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Demasiados paquetes debajo del árbol: el riesgo de criar niños hiperregalados

  • Los expertos advierten de baja tolerancia a la frustración y mayor insatisfacción entre los menores
  • Reflexionar sobre el tipo y cantidad de los regalos e involucrar a toda la familia, claves para estas fiestas
Asi afecta a los mas pequeños tener demasiados regalos
Varias personas se paran delante del escaparate de una juguetería EFE/ Javier Belver

La Navidad es época de regalos y miles de niños se asoman con ilusión el 25 de diciembre y el 6 de enero a los bajos del árbol donde han dejado las zapatillas la noche anterior. Esta fiesta dada a la abundancia para quien puede permitírsela, sin embargo, puede terminar pasando factura a estos mismos niños ilusionados si Papa Noel o los Reyes Magos no aplican, como adultos, algo de mesura en su desembarco.

Existe el riesgo de crear una generación de niños hiperregalados, con riesgos tanto para estos menores como para el constructo social. La baja tolerancia a la frustración o la insatisfacción constante pueden arrastrarse a la adolescencia e incluso a la edad adulta.

“Tienen mucho, pero quieren más”, explica Tania Pasarín, maestra de educación infantil y primaria y docente en el área de psicología evolutiva y de la educación en la Universidad de Oviedo, en declaraciones a RTVE Noticias. Para los adultos es una “presión constante” y, en el caso de los niños, los regalos pierden cualquier tipo de valor simbólico y desaparece el concepto de espera o de proceso. Sólo cuentan los resultados y la dopamina igual que llega, se va.

Silvia Sánchez, profesora en el Departamento de Estudios Educativos de la Universidad Complutense, coincide en alertar de que una lluvia de regalos hace que los niños “pierdan el interés” y “dejen de valorar las cosas”, lo que se traduce a medio plazo en agitación, frustración e insatisfacción. “Siempre están esperando recibir algo más”, apunta, recordando la pregunta que se repite en muchas casas de boca de los propios niños: ¿cuál es el siguiente?. “Ni siquiera se centran en el regalo que acaban de recibir”, lamenta Sánchez.

“Debemos rescatar el valor pedagógico que tiene el ‘no’”, apostilla.

¿Cuál es el regalo perfecto?

La variedad de los regalos es tan dispar como los niños y las familias, pero entre los expertos existe un consenso en torno a la necesidad de marcar límites. Sánchez descarta en su diagnóstico aplicar una “receta numérica”, una cifra ideal de regalos, y aboga por el “sentido común”.

“Nos tenemos que quitar la carga de regalar el juguete más completo”, asevera. El objetivo principal debe ser el disfrute y “el juguete más didáctico puede ser un aburrimiento total” al mismo tiempo que una caja de zapatos hace volar la imaginación. Entonces, ¿cuál es el mejor juguete? “El que hace que el tiempo vuele”.

Regalos bajo un árbol de Navidad

Regalos bajo un árbol de Navidad Silas Stein/picture alliance via Getty Images

Por su parte, Tania Pasarín aboga por involucrar al niño en la elección, que sea él mismo quien determine “qué es lo que más quiere”, y mostrarle con la práctica que puede haber regalos no tan materiales como pueden ser una excursión, una manualidad, un concierto o una obra de teatro.

La estrategia, advierten ambas expertas, no funciona si no son los padres quienes toman las riendas e involucran también a otros núcleos de la misma familia, como puedan ser los abuelos, a la hora de poner estos límites.

Suplir con regalos la falta de tiempo

Admiten, sin embargo, que los ritmos de vida no siempre ayudan y que muchos progenitores ven en los regalos una forma de compensar el tiempo de calidad que no se tiene para demostrar el cariño. “El amor es vínculo, apego”, recalca Pasarín.

El Observatorio del Juego, con el que colabora Sánchez desde la Universidad Complutense, nos recuerda en un informe de 2024 que un 78% de los niños considera que su actividad preferida es estar con sus amigos y el 55% reclama ir al parque o jugar al aire libre. Compañía, al fin y al cabo.

“Cuando pensemos en un regalo para los niños lo primero que tenemos que hacer es no pensar a nosotros, en los regalos que no tuvimos, en suplir el tiempo que no podemos pasar con ellos”, plantea Sánchez. La culpa no es buena compañera a la hora de regalar.