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Cuando el cerebro nos engaña: los sesgos cognitivos de la Lotería de Navidad

Loteria

Sesgos cognitivos cuando compramos lotería de Navidad
Descubre cómo te la juega tu cerebro cuando compras lotería de Navidad. VÍCTOR M. MENESES (INFOGRAFÍA RTVE)

Cada año, millones de españoles se entregan al ritual compartido de la Lotería de Navidad. Para muchos, el sorteo marca el inicio de las fiestas navideñas, aunque en realidad es un proceso que arranca muchos meses antes, cuando se ponen a la venta los décimos en todas las administraciones del país.

Desde ese momento, se activa una cadena de gestos y decisiones que no siempre obedecen a la lógica, sino a una mezcla de tradición, presentimientos y pequeñas supersticiones: elegir el número "de siempre", comprar los décimos en determinadas administraciones, guardarlos en lugares especiales, escoger números que contengan fechas concretas... La Lotería de Navidad no solo despierta emociones, sino que también se convierte en el caldo de cultivo idóneo para todo tipo de sesgos cognitivos, esos atajos mentales que nos hacen percibir la realidad de manera engañosa.

"La Lotería de Navidad es un suceso que tiene muchas de las características necesarias para que se desarrollen creencias irracionales en torno a él. La primera es que, por ser un evento aleatorio, siempre vamos a intentar imponer esa sensación de control sobre algo que es incontrolable, como es el azar. La gente desarrolla todo tipo de creencias y supersticiones que les ayudan a sentir que pueden controlar mejor el resultado", explica a RTVE Noticias el psicólogo y divulgador Ramón Nogueras.

Pero, ¿por qué nuestra mente recurre tan fácilmente a estos sesgos? La respuesta está en la manera en que el cerebro humano procesa la información. Evolutivamente, estamos diseñados para reconocer patrones incluso donde no los hay: detectar regularidades de forma instantánea nos permitió sobrevivir, anticipar peligros y tomar decisiones sin detenernos a calcular cada posibilidad. Aunque este mecanismo, extremadamente útil en entornos inciertos, se vuelve menos fiable cuando lo aplicamos a fenómenos gobernados por la pura estadística, como un sorteo en el que todos los números valen exactamente lo mismo.

"Ante la incertidumbre, las personas siempre intentamos asegurar cualquier medida de control, cualquier mínima sensación de que podemos influir en el desenlace de los acontecimientos. No nos gusta sentir que no podemos hacerlo", apunta Ramón Nogueras.

"¿Seres racionales? Los seres humanos tenemos la capacidad de serlo, podemos obligarnos a serlo, pero la realidad es que somos máquinas imperfectas. Ser supersticioso es una conducta plenamente humana y a la que además muchas veces estamos dispuestos porque vivimos en un entorno en el que nuestra prioridad es intentar entenderlo y controlarlo. Y la superstición, igual que las teorías de la conspiración y los bulos, también cumplen esa misión", agrega este psicólogo, autor, entre otros títulos, del libro ¿Por qué creemos en mierdas?.

Es en ese terreno pantanoso, donde la razón y la ilusión se mezclan, en el que entran en juego los principales sesgos cognitivos vinculados a la Lotería de Navidad. Desde los que nos hacen sobreestimar nuestras opciones hasta aquellos que nos empujan a repetir rituales, comprar décimos concretos o confiar en señales irrelevantes. Estos son los más importantes:

1Falacia del jugador

Se trata de una falacia lógica por la que se cree erróneamente que los sucesos pasados afectan a los futuros en lo relativo a actividades aleatorias independientes, como en muchos juegos de azar. Así, se cree que un suceso aleatorio tiene más probabilidad de ocurrir porque no ha sucedido recientemente. Y también lo contrario: un suceso aleatorio tiene menos probabilidad de ocurrir porque lo ha hecho recientemente.

Los apostantes tienen la idea equivocada de que si un número “ya ha salido mucho” tiene menos probabilidades de repetirse, o si “lleva años sin salir” está más cerca de que toque, cuando en realidad cada sorteo es independiente y todos los números tienen las mismas posibilidades.

