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Aceleracionismo: ¿qué pretende esta corriente antisistema de ultraderecha?

  • The Base, una organización terrorista y supremacista, busca la guerra racial y el colapso del sistema socioeconómico global
  • Es un ecosistema de ideologías extremas con capacidad para cometer atentados y que surge de las culturas digitales
Miembros de The Base, organización terrorista supremacista
Integrantes de The Base en un vídeo publicado por la organización terrorista en sus inicios
Marta Villena

Acelerar la caída del sistema para reiniciarlo bajo el poder del supremacismo blanco. Este es el propósito de The Base, una organización de ultraderecha surgida en 2018 en Estados Unidos y Canadá, y declarada como terrorista por estos mismos países y la Unión Europea. Hoy, es una red descentralizada con células también en Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y países europeos como España, donde hace unas semanas se detuvo a tres personas en una operación conjunta de la Policía Nacional y la Europol.

Las fuerzas de inteligencia europeas llevan cinco años tras la pista de esta organización supremacista, de corte aceleracionista, “una corriente extrema del supremacismo blanco, un ecosistema más que una ideología monolítica”, explica Laura Méndez, politóloga especializada en terrorismo y radicalización. “Aquí confluyen la cultura tradicional del fascismo y del neonazismo con determinadas subculturas digitales vinculadas a lo que se llamó la derecha alternativa en Estados Unidos, la Alt Right”, añade.

Una cultura antisistema de propaganda digital

Los aceleracionistas recuerdan en su discurso a los violentos de extrema derecha, ambos movimientos coinciden en la teoría del Gran Reemplazo, una conspiración que afirma que las poblaciones blancas europeas están siendo reemplazadas deliberadamente por inmigrantes no blancos mediante políticas impulsadas por élites. Sin embargo, como señala la experta, es necesario matizar las diferencias: los violentos extremistas buscan generar crispación para incidir en la política, mientras que los aceleracionistas pretenden la caída global del sistema socioeconómico tal y como lo conocemos.

“Hay un culto a una violencia purificadora, entienden que la sociedad occidental es una sociedad decadente, irreparable, que solo puede arreglarse mediante un colapso que ellos ven inminente”, apunta Méndez. ¿Su objetivo? “Promover un Estado blanco a través de la violencia, la guerra racial, la desconfianza hacia la política y las instituciones”.

El líder y fundador de The Base, Rinaldo Nazarro, fue un ejemplo por su servicio en Irak y sus colaboraciones con la CIA. Hoy, está en en el punto de mira del FBI y se esconde en Rusia, desde donde trata de captar a más personas. “Atraen a personas vulnerables con una narrativa destructora y revolucionaria en ese sentido fatalista y nihilista. En esa visión del mundo, la diferencia entre nosotros y ellos”, argumenta la politóloga.

Reciben instrucciones paramilitares, de entrenamientos tácticos, y tienen acceso a armas para cometer atentados, como explica Méndez. “No necesitan una estructura y sus células son números reducidos, como hemos visto en España, para causar un gran daño”, añade.

La vía de entrada a esta ideología son las redes sociales, “donde encontramos discursos de radicalización normalizados”, para después ir migrando a foros más cerrados en otras plataformas, “donde el contenido va desde lo irónico hasta lo más explícito a lo más extremo”. Méndez advierte de la vulnerabilidad de los jóvenes ante estos mensajes “porque no se presentan como algo inherentemente violento en un primer momento, sino que se disfrazan de humor e ironía”.

Otros tipos de aceleracionismos

Sin embargo, esta corriente que busca acelerar la caída del sistema y reiniciarlo bajo otra idea no es nueva. El primero en hablar de ello fue el economista y filósofo alemán Karl Marx, como explica el antropólogo José Mansilla. Ya en el Manifiesto Comunista, que redactó junto a Friedrich Engels en 1848, apuntaba que el sistema capitalista estaba condenado a colapsar debido a sus propias contradicciones, y solo había que acelerar su fin. “El desenvolvimiento de la gran industria socava bajo los pies de la burguesía el terreno sobre el cual ha establecido su sistema de producción y de apropiación. Ante todo produce sus propios sepultureros”, recoge el manifiesto.

Siguiendo estos preceptos marxistas, ya en este siglo, surge una versión moderna de este aceleracionismo de izquierdas, promovido por Nick Srnicek y Alex Williams y su libro Inventar el Futuro: Postcapitalismo y un Mundo sin Trabajo, centrado en el poder de la tecnología y su desarrollo en las últimas décadas. “Estos teóricos establecen la necesidad de que la población se haga con el control de la tecnología y se organice para que tome las riendas en un futuro inminente postcapitalista”, resume Mansilla.

Y en contrapartida a esta versión del aceleracionismo, surge un modelo neoliberal, de la mano de filósofos como el británico Nick Land, “basado en el gobierno de los mejores” que pretende sustituir los gobiernos democráticos por un sistema dirigido por los magnates tecnológicos, “y en el que los seres humanos somos un obstáculo en el camino de su diseño por lo cual de alguna manera actuamos como sobrantes”. Un concepto conocido como ‘tecnofeudalismo’.

“Es importante aclarar esto porque el aceleracionismo de ultraderecha de The Base no tiene ninguna base teórica”, destaca Mansilla. Su fundamentos son simplemente posturas xenófobas y racistas que buscan evitar a toda costa la multirracialidad. “Esto no tiene ningún tipo de base porque las sociedades multirraciales son la norma en la humanidad a lo largo de su historia”, sostiene el antropólogo.

Como explica Laura Méndez, a pesar del proceso de radicalización de estas personas y detenciones en otros países como Italia, “las conclusiones de Europol son que The Base no es una amenaza masiva pero sí emergente en Europa”.