.

Mientras tanto, los gobiernos occidentales se aprestan a evacuar a sus ciudadanos, por vía aérea o marítima: Francia o Rusia ya han comenzado las repatriaciones, mientras que la Unión Europea en bloque, EE.UU. y China han anunciado que lo harán en las próximas horas.

Otra cosa son las sanciones: la Unión Europea las estudia, Francia las pide y Estados Unidos aún no se pronuncia, a la espera como sus socios europeos de ver qué pasará con sus nacionales atrapados en Libia.

Al fin y al cabo, los miedos que apuntalaron internacionalmente al régimen de Mubarak siguen ahí: el barril del petróleo ha alcanzado en el mercado de Texas ya los 100 dólares -por primera vez desde 2008- y un alto cargo del Gobierno de Mubarak pinta en la ciudad de Dirna el panorama más aterrador para las cancillerías occidentales, la de un emirato de Al Qaeda dirigido por un expreso de Guantánamo.