2Sesgo de supervivencia

Se trata de un error de razonamiento lógico que hace que prestemos atención solo a aquellos que "sobrevivieron" a un proceso de selección, ignorando a quienes no lo hicieron, lo que produce una visión distorsionada de la realidad en la que se sobrevalora el éxito y se subestima el fracaso. En el caso de la Lotería de Navidad, año tras año, solo vemos a los pocos ganadores en los medios, no a los millones de perdedores, lo que puede generar una percepción alterada de las probabilidades reales.

3Ilusión de control

La ilusión de control es la tendencia de las personas a creer que pueden influir en resultados que en realidad escapan totalmente a su alcance. En la Lotería de Navidad, esto se traduce en pensar que ciertas rutinas, supersticiones o maneras de elegir un número pueden ayudar a ganar, cuando en realidad todos los décimos tienen exactamente la misma probabilidad.

4Sesgo de disponibilidad

En este caso, se trata de un atajo mental en el que juzgamos la probabilidad de un suceso basándonos en la facilidad con la que podemos recordar ejemplos de ello. Esto significa que solemos pensar que los eventos que nos vienen a la mente rápidamente son más comunes de lo que realmente son. Por ejemplo, si se acaba de ver una noticia sobre un accidente aéreo, se puede sobreestimar el riesgo de que vuelva a suceder inmediatamente.

En el caso de la Lotería de Navidad, podemos sobrevalorar la probabilidad de ganar porque recordamos fácilmente las historias de premiados que salen en los medios de comunicación.

5Sesgo de disponibilidad afectiva

Es una variante del anterior, pero en vez de basarse simplemente en aquello que recordamos con más facilidad, influyen también aquellos recuerdos cargados de emotividad. Es decir, cuanto más impacto emocional tiene un hecho (miedo, alegría, sorpresa, esperanza…), más se fija en nuestro cerebro y creemos que es más frecuente, probable o representativo, aunque no lo sea.

Aplicado a juegos de azar, este sesgo es muy potente. Las historias más emotivas contribuyen a una percepción exagerada de probabilidad, que es una de las principales bazas que, por ejemplo, explota el anuncio de la Lotería de Navidad. Los medios repiten cada año escenas cargadas de emoción: gente llorando, abrazándose, botellas descorchadas, barrios humildes celebrando, trabajadores premiados… Esta emoción hace que los premios se graben con fuerza en nuestra mente, mientras que olvidamos que el 85% de los jugadores no gana absolutamente nada, y que solo un porcentaje realmente pequeño obtiene premios importantes.

6Sesgo de confirmación

El sesgo de confirmación es la tendencia a buscar, interpretar o recordar información que refuerce nuestras creencias previas, mientras ignoramos o restamos importancia a datos que las contradicen. En la Lotería de Navidad, esto se traduce en que muchas personas se quedan enganchadas a un número que han soñado que va a tocar e ignoran el resto de números con los que se topan, o que recuerdan con fuerza los casos de amigos o familiares que ganaron siguiendo ciertos números o rituales, y olvidan todos los ejemplos en los que esos mismos métodos no dieron resultado.

7Optimismo ilusorio

El optimismo ilusorio es un sesgo cognitivo en el que las personas creen que es más probable que les ocurran cosas buenas (y menos malas) en comparación con otros, lo que lleva a subestimar los riesgos a la hora de tomar decisiones. Por ejemplo, puede manifestarse a la hora de fumar o alimentarse incorrectamente, donde muchas veces no se da importancia a sus verdaderos riesgos para la salud.

En la Lotería de Navidad, este sesgo puede manifestarse en sensaciones tan comunes como las de que "algo me dice que este año toca" o "esta vez me toca a mí". Ese optimismo selectivo nos lleva a sobreestimar nuestras opciones, interpretar cualquier señal como un buen presagio y comprar más décimos convencidos de que estamos "más cerca" del premio.

