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¿Qué le pasó a Blanca Fernández Ochoa? El trastorno con el que convivió años sin que nadie se diese cuenta

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Blanca Fernández Ochoa tenía trastorno bipolar
La deportista Blanca Fernández Ochoa en 1998

Cuando era pequeña, Blanca Fernández Ochoa tuvo que mudarse, junto a dos de sus hermanos, muy lejos de casa. Allí, en el paisaje nevado de Baqueira Beret, la joven esquiadora empezó a mostrar las primeras señales de que algo le ocurría, a tener "rebrotes", como explica Luis Fernández Ochoa en el documental El viaje. La medalla de la salud mental, "una cosa un poco extraña". Nadie, sin embargo, pudo reconocer qué pasaba: tenía trastorno bipolar.

El diagnóstico no llegó hasta mucho tiempo más tarde, después de que lograse ser la primera mujer española en ganar una medalla olímpica en la nieve y de que abandonase las pistas. Aquellos rebotes que tenía durante su infancia y que sus hermanos no entendían por fin cobraban sentido. Durante todo ese tiempo, mientras competía al más alto nivel y se alzaba con distintos reconocimientos, Blanca Fernández Ochoa convivía con una enfermedad mental que nadie veía.

Las señales en su infancia

Los primeros síntomas empezaron a notarse cuando Blanca y sus dos hermanos pequeños, Luis y Lola, entraron a un internado del Valle de Arán. "Blanca tenía 11 años, mi hermano Luis tenía 10 y yo ocho. Con esa edad, ir internos en aquella época a 600 kilómetros de tu familia, de tu entorno, tus amigos, fue muy duro. Yo creo que Blanca lo llevó la que peor de todos", recuerda la menor de los hermanos. "Recuerdo de pequeñita", cuenta Lola Fernández Ochoa, "cuando estábamos internas, que dormíamos en la misma habitación, y había días que me peinaba con mucho cariño y me hacía trencitas y al día siguiente me tiraba de los pelos que me arrancaba la cabellera". "Yo siempre pensaba que Blanca era muy rara", confiesa.

Blanca Fernández Ochoa

Blanca Fernández Ochoa durante un acto Gtres / Radialpress

En realidad, se trataba de las primeras señales de esa bipolaridad cuyo diagnóstico no llegaría hasta la edad adulta. Los síntomas de la enfermedad mental empiezan a manifestarse durante la adolescencia, coincidiendo con la época en la que uno empieza su carrera como deportista de élite, con la exigencia que conlleva. "Blanca lo teníamos clarísimo. Era muy especial y había que cuidarla mucho, pero estaba andando en el filo", asegura su hermano Luis.

"No era depresión, era bipolaridad"

Logró llegar a lo más alto del esquí. Todos los ojos estaban puestos en ella, la hermana pequeña de Paco Fernández Ochoa, quien en 1972 conseguía la medalla de oro de eslalon especial en los Juegos Olímpicos de Sapporo. Ella se alzó con el bronce en eslalon veinte años después, en 1992. "Yo creo que no lo gestionaba bien. Había mucha presión mediática, la presión también de seguir los pasos de Paco…", opina Lola. "No quería ser el centro de ninguna atención", cuenta su hermano Juanma. Luis, por otra parte, asegura que "era una presión la que tenía ella, la pobrecita, que necesitaba un éxito como el comer".

Los esquiadores Francisco y Blanca Fernández Ochoa (d), ataviados con indumentaria tirolesa, posan en la estación de Baqueira Beret.

Los esquiadores Francisco y Blanca Fernández Ochoa (d), ataviados con indumentaria tirolesa, posan en la estación de Baqueira Beret en 1995. EFE

"Cuando empezamos a pensar que Blanca tenía algún problema, fue cuando se retiró después de su medalla olímpica del 92", recuerda Lola. Su comportamiento cambió: "Empezó a achantase, a sentirse pequeñita porque no entendía lo que le pasaba. No quería que la reconociesen. Siempre iba con gorra y con gafas". Sus hermanos creyeron que era lo mismo que les había pasado a ellos cuando habían dejado las pistas. "Una vez que te retiras con éxito o sin éxito como en mi caso, lesionada, se te viene el mundo encima", cuenta Lola. Sin embargo, no era eso lo que le ocurría a Blanca: "Le diagnostican mucho más tarde que no era depresión, que era bipolaridad y ahí lo entendí clarísimo. Lo entendimos todos clarísimo".

El 24 de agosto de 2019, Blanca Fernández Ochoa desapareció. "Todos los otoños nos hacía lo mismo. Desaparecía dos días, tres días", recuerda Luis. "Lo hemos logrado este año", decían sus hermanos tras encontrarla. Aquel año, sin embargo, no fue hallada con vida: el cuerpo de la esquiadora, de 56 años, fue encontrado en la sierra de Guadarrama, en la zona de La Peñota.