Anabel Alonso da voz a 'La mujer rota': "Seguimos siendo el segundo sexo"
- Anabel Alonso presenta en Mañana más el monólogo La mujer rota, basado en la obra de Simone de Beauvoir
- La pieza, que denuncia la falta de individualización de la mujer, está hasta el 16 de noviembre en el Teatro Infanta Isabel de Madrid
Nochevieja. El reloj marca las doce, pero Murielle no brinda. Está sola en su casa, solo quiere dormir. Sin embargo, como el bullicio de la calle no se lo permite, mientras sus vecinos celebran ella piensa. Y lucha contra todos y contra sí misma. Sus recuerdos se enfrentan a un presente desolador y a un futuro aún menos prometedor.
Hace balance. Ha sido la hija de, la esposa de y la madre de. Ha vivido para los otros, ha callado, ha cuidado. Y cuando su familia desaparece, no sabe quién es. "Esa reflexión con el contraste de su soledad y la fiesta del exterior es bestial", dice Anabel Alonso en Mañana más, con Ángel Carmona. "Le lleva a esa conclusión de que, si no desempeña ninguno de esos papeles —divorciada una vez y abandonada por su última pareja; con dos hijos que le han arrebatado y una relación inexistente con su madre— no encuentra su lugar en la Tierra".
La han dejado sola. La han culpado. Y ella también se ha culpado.
Cuando Simone de Beauvoir (París, 1908–1986) escribió La mujer rota —un compendio de tres cuentos: La edad de la inocencia, Monólogo y el título homónimo—, en Francia las mujeres aún no tenían acceso libre a la planificación familiar. En España, ni siquiera podían disponer de patrimonio propio, trabajar o denunciar sin la autorización paterna o conyugal. Era 1967.
Ahora, cuando Anabel Alonso (Baracaldo, 1964) sube a Murielle al Teatro Infanta Isabel de Madrid —hasta el 16 de noviembre— tanto en Francia como en España y buena parte de los países del planeta (que no en todos) legalmente las mujeres pueden decidir sobre su cuerpo, dinero y destino. El mundo ha cambiado, aún así el texto continúa sonando actual. Muy actual. Es 2025, pero todavía no ha dejado de ser 1967.
"Hemos avanzado mucho. Se han dado pasos de gigante desde que se escribió esta obra hasta la actualidad, lo que pasa es que seguimos siendo el segundo sexo", denuncia Anabel Alonso.
Sin ir más lejos, está la responsabilización casi total de los cuidados. "Es a la mujer a quien le ponen la tarea de ser la madre perfecta, la hija perfecta, la mujer perfecta y la responsable de mantener a la familia atendida".
O la existencia de barreras —visibles e invisible—en el ámbito profesional y laboral. "Sufrimos el techo de cristal, el hecho de que en las empresas el 80-90% de los directivos sean hombres o que cobremos menos con los mismos puestos de trabajo", lamenta Alonso.
También, "el otro rasero con el que se nos mide a la hora de desempeñar nuestros trabajos". Porque si el resultado no es perfecto, no sirve. ¿El problema? Que estamos ante la paradoja perfecta: la perfección en femenino no existe, aunque se exige en todo momento. Llámalo suerte, nunca capacidad.
"Las directoras parecen obligadas a tener más talento y a no tener derecho a equivocarse o a hacer obras más o menos acertadas o más o menos mediocres", apunta la actriz sabiendo bien lo que dice. Lo ha vivido en primera persona y lo visto en tercera demasiadas veces: "Si es un tío quien lo firma no pasa nada, pero si es una tía dicen '¿y esta por qué dirige si hace una cosa que no está bien?' Tenemos el mismo derecho a cagarla", sostiene.
Y a elegir. Y a hacer o deshacer sin culpa, ni juicios, explicaciones o remordimientos. "Cuando una mujer prima su carrera sobre su familia se la tacha de mala madre. A un hombre no. Ese comentario no se pasa por la imaginación siquiera", subraya Anabel Alonso. Nunca ha sucedido. Ahora, además, parece que cada vez menos.
"Vemos una cierta involución de unos roles que ya creíamos superados. Con esa frase de 'ni machista ni feminista' a los chicos jóvenes se les ha vendido un mensaje que, indudablemente, les ha calado de queremos quitarles derecho. ¡Pero por Dios! Si el machismo es la supremacía del hombre sobre la mujer y el feminismo lo que quiere es igualdad, ni más ni menos. Les han metido en la cabeza que se les quitan derechos, pero son privilegios. Tenemos el mismo derecho a todo: a hacer nuestra vida, a tener nuestras amistades o a que no te tomes libertades conmigo que no te tomarías con un colega".
Y a tener la posibilidad de desprenderse de esa sensación continua, muchas veces impuesta, de discrepancia y frustración por desear poseer y ejercer tales derechos. "Simone de Beauvoir también plantea esas contradicciones del ser humano y de la mujer de reivindicarse, de querer hacer su vida y tener su independencia e idiosincrasia y a la vez querer encajar en esa visión de la mujer ideal con mi marido, mi hijo y mi hogar, como todo el puto mundo".
Así que sí, "hemos avanzado, pero todavía nos queda mucho por avanzar", concluye Anabel Alonso.
Mañana más