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A DEBATE

Entre lo moral y lo cool: ¿Para qué sirve un influencer en plena crisis mundial?

  • Los inadecuados ejemplos de conducta que dejan muchos usuarios con millones de seguidores han sido duramente criticados durante la pandemia
  • ¿Su figura es determinante a la hora de difundir información verídica y sin sesgos?
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¿Para qué sirve un influencer en época de crisis?

Es probable que durante los meses de cuarentena, muchos de los influencers a los que sigues hayan aumentado el ritmo de publicaciones que poseían hasta el momento. Esta profesión, que cada vez cuenta con más incondicionales, ha tenido que reinventarse para seguir creando unos contenidos que, durante las semanas de encierro, han sido más demandados que nunca. Sin embargo, no todos abogaron por alentar a su séquito de seguidores a que cumplieran con las medidas sanitarias. Muchos de ellos se pusieron en la piel de profesionales de la medicina e incluso dieron algún que otro consejo que pronto dejó por los suelos la credibilidad con la que contaban. Unas acciones cuyo impacto aún sigue siendo incalculable si se tienen en cuenta los miles de menores que constituyen el público objetivo de cuentas como la de Paula Gonu, Mery Turiel, María Pombo o Pelayo Díaz.

Tras las últimas declaraciones de Fernando Simón, donde afirmaba que este tipo de usuarios podrían "ayudar a que las medidas de prevención y control" se aplicasen correctamente, hay quienes se preguntan si verdaderamente han sido útiles durante la crisis sanitaria y, sobre todo, si de verdad son ejemplos de conducta para los millones de seguidores con los que cargan a sus espaldas.

¿Todo vale por unos minutos de atención?

Paula Gonu es una de las influencers cuya voz se extiende a los más de dos millones y medio de usuarios que acumula entre sus cuentas de Instagram, Tik Tok y Twitter. Durante la cuarentena, la catalana fue una de las más activas en redes: aumentó el número de tiktoks diarios, llenaba de stories su perfil e incluso volvió a publicar vídeos en YouTube. Sin embargo, fue una de las más castigadas durante los meses de encierro debido a sus "ocurrencias" sobre cómo paliar los efectos del COVID-19. "Bebed agua caliente, porque a una temperatura de 27 grados o superior se supone que no vive este virus". No pasaron más de un par de horas hasta que la joven pidió perdón y eliminaba el vídeo en discordia. Pero el daño ya estaba hecho y su pseudociencia seguramente provocase algún que otro problema de salud entre quienes siguieron su consejo.

Al margen de su desafortunado comentario, Paula no fue la única que se puso en la piel de un profesional sanitario. María Pombo fue duramente criticada por recomendar antibióticos y fomentar la automedicación. Para evitarlo, lo lógico es acercarse a un centro de salud y ponerse en manos de un médico titulado, pero hay a quien le resulta más sencillo seguir los consejos de una mujer de 25 años, sin estudios en medicina y con alta capacidad para hacer que sus palabras sean tomadas como "verdades absolutas" entre sus seguidores.

Pero si hablamos de poner en jaque la delicada situación sanitaria en la que se encuentra medio mundo, no podemos perder de vista la fiesta que se pegó Omar Montes en plena desescalada. El intérprete de "Alocao", en su afán por compartir su día a día con sus seguidores, fue cancelado por celebrar un encuentro ilegal donde sus asistentes no guardaron distancia de seguridad ni llevaron mascarilla. "Lamento mucho la situación en la que me vi envuelto ayer y pido perdón a todas las personas que, con razón, se hayan sentido ofendidas por mi comportamiento irresponsable", confesaba el artistas tras ver el revuelo que había generado su actuación. Pero es ahí donde radica el fallo: ¿es necesario sufrir un linchamiento para reconducir tu actitud y ser ejemplo de conducta?

"Si no podéis dar un servicio, no lo deis"

¿Quién no ha visto un unboxing de productos que bien podrían forma parte de nuestra cesta de la compra? Es habitual que creadores de contenido utilicen esta fórmula para mostrar los últimos envíos que han recibido. Y aunque es fácil cruzar el límite entre lo cool y lo inadecuado, hay quienes dan un paso más y convierten su "ilusión" en un motivo de disputa entre la población. Pelayo Díaz es un claro ejemplo. El estilista afirmó en Instagram que ampliaba la familia con un Pomerania. Todo bien hasta que pecó de exceso de "naturalidad" e hizo públicas unas imágenes donde se mostraba el lugar en el que había llegado su perro: un maletín minúsculo facturado como si de un paquete más se tratase. La diferencia es que dentro de él se encontraba un ser vivo y que, para colmo, aún nos encontrábamos en plena prórroga del estado de alarma.

La curva de contagios seguía su curso ascendente, pero no fue un dato que pareciera preocupar a Jon Kortajarena. El actor fue foco de las críticas cuando, en un alarde de mostrar "la injusticia" que estaba sufriendo, publicó la demora que padecía su pedido en una empresa de entrega de comida a domicilio. "Llevo esperando dos horas para una tortilla. Si no podéis dar un servicio, no lo deis. Pero esto es jugar con el tiempo y el dinero de la gente", confesaba el modelo. Una actitud que rápidamente fue tachada de insolidaria. ¿Se daría cuenta por sí solo de que los pedidos a domicilio en pleno estado de alarma crecieron de forma exponencial debido al riesgo que suponía salir a la calle?

