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Leiva, el "cantante por accidente" que canta 'Hasta que me quede sin voz'

  • Leiva presenta en Las mañanas de RNE su documental Hasta que me quede sin voz
  • En él muestra desde los altibajos de su carrera hasta sus problemas de salud en las cuerdas vocales
Leiva, con gorra de cuadros y auriculares, está en un estudio de radio frente a un micrófono naranja con el logo de RNE, con el fondo rojo y el logo de "Las mañanas de RNE".
Ya está en cines el documental 'Hasta que me quede sin voz', en el que Leiva se sincera sobre los altibajos de su carrera profesional. RNE

Cuando el pasado 27 de noviembre se abría la venta general de entradas del Tour Gigante 2025 de Leiva, más de cinco mil ya habían volado en apenas 10 minutos el día anterior, durante el anticipo preferente de 24 horas dirigido a sus seguidores. A los dos días, la cifra rozaba las 100.000. Hubo sold out en tiempo récord en Toledo, Madrid, Zaragoza, Sevilla, Sanxenxo o A Coruña, y lo que iba a ser una gira de 30 fechas en España con algunos shows por Latinoamérica, se ha extendido. La alta demanda ha conseguido estirar citas y ciudades hasta 2026.

A los 250.000 asistentes que han podido disfrutar ya de los conciertos todavía queda sumarles los del próximo año. En números, el fenómeno es indiscutible. En crítica, también. No hay dudas del éxito ni para la prensa especializada ni para los fanes.

Y, sin embargo, la incertidumbre está ahí. Todos los días y en todos los estadios.

"Lo que nos arma y lo que nos forja son las dudas. Te hacen generar herramientas", confiesa Leiva (Madrid, 1980) en Las mañanas de RNE, con Juan Ramón Lucas y Mamen Asencio. "Cuando uno está en un escenario con un montón de gente parece que proyecta seguridad y aplomo, pero luego te quitas ese velo y está todo lleno de interrogaciones", añade.

Las mañanas de RNE - 'Hasta que me quede sin voz', el documental de Leiva

En su caso, ese velo tiene forma de gorro, guitarra y micrófono y funciona como escudo. Al igual que la batería con la que se enamoró de la música y con la que sigue "grabando gran parte de las bases de los discos", le da "Superpoderes" (2019). "Soy cantante por accidente", bromea.

Porque ese velo también cumple la función de máscara. Protege a José Miguel Conejo Torres —el tipo que sale a los conciertos con la enorme "responsabilidad" de "salvar los muebles"— de las inseguridades, prejuicios y miedos. Los mismos que se asoman ahora sin filtro en su documental Hasta que me quede sin voz de Movistar Plus+, en cines desde el 17 de octubre.

"Me siento más cómodo hablando de la película porque tengo respuestas, es mi vida, que de mis canciones porque no tengo respuestas para ellas", admite.

Y contar con respuestas, ayuda. Mitiga el dolor. "Tengo una patología en una cuerda vocal", explica Leiva. "No es grave, mi vida no está en riesgo —aclara—. Las cosas graves tienen otros nombres. Pero, al ser cantante, me obstaculiza mucho".

La voz, la identidad, el bienestar, el ocio, el trabajo… todo es Gigante (2025) a la vez que minúsculo. Cuando alguna pata se tambalea, comienza a notarse un temblor gigante. Y entonces se relativiza. "Me tengo que intervenir quirúrgicamente cuando hago giras y tengo que andar pendiente de mi voz, pero hay que ver el vaso medio lleno", señala, porque toca aprender a sostenerse de algún modo.

El suyo, a través del "encuentro de un equilibrio entre lo que es razonablemente sano y lo que no", es valorando: "Puedo seguir siendo músico, así que ninguna queja. (…) He encontrado una manera de poder hacerlo tocando menos. Hay noches donde se sufre y estoy afónico o con fiebre, pero como todo el mundo. Lo mío no es más problema que lo de otra gente", asegura.

Presentan el documental sobre Leiva en San Sebastián

Y quizá ahí esté la clave. Puede que en esa forma de ser Gigante desde la normalidad, la modestia y la vulnerabilidad—dentro y fuera de los escenarios— resida la fórmula para conectar con los demás. "Me han dicho que el feedback es muy bueno por la parte humana, por ver lo que sucede detrás de los neones y de los focos. Dicen que es muy interesante quitar ese velo", concluye.

Porque detrás de Leiva no hay ningún super humano. Está José Miguel. Una persona normal que, aun hasta que se quede sin voz, sigue cantando para no dejar de serlo.