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Samantha Hudson: "No soy muy diva y el exceso no es lo que me define"

  • Samantha Hudson presenta en El despertador de RNE su nuevo disco Música para muñecas
  • En él, habla de la "resaca emocional posfiesta" y colabora con Zahara, La Zowi, MYUKO y Villano Antillano
Samantha Hudson, con cabello corto y maquillaje llamativo, canta con un micrófono, vestida con un top negro con detalles. El fondo oscuro difumina el entorno, enfocando la atención en la artista.
Tras su anterior trabajo, 'AOVE Black Label', Samantha Hudson lanza 'Música para muñecas', con el que pasa de cantarle a la "parranada" a hacerlo a la "resaca emocional". EUROPA PRESS / Á. PÉREZ MECA

Para la fiesta, AOVE Black Label. Para la resaca, Música para muñecas. Con su nuevo disco, Samantha Hudson (León, 1999) baja el volumen —solo un poco, lo justo para escucharse entre los ecos de "la chanza" y recuperarse "del desmelene"—, pero no apaga el descaro.

"Tenía que seguir con esta rueda de la productividad. Soy artista y hago música. Debía hacer otro álbum para poder sustentarme económicamente y por necesidad creativa. Una no sabe hacer nada más. Soy una creadora nata", cuenta la también presentadora de los próximos Premios Feroz 2026 en la sección "Butaca preferente", de Piti Alonso en El despertador de RNE, con Gorka Rodríguez.

La artista que, desde aquel "Maricón" de 2015 que la catapultó como icono de la Generación Z, ha mezclado "la ironía, el sarcasmo y la contundencia política" con purpurina y "ritmos electrizantes", ahora renuncia al glitter. Se desmaquilla el alma para asomarse a la pista vacía de la discoteca.

Mismo "pulso bakala", idéntica mirada afilada y localización —"me sigue inspirando esa escena", reconoce—, pero distinta hora. Cambia la noche por amanecer. Del "jiji-jaja del que siempre he ido de la mano" pasa al 'uy'.

"Me encontraba muy cómoda con esa estética sonora, pero a la hora de componer pensé: 'caramba, igual estoy un poco desquiciada demás; igual ya es hora de prestarle atención a mis sentimientos'", confiesa con esa sinceridad tan suya. Ya tocaba, dice.

Y, ¿qué mejor momento para reflexionar que después de una "parranda"? Casi ninguno. La resaca da para mucho.

"Después de un álbum que exaltaba la fiesta, viene uno que habla de la penumbra y de las sombras de esos clubs. Me centro en la resaca emocional del día después", explica una Samantha Hudson que, para sobrellevarla, se rodea de buenas compañías: Zahara en "Liturgia", La Zowi en "Hot (Gimme More)", MYUKO en "Esta ciudad" y Villano Antillano en "Full Lace y el Tuck".

"Las colaboraciones fueron prácticamente una epifanía", señala. En especial, la de Villano. "Tenía que estar. El tema habla de ser travesti, de vivir sin pedir perdón ni permiso, de salir a la calle ataviada con toda tu lujuria y de vestirte con tus mejores galas. Y ella es una valkiria apoteósica. Era necesaria en esta canción", relata.

Música para muñecas: un disco para la rave, la terapia y la ruptura

Y también en un álbum que es un todo. En Música para muñecas cualquier persona y estado de ánimo tienen cabida. Las puertas están abiertas para la rave, la terapia y la ruptura. Lo mismo para el techno, el trance, el pop o el drama.

"Soy una predicadora electrónica", subraya Hudson. "No soy muy diva y el exceso no es lo que me define. Me encuentro bastante comedida", añade. Y, sobre todo, y más importante, consecuente. Si hay exceso es porque la vida lo pone, no ella.

"Si me excomulgan, ¿cómo no voy a convertirme en este basilisco hermafrodita? Si me pasan estas cosas, ¿cómo no voy a ser esta loca de Internet? Voy siempre en consonancia con el ritmo al que me empuja la vida —insiste—. Para mí eso no es ser excesiva. Todo lo contrario". Más aún viendo como se encuentra la sociedad.

"La vida es un totum revolutum de las cosas más surrealistas que te puedes echar a la cara. Y si el mundo es surrealista, yo más. Y si la vida es absurda, yo más".

Lo dice tranquila, contenta y satisfecha. Ha alcanzado el punto que siempre buscó: "construir una persona con muchas permisiones". Así, "si sale bien, genial. Si sale mal, excelente". Y eso, admite, es una "una suerte, porque se me apaga el micro, me tiro al suelo, le escupo alguien en la cara y la gente está encantada", bromea.

Ante el rechazo, distancia

Pero en caso de que no sea así, tampoco hay problema. A estas alturas, Samantha Hudson lo tiene claro. Ante las críticas destructivas o rechazo automático y sin justificación, oídos sordos. "Lo que hago es alejarme del centro de la cuestión y no tomármelo a lo personal. En muchas ocasiones se ve claramente que ni siquiera están escuchando lo que estoy diciendo", denuncia.

Pero no pasa nada. Frente a molestias causadas por "mi forma de ser, mi manera de expresarme o lo que estoy diciendo, que son ideas bastante decentes y con un punto de vista lo más crítico posible, discúlpame, que no voy a cargar con esa responsabilidad", avisa.

"Tus complejos no me pertenecen y esa mochila es tuya. Yo ya bastante tengo con el bolso, el espejo que llevo dentro, la nostalgia y el tabaco", concluye.