8Sesgo de coste hundido

Este sesgo lleva a las personas a continuar invirtiendo en algo solo porque ya han invertido tiempo, dinero o esfuerzo en ello, independientemente de si la decisión es rentable o no. Esta tendencia se basa en la aversión a la pérdida y en nuestra dificultad para reconocer errores, lo que lleva a la toma de decisiones irracionales basadas en costos pasados en lugar de evaluar solo los beneficios futuros.

En el caso de la Lotería de Navidad, podría traducirse en empeñarse en seguir comprando cada año el mismo número —como el día de la marmota— porque se ha invertido dinero y emociones en él, aunque no tenga ninguna ventaja matemática.

9Sesgo de presión social

El sesgo de presión social se refiere a la tendencia de las personas a modificar sus opiniones o comportamientos para ajustarse a las normas o expectativas de un grupo.

En la Lotería de Navidad, este sesgo aparece de forma muy visible. Mucha gente compra décimos no porque crea realmente en las probabilidades de ganar, sino porque todos a su alrededor lo hacen: los compañeros de trabajo, la familia, los amigos que te insisten para compartir décimos conjuntos... Decir que no implica quedar fuera del grupo, o peor aún, arriesgarse a que toque y ser "el único que no participó". Esa combinación de pertenencia y miedo a quedarse fuera refuerza la decisión de comprar, incluso contra la lógica.

10Efecto halo

El efecto halo es un sesgo cognitivo donde una impresión general, positiva o negativa, sobre algo o alguien influye en cómo se juzgan sus características. Por ejemplo, si alguien es percibido como atractivo, es más probable que se le atribuyan otras cualidades positivas como inteligencia o amabilidad. En juegos de azar, este atajo mental se manifiesta sobre todo atribuyendo buena suerte a personas, administraciones o números solo porque tienen una buena reputación o salieron premiados alguna vez.

Un ejemplo muy claro son esas administraciones consideradas "con suerte", aunque las probabilidades de vender un premio son idénticas a las de cualquier otra, siempre que vendan la misma cantidad de décimos distintos. Y ahí está el truco: por su gran volumen de negocio, estas administraciones despachan cada año miles de números diferentes, lo que incrementa en gran medida sus posibilidades de que alguno de ellos resulte agraciado con un premio importante.

11Efecto dotación

Se trata de un sesgo cognitivo por el que atribuimos más valor a algo solo porque es nuestro. La propiedad genera vinculación emocional con aquello que se posee, y perder algo que ya es nuestro se percibe siempre como una pérdida. En la mente humana, las pérdidas pesan más que las ganancias, lo que está relacionado con otro sesgo muy importante: la aversión a la pérdida. Según diferentes estudios, el dolor psicológico de perder es entre 1,5 y 2,5 veces más fuerte que la satisfacción de ganar la misma cantidad.

En la Lotería de Navidad, este fenómeno se puede apreciar claramente en acciones como valorar más un décimo concreto (el número que compras siempre, el que te ha regalado un ser querido, el que has comprado en un viaje...) y percibirlo como "más especial".

12Sesgo de correlación ilusoria

Es la tendencia a percibir una relación entre dos eventos que en realidad no existe. En los juegos de azar, lleva, por un lado, a la superstición de creer que pequeños gestos, amuletos o fechas personales influyen en los resultados. Este pensamiento refuerza comportamientos supersticiosos, como repetir números “de la suerte” o realizar rituales antes de apostar, pese a que las probabilidades objetivas permanecen inalteradas.

Este sesgo también interviene cuando decidimos comprar lotería en una ciudad donde ha ocurrido una gran desgracia (por ejemplo, una inundación), porque "ahora les toca algo bueno". Esta creencia de que existe una especie de equilibrio universal se mantiene porque a veces recordamos algunos casos en los que sí pasó algo parecido, aunque haya miles de lugares con desgracias donde no tocó nada.

¿Y tú? ¿Eres capaz de reconocer en cuántos de estos sesgos caes en lo que se refiere a la lotería de Navidad? Compruébalo en la siguiente encuesta. Puedes también rellenarla y ver los resultados en este enlace.


Ilustraciones: Víctor Meneses (InfografíaRTVE)

RTVE

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