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La reforma financiera levanta el vuelo en EE.UU.

  • Los republicanos reculan y la ley podría debatirse la próxima semana
  • Se creará una agencia para proteger al consumidor
  • Se restringe el mercado de derivados financieros
  • Se evitará que los contribuyentes paguen todos los platos rotos

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Barack Obama sube al avión en la Base Aérea de Andrews, próxima a Washington.
Barack Obama sube al avión en la Base Aérea de Andrews, próxima a Washington.

Ha hecho falta más de año y medio para que el Congreso de EE.UU. legisle sobre los errores que condujeron a la mayor crisis financiera desde el crack del 29, pero por fin empieza a verse la salida. La tan traída y necesitada reforma financiera podría debatirse la semana que viene en el pleno del Senado.

El proyecto estaba estancado en la Cámara Alta desde que la Baja aprobara su versión el pasado mes de diciembre. Las negociaciones entre los dos grandes partidos habían fracasado. Sin embargo, en los últimos días algunos republicanos han mostrado un cambio de actitud, favorable al acuerdo.

De hecho, este miércoles, un senador republicano se desmarcó de su partido y apoyó las medidas más restrictivas para el mercado de derivados financieros en el comité de Agricultura. Era el último paso antes del pleno. La opinión pública clama mayoritariamente por la reforma y la demanda contra Goldman Sachs ha reavivado las presiones.

Tres cortafuegos

Lo que debatirán los senadores son esencialmente tres pasos para evitar que estalle una crisis como la actual. En primer lugar, dar más autoridad a los reguladores para proteger al consumidor y desactivar las bombas de relojería: desde las hipotecas sin garantías a los derivados financieros.

Luego, se exigirá más capital de reserva a las entidades financieras, para que puedan capear los futuros temporales. Y por último, si todo esto falla, se otorgan poderes al Estado para que tome el control y desmantele ordenadamente las firmas con problemas. Con la mira puesta en las compañías cuya quiebra arrastraría al resto. Sin que los contribuyentes tengan que pagar los platos rotos.

¿Un anillo para gobernarlos a todos?

El proyecto trata de poner en orden la multitud de reguladores que se encargan de vigilar el mercado. Destaca la creación de una nueva Agencia de Protección Financiera al Consumidor. Según la versión aprobada por la Cámara de Representantes, esta agencia sería independiente y el Presidente de EE.UU. nombraría a su director. El organismo tendría amplios poderes para redactar y aplicar las normas a las entidades financieras, tarjetas de crédito e hipotecas.

Los republicanos, y tras ellos, los lobbies de Wall Street, se oponen a una agencia independiente y quieren limitar sus competencias. Ni siquiera está claro si este organismo quedaría bajo el control de la Reserva Federal. Lo que plantea una incógnita más importante, si los poderes de supervisión de la Fed saldrán reforzados en la reforma. Las dos cámaras discrepan en este punto crucial por la incapacidad que mostró la autoridad monetaria para impedir la crisis.

En cambio, casi todos los legisladores están de acuerdo en desactivar las bombas de relojería que detonaron la crisis: los derivados financieros. Su uso normal y saludable es para cubrir pérdidas potenciales, pero como activos tóxicos sólo esconden meras apuestas.

La Cámara de Representantes exige que la mayoría de ellos se negocien en cámaras de compensación, a la luz pública, como las acciones, bajo la supervisión de la SEC. Además, permite que los consumidores denuncien a las agencias de calificación de riesgos cuando incumplan su papel. El Senado puede endurecerlo aún más, prohibiendo que los bancos de inversión actúen como brokers de los especuladores y exigiendo depósitos para cubrir pérdidas inesperadas en los contratos.

La amenaza de las "too big to fail"

"Too big to fail" son las entidades demasiado grandes para dejarlas caer. Y la crisis ha multiplicado sus filas, gracias a la fusiones auspiciadas por el Gobierno. El problema es que la quiebra de estos gigantes puede arrastrar a todo el sistema financiero, como ocurrió con Lehman Brothers.

Para aliviar el riesgo, ambas cámaras imponen requisitos más estrictos a la deuda que pueden asumir las entidades y refuerzan el capital que han de mantener en reserva. En esencia, se trata de aumentar el colchón por si vienen mal dadas. Las discrepancias están en si pueden poseer hedge funds (fondos de alto riesgo) o el alcance de las operaciones con depósitos propios.

Todavía no hay acuerdo en la llamada regla Volcker, ex presidente de la Fed, que ha propuesto limitar el tamaño de los megabancos. Algo que respalda Obama. Lo que no está claro es si eso incluye reducir el tamaño de las entidades más peligrosas, aliviando el coste que supondría su rescate para el contribuyente. El Tesoro y la Fed se oponen a la jibarización.

En todo caso, el Congreso está de acuerdo en crear un fondo de rescate para tomar el control y desmantelar las entidades con problemas sin que se desate el pánico. Se nutriría con una tasa sobre los grandes bancos. Así se evitaría que el Estado vuelva a pagar los platos rotos. Sumaría 150.000 millones de dólares según lo aprobado en la Cámara de Representantes, aunque el Senado rebaja la cifra a 50.000 millones.