La mejora de las comunicaciones en Extremadura: la asignatura pendiente para el futuro dirigente de la Junta
- La llegada de la Alta Velocidad a Extremadura está prevista para 2030
- Cáceres y Badajoz, separadas por 90 kilómetros, no tienen una autovía que las conecte
La necesidad de mejorar las comunicaciones e infraestructuras de transporte en Extremadura se sitúa de nuevo en el centro del debate público a las puertas de las elecciones autonómicas del próximo 21 de diciembre. Aunque es el Gobierno central el que asume muchas de estas competencias, el Ejecutivo regional puede jugar un papel importante para exigir con firmeza que se ejecuten esas mejoras.
Las incidencias en materia de transportes, sobre todo en el tren, levantan críticas y reproches a las administraciones a todos los niveles. Desde hace décadas, la percepción de la población es la de una red obsoleta, marcada por los retrasos y la precariedad del servicio.
Un servicio ferroviario marcado por las incidencias
Aunque Renfe no ofrece datos desglosados por comunidades autónomas sobre las incidencias en la red ferroviaria, la extremeña es famosa por los retrasos y las averías, sobre todo en la línea que conecta Extremadura con Madrid. Así lo asegura la plataforma Milana Bonita, que reivindica desde hace años un tren digno. Su portavoz, Juan Carlos López, insiste en que, aunque es cierto que las incidencias se han reducido en los últimos años, todavía queda camino por recorrer: "Tenemos los trenes de desecho. Aquí, en Extremadura, vienen a morir los trenes que ya han circulado a lo largo y ancho de otras comunidades autónomas y cuando llegan aquí, sí que se estropean".
Cinco frecuencias diarias unen la capital y Badajoz, la ciudad con más población de Extremadura. Solo tres de ellas circulan en eléctrico en el tramo que conecta Plasencia con la capital pacense. Es el llamado ‘tren de altas prestaciones’, un servicio ALVIA que se puso en marcha en julio de 2022, que permite circular a mayor velocidad, pero que no es equiparable al AVE.
El mayor ‘palo en la rueda’ con el que se encuentra la alta velocidad desde Extremadura hasta Madrid es el trazado por Castilla-La Mancha, aún sin definir. Según el ministro de Transportes, Óscar Puente, ya se está trabajando en la tramitación ambiental del trazado por Toledo: “Hemos acordado agilizar la aprobación del estudio informativo con una solución que (...) permite ejecutarse con la máxima rapidez para que el AVE llegue a Extremadura en el menor plazo posible”.
Ese plazo está fijado en el año 2030, aunque desde Milana Bonita, aseguran que las continuas prórrogas que se han dado en los plazos para la llegada de la alta velocidad en Extremadura, solo alimentan la sensación de aislamiento y desigualdad con respecto a otras comunidades autónomas: “El plazo no se va a cumplir. Si se electrifica la vía convencional, como poco la visión sería 2035”.
Algunos usuarios extremeños aceptan con cierta resignación el calendario. Álvaro Dorado es un joven natural de Valencia de Alcántara. Viaja con frecuencia a Madrid para visitar a su hermana, pero prefiere desplazarse en coche antes que coger el tren: "Aunque me gasto más dinero en gasolina, lo prefiero. Tardo menos en llegar y me ahorro el quedarme tirado".
Otras comunicaciones
La vertebración del territorio a través de los transportes no pasa solo por la conexión ferroviaria con Madrid, sino por el impulso también de otras infraestructuras convencionales como la ‘vía de la Plata’, corredor que conectaba todo el oeste peninsular y que fue cerrado hace 40 años: “De Plasencia hasta Astorga, es una infraestructura que podría hacer que nuestros pueblos se manejaran de una manera más efectiva y fijar población en los municipios”, asegura Juan Carlos López.
Otro reto clave es reforzar el enlace ferroviario con el país vecino. El trazado de la alta velocidad en el tramo portugués sigue unos plazos diferentes a los que marca el Ministerio de Óscar Puente. El gobierno luso fija en 2034 el plazo estimado para la llegada del AVE desde Madrid a Lisboa, pasando por Extremadura.
Dos capitales sin autovía
Si el servicio ferroviario extremeño es famoso fuera de las fronteras de la propia región, hay una infraestructura que pasa desapercibida para el conjunto de la población española pero que sin embargo, es bien conocida por los ciudadanos que viven en Extremadura: la autovía que une Cáceres y Badajoz.
Ambas ciudades carecen todavía de esta infraestructura. Están unidas por la nacional 523. El trayecto, que recorre unos 90 kilómetros y en el que se atraviesan varios pueblos, dura aproximadamente 1 hora y 25 minutos. “Es una carretera complicada, pasan muchos camiones, además hay curvas porque se atraviesa la Sierra de San Pedro y te puedes encontrar animales”, asegura Jorge Crespo, profesor interino en la Universidad de Extremadura. Vive en Cáceres, pero viaja por trabajo todas las semanas hasta Badajoz.
Si los usuarios quieren evitar la nacional, pueden hacerlo, pero el precio a pagar es recorrer 40 kilómetros más pasando por Mérida. La duración del trayecto entre ambas capitales se incrementa unos 10 minutos.
La necesidad de contar con una autovía que conecte ambas capitales se hizo evidente en el año 2022, cuando la borrasca Efraín provocó un gran socavón en la N-523 a la altura de la localidad de La Roca de la Sierra. El incidente causó graves problemas en la circulación durante los meses que tardaron en reparar el agujero.
“Cada vez que paso por la nacional y veo las obras de la autovía espero que puedan terminar cuanto antes, al menos un tramo”, dice Jorge.
La A-58, conocida como Autovía de Extremadura, será la que conecte ambas capitales. Las obras están en marcha, pero el Ministerio de Transportes no ha fijado un plazo concreto de finalización. Las actuaciones se están llevando a cabo por fases y de momento, se ha autorizado el comienzo de la segunda de ellas.
El desarrollo de infraestructuras como el tren de alta velocidad o la autovía entre Cáceres y Badajoz pueden tener un gran impacto económico en Extremadura, no solo por la reducción de los tiempos de desplazamiento o la mejora de las conexiones entre comunidades, sino porque pueden ser claves para atraer inversiones, impulsar el turismo o fijar población en entornos rurales.