La vida continúa: el lema de Ibai Llanos, Jaime Altozano o Marta Díaz

Muchos influencers -gamers en su mayoría- desarrollan gran parte de su trabajo en sus propias casas, por lo que las semanas de encierro no supusieron gran cambio en sus rutina. Ibai Llanos es uno de los ejemplos que llevó el confinamiento a otro nivel. Gracias a la gran influencia que tiene entre sus seguidores, el vasco sorprendió con la creación de un torneo al que llamó "Liga de la Cuarentena", una competición entre ocho equipos que supuso todo un entretenimiento a los miles de usuarios que siguen día a día sus hazañas.

Todo fin es una oportunidad. Al menos así lo consideraron Marta Díaz y Jaime Altozano. Ambos cuentan con canales en YouTube con millones de seguidores. El de Marta, centrados en los vlogs y tags que lanza cada semana; el de Jaime, con intención de profundizar sobre el inmenso mundo de la cultura musical. Los dos aprovecharon la cuarentena para ampliar sus contenidos y aumentar su ritmo de publicaciones. Sin embargo, Jaime Altozano fue un paso más allá y creó una sala de estudio en Twitch donde concentró a más de 5.000 personas en su primera semana de vida. El objetivo era reunir a un grupo de gente -de todas las edades- con el fin de conseguir que durante el tiempo compartido, sacaran adelante el proyecto en el que estaban sumergidos sin ningún tipo de distracción. Todo ello bajo unas pautas de descanso con las que consiguió triunfar y marcar el rumbo de otros usuarios que poco a poco, comenzaron a copiar su idea.

Jaime Altozano durante uno de sus directos en Twitch

Jaime Altozano durante uno de sus directos en Twitch PLAYZ

Deporte en casa y directos a diario: la nueva forma de entretenimiento

Siempre ha sido uno de los "quiero y no puedo" de muchos de nosotros, pero el ejercicio puede que se haya convertido en la nueva obsesión en la era postpandemia. Patry Jordan fue una de las influencers más seguidas desde que se decretó el estado de alarma. Sus vídeos diarios y los directos con rutinas de todo tipo fueron uno de los reclamos de los miles de usuarios que vieron como los gimnasios cerraban sus puertas debido a la pandemia.

Pero si hablamos de entrenamiento no podemos olvidar nombres como el de Anabel Pantoja. La colaboradora alcanzó el culmen de popularidad cuando, sin tapujos y ningún tipo de prejuicios, se lanzó como una más a dirigir sus particulares clases de gimnasia. Unos vídeos que no solo gustaron por lo natural de su personalidad, sino porque demostró que no hace falta tener buena forma física para mover el cuerpo durante unos minutos al día. Y ante este discurso, cientos de personas se unieron a sus "clases" convirtiéndola, sin querer, en una de las personas más queridas en redes sociales de este anómalo 2020.

Pero si hay alguien que puede ser considerada como la reina de los directos, esa es Ana Milán. La exconcursante de MasterChef Celebrity 4 aprovechó su encierro para llevar a cabo directos cada día y a la misma hora. Una rutina que se convirtió en todo un acontecimiento cuando la actriz, alegando que lo más seguro era divertirse desde casa, comenzó a contar hilarantes historias personales que pronto se ganaron su espacio ante cientos de usuarios cansados de los ya típicos festivales y conciertos online.

Información mediante stories: comunicación directa y sin intermediarios

Aunque la cuarentena fue el escenario perfecto para dedicar más tiempo a las redes sociales, el exceso de contenidos provocó que los influencers tuvieran que dar un giro a lo que hasta ese momento les había funcionado con éxito. Sin embargo, muchos de ellos se desvincularon por completo del deber "implícito" que conlleva ser el modelo de conducta de millones de personas, entre las que se encuentran menores de edad o gente que no supera los 25 años. Un amplio espectro de población que resulta clave a la hora de controlar una pandemia que, tras los últimos datos recogidos, supone el principal foco de contagio en nuestro país.

La Vecina Rubia, Enfermera Saturada o la propia Dulceida fueron algunas de las cuentas encargadas de difundir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) o las lanzadas por el propio Gobierno. Una actitud que sigue siendo bien recibida entre unas redes cargadas de actitudes irrespetuosas y, sobre todo, temerarias ante la situación de repuntes en la que se encuentra nuestro país. Y precisamente ahí es donde radica el debate: ¿dónde queda el deber moral que nos empuja a ser buenos ciudadanos? ¿Para qué sirve un influencer si es capaz de presumir de incumplimiento de la ley ante sus seguidores? Unas preguntas que ponen en jaque una profesión cada vez más demandada, pero que podría ser clave en lo que ya es considerada como la segunda oleada de contagios del COVID-19.