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'Burnout' o síndrome del trabajador quemado: cómo reconocerlo y qué hacer

  • El 30% de los trabajadores españoles sufren el síndrome del 'burnout', un problema de salud física y mental
  • El psiquiatra Carlos Cenalmor explica en Mente abierta cómo salir del estrés laboral y reconectar con la vida
Mujer estresada en su escritorio, rodeada de manos que simbolizan la presión laboral y la sobrecarga de tareas.  Imagen que representa el síndrome del trabajador quemado.
Uno de cada tres trabajores españoles sufren el llamado síndrome del 'burnout'. ISTOCK

Te acuestas agotado y te levantas peor. Como si hubieras trabajado una jornada entera en sueños. Y quizá ha sido así. Mientras dormías, tu cabeza estaba en reuniones, contestando correos o dándole vueltas a diferentes proyectos. Ni dormido descansas.

Al despertar, tu cuerpo está tenso y tu mente va en piloto automático. Pero sigues y sigues. Lo normalizas. "Todo el mundo vive estresado y cansado. Es el estilo de vida que toca", te repites con más tareas sobre la mesa y más estrés y rechazo a tus espaldas. "Yo mismo me decía: soy débil, no aguanto. Hubo un momento en el que llegué a ver a mis pacientes como el enemigo", confiesa el psiquiatra y autor de El síndrome del burnout, Carlos Cenalmor.

Él, como el 30% de los trabajadores en España, sufrió el síndrome del burnout o trabajador quemado.

"Es un problema de salud reconocido por la OMS", recuerda. "Se define como un conjunto de síntomas físicos y mentales por una acumulación excesiva de estrés laboral a lo largo del tiempo", explica.

¿Qué hacer ante los primeros síntomas? ¿Cómo salir de esa espiral y reconectar con la vida? Carlos Cenalmor lo explica en Mente abierta, con María Torres.

¿Cómo saber si estás sufriendo burnout?

"Los humanos necesitamos pequeñas dosis de estrés para estar activos y superar dificultades. Es natural", apunta Cenalmor. El problema, insiste, es cuando "ese estrés se vuelve crónico" y hacemos oídos sordos.

Porque el burnout no grita, pero sí que habla. Siempre avisa. Lo hace a través del insomnio, de las dolencias físicas, de la niebla mental, la apatía, la pérdida de motivación… De hecho, hay hasta tres tipos de síntomas que dan la voz de alarma.

Por un lado, está el agotamiento físico. "Cada vez te despiertas con una mayor sensación de cansancio y falta de energía. Poco a poco te va resultando más complicado cumplir con tus responsabilidades", detalla el psiquiatra.

También porque junto con la física, se encuentra la extenuación mental. Los fallos de concentración y memoria se convierten casi en rutina. "Las tareas que antes realizabas eficaz y rápidamente, ahora te consumen más tiempo. Y eso te mete de lleno en un bucle de estrés y preocupación", advierte Cenalmor.

Y el cuerpo somatiza. "El agotamiento puede derivar en problemas de salud física graves", subraya. En su caso, por ejemplo, fue una hernia lumbar. En otros, son "infartos", problemas digestivos —"como el sobrecrecimiento intestinal bacteriano y perforaciones intestinales"— o "dolencias autoinmunes, como la psoriasis". Además, por supuesto, de los "clásicos dolores de cabeza o espalda".

Sin embargo, para Cenalmor, el conjunto de síntomas más específico no se detecta en las analíticas. Está en el ánimo. Se trata de la desconexión emocional laboral.

"Las personas pierden la ilusión por su trabajo", cuenta. Aquellos objetivos que antes les llenaban y motivaban, ya no les importan. Aquellas ganas por entrar en la oficina, se invierten. Ahora lo único que quieren es salir de ahí cuanto antes.

¿Quién puede quemarse?

Porque el burnout afecta a toda la vida. La profesional y la laboral. No se pueden separar. Van de la mano. "Es una revolución vital. Esa falta de energía y desconexión no solo es con el trabajo, es con tus relaciones y capacidad de disfrutar. Lo más doloroso del burnout es que roba la experiencia de vivir", recalca Cenalmor.

¿Quiénes están más expuestos? Todos y todas. Nadie está completamente a salvo. "La presión cultural hacia la hiperproductividad y la autoexigencia extrema nos empuja a cualquiera a padecerlo".

Sin embargo, hay perfiles más vulnerables. La incidencia es mayor en la gente apasionada por su trabajo. Y lo mismo sucede "en perfeccionistas, controladores, personas que tienen el síndrome del impostor y, en especial, en los llamados ayudadores", apunta Cenalmor.

"Tienen buena intención, pero no se cuidan nada a sí mismos por estar pendiente de los demás y, al final, acaban enfermando", avisa.

Consejos para frenar el burnout

En este sentido, saber poner límites y decir que no es fundamental. Y no es egoísmo, es bienestar. Individual y colectivo. "Esa persona vive mucho más equilibrada, lo que le permite estar bien y aportar". Es decir, todo el mundo gana.

Por eso, "si estás sufriendo, comunícalo", recomienda Cenalmor. "Muchas veces los directivos están preocupados por el ambiente laboral de sus empleados. Porque son humanos y, porque les interesa que sea positivo".

Como a cada quien le interesa también su tranquilidad personal. Algo que, indica el experto, se debe entrenar. "Es clave trabajar la conexión interna. Un ejercicio muy sencillo es escribir durante cinco minutos al día cómo estoy y cómo ha ido mi trabajo. Abre una puerta de comunicación que ayuda a atacar la normalización del burnout".

Igual que la abre el trabajo psicológico con un profesional y el cuidado físico. "Debemos prestar atención al sueño, a la nutrición, al descanso y a la desconexión", dice.

Pero a la desconexión real. "Desconectar no es solo no trabajar, es dejar de pensar", esgrime el psiquiatra. Tanto al término de cada jornada laboral como, y sobre todo, en vacaciones.

"Como mínimo se necesitan dos semanas al año de vacaciones. Nada de portátil, ni móvil de empresa. Hay que entender que no somos indispensables. Ya se podrán encargar los otros de lo que haya que hacer", concluye Cenalmor.