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Sin péndulos ni sumisión: así es de verdad la hipnosis terapéutica

  • Más allá de los mitos y de su representación audiovisual, la hipnoterapia tiene aplicación médica real
  • El hipnoterapeuta Eduardo Manchón explica en Mente abierta cómo es el proceso y cuáles son sus beneficios
Joven en trance hipnótico en sofá, observado por terapeuta que toma notas en una consulta. Ambiente relajado.
La hipnosis terapútica es una técnica clínica reconocida por la Asociación Americana de Psicología (APA). ISTOCK
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Primera mentira: que pierdes el control. Segunda: que te vas a quedar dormido o dormida. Tercera: que quien te "duerme" te convertirá en su marioneta.

Y así podríamos seguir. Pocas palabras arrastran tanto mitos como "hipnosis". El cine la ha convertido en espectáculo, y el imaginario colectivo la ha confundido con manipulación mental. La imagen de alguien sumiso, sin voluntad, movido por los hilos de otra persona tras un chasquido de dedos, se repite. La realidad, sin embargo, es otra.

La hipnosis terapéutica no es un truco de feria, ni un juego de péndulos. No hay conjuros ni estafas. Tampoco borrados de memoria. Se trata de una técnica clínica "reconocida por la Asociación Americana de Psicología (APA)" y respaldada por "infinidad de artículos científicos en bases de datos médicas, como Medline o PudbMed", tal y como explica el experto en hipnoterapia Eduardo Manchón, en Mente abierta, con María Torres.

"El mayor especialista, Milton Erickson, la definía como un estado de atención focalizada". Es decir, una situación mental –natural en el ser humano– en la que la persona se concentra intensamente en las palabras del terapeuta. Aunque también, insiste, habría que añadir que "es un estado disociado": "A partir de esa disociación y de ese estado focalizado, se tiene la capacidad de hablar con el inconsciente".

Porque todos lo tenemos. Pasa desapercibido, pero siempre está ahí. Pendiente. "No es nada misterioso. Es una parte de nuestra mente que nos acompaña constantemente", señala Manchón. Y que jamás descansa.

Observa, actúa y ayuda. A veces lo hace protegiendo, otras bloqueando. Pero nada lo hace por capricho, pese a que cueste entenderlo.

Así, la clave está en escucharlo y escucharse. "El inconsciente tiene sus razones para actuar como actúa. Hay que hablar con él para que pueda conseguir lo mismo de una manera distinta. Si no, seguirá por su cuenta intentando arreglar las cosas". Y quizá no guste ni beneficie. En ese punto entra la hipnosis. "Es una herramienta para comunicarnos con el inconsciente y/o solucionar problemas", subraya Manchón.

Como, por ejemplo, superar la adicción al tabaco. "Es un clásico de las consultas", reconoce. "Y sí –añade–, se puede dejar de fumar con la hipnosis". De hecho, funciona muy bien para sobrellevar el mono de la nicotina, especialmente durante la primera semana, que es cuando la sustancia continúa en sangre.

"Crea unos estados de relajación que facilita la abstinencia. Y también ayuda a modificar hábitos", explica. O fobias. O procesos de ansiedad, de estrés, de depresión, de nervios ante exámenes... Hay infinidad de casos. Incluso "sirve para suavizar la manía hacia una persona para que te resulte más soportable", apunta el experto.

Ahora, no es magia. El resultado final hay que trabajarlo. Con información. Con voluntad real. "El ingrediente principal es quererlo de verdad y saber que la hipnosis te va a ayudar a que tú lo consigas".

Y eso es justo lo primero que Manchón deja claro a sus pacientes. Eso y que no todas las personas y no todos los casos son aptos para la hipnosis. "No es recomendable para quienes tengan algún trastorno disociativo severo, como psicosis o esquizofrenia", advierte el experto.

"Hay un proceso previo al tratamiento. Siempre realizo una llamada para ver si lo que quiere trabajar la persona es susceptible de ser tratado con hipnosis o no, y para aclararle las dudas o mitos que pueda tener", esgrime.

Gente despierta - La hipnosis - Cosas de la vida, con Luismi Pascual

¿Cuáles son los mitos de la hipnosis?

Porque no, no se pierde el conocimiento, no se hace nada que no se quiera hacer y tampoco se cae en un sueño profundo e irrecordable. Y no, no se habla sin filtro y sin control. De hecho, "el paciente puede mentir perfectamente", destaca Manchón. Pero sí, la hipnosis sí puede funcionar. Y sí, puede ser efectiva si se reúnen las características suficientes.

"Intento desmitificar la hipnosis para que la persona tenga un concepto más realista y en las sesiones no se decepcione o no espere un milagro. También porque si tiene muchísimos problemas le derivo a otro tipo de profesional", comenta. Una vez superada la valoración inicial, lo siguiente es crear un vínculo de confianza.

Por tres razones - El rapport: cómo estar en sintonía con otra persona

"Hay una sesión de psicoterapia Ericksoniana enfocada en conocer a la persona y generar el rapport. ¿Por qué? Porque con todos esos datos se prepara una hipnosis a medida y se hace una visualización a través de una disociación del presente con lo que ve, lo que oye y lo que siente", indica Manchón. Para ello, se construyen "escenarios donde se realiza una representación de cómo se soluciona el problema utilizando metáforas, que es el lenguaje que entiende el inconsciente".

El terapeuta no da respuestas. Ayuda a que la persona las descubra. O las desentierre. "El inconsciente tiene un montón de herramientas con las que el individuo ha ido solucionando cosas a lo largo de su vida. Con la hipnosis la persona reconecta con ellas. El hipnoterapeuta no puede darle nada que no tenga ya. Es devolverle a alguien la capacidad de generar sus propios cambios", detalla.