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Entrevista

Ruth Conde, enfermera en Gaza: "No estamos preparados para este invierno aun sabiendo lo que va a suceder"

  • La sanitaria acaba de volver de la Franja y relata la situación de la población civil
  • La población gazatí se enfrenta a su tercer invierno
Ruth Conde, enfermera pediátrica de MSF en Gaza, alerta sobre el invierno
Ruth Conde, enfermera de Médicos Sin Fronteras Foto cedida por MSF

Ruth Conde es enfermera pediátrica y coordinadora médica de la organización Médicos Sin Fronteras. Su primera misión hace trece años fue a Níger y después pasó por República Centroafricana, Yemen, India, Venezuela, Colombia, Guinea-Bisáu, Guatemala, Mozambique, Ucrania y Territorios Palestinos Ocupados. Sin embargo, en Gaza ha vivido una de las experiencias vitales y laborales más duras. Ha estado en tres misiones desde el 7 de octubre de 2023 y acaba de volver. Antes de tomarse unos días de descanso en su Galicia natal, comparte lo vivido en el infierno en la tierra.

PREGUNTA: Israel sigue matando en Gaza, entre los muertos hay niños y mujeres. No ha dejado de bombardear campos de personas desplazadas. ¿La guerra no ha terminado?

RESPUESTA: El alto el fuego es quizás un alto de la guerra, pero no ha atajado la continuidad del conflicto. Quizás haya disminuido la intensidad, pero el conflicto sigue. Los ataques no han cesado en Gaza y la situación es dantesca tanto en la Franja como en Cisjordania. Es un poco la sensación de que se ha firmado un el alto el fuego, pero el espacio y la tierra de los palestinos siguen siendo el objetivo.

P: ¿Cómo afrontan este tercer invierno? Las condiciones siguen siendo muy extremas y además llegan más cansados que en los dos años anteriores.

Esta es la clave. El primer invierno, es verdad que los pilló prevenidos, aunque pensaban que podía ser un período breve de tiempo. Muchas personas no tenían ropa para ese primer invierno. El segundo fue duro y ahora se están preparando para este tercer invierno, pero ¿Cuál es el problema? El cansancio o el agotamiento generado desde la necesidad de preocuparse por buscar comida cada día. Ya que la gran mayoría de la población depende de la ayuda humanitaria al 100%. La gran mayoría no puede comprar comida en el mercado y siguen sufriendo las consecuencias del bloqueo de la entrada de ayuda humanitaria, del material de para reconstruir los edificios que han sido bombardeados y de las tiendas que se necesitan para hacer frente al invierno. No dejan pasar las tiendas porque tienen unas varillas metálicas, y está en esa lista de material de doble uso. Según nuestra experiencia del año pasado, a nivel médico no estamos preparados para hacer frente al incremento de enfermedades respiratorias y diarreas que traerá el invierno. Con la llegada de las lluvias, hemos empezado a ver tiendas anegadas en campos de desplazados absolutamente inundados. Y algo que a mí, personalmente, me ha llamado la atención es ver en los niños la falta del calzado, con este frío siguen llevando las chanclas del verano.

Con este frío siguen llevando las chanclas del verano

P: El material sanitario sigue sin entrar y esto empeora cualquier respuesta que podáis dar a la población.

R: Por ejemplo, necesitamos un tipo de ventilación mecánica no invasiva que se utiliza mucho para atender a pacientes con problemas respiratorios como puede ser una bronquiolitis. Por eso hay material que nos sirve para que los niños puedan respirar y puedan mejorar. Sin embargo, todos estos medicamentos no puede pasar. Es triste saber que, aunque hemos estado presentes en Gaza en los últimos más de dos años, seguimos sin poder estar preparados para este invierno, sabiendo lo que va a suceder por la experiencia de los últimos dos años. Somos muy conscientes de lo que nos vamos a enfrentar y esto genera mucha impotencia.

P: Otro dato importante y que preocupa a Médicos Sin Fronteras es que hay más de 16.500 personas, entre ellas más de 4000 niños y niñas pendientes de evacuación médica urgente.

R: Tenemos que pensar que todavía estamos en esa primera fase del alto el fuego. Estamos esperando la retirada de las tropas. Los bombardeos continúan, la presencia de los drones 24 horas al día prosigue, las tropas que están en la famosa línea amarilla, van cambiando de sitio y siguen avanzando. Siguen reduciendo el espacio habitable de Gaza. Todo esto, incluyendo las evacuaciones, supone un no respeto al la tregua. Los casos que requieren evacuación son muy complejos. Se trata de pacientes crónicos que necesitan un tratamiento al que no pueden acceder dentro de Gaza, como un tratamiento oncológico o un tratamiento de diálisis. Pero también hay otros que necesitan acceder a pruebas diagnósticas muy sencillas, pacientes que para poder ser tratados necesitan primeramente estar correctamente diagnosticados un tac o una resonancia magnética. O pacientes que han sido intervenidos por una cirugía, por una amputación debido a un ataque israelí, y necesitan ser intervenidos a más alto nivel. Todos están esperando. De esas 16.500 personas que constan en la lista para ser evaluados, no sabremos si están con vida o no hasta que se realice la llamada en la que se valida esa evacuación.

P: ¿Qué te decían los gazatíes del Plan de Trump?

R: Yo hablo de lo que yo he visto y me he limitado a realizar evaluaciones a nivel poblacional en cuanto a necesidades de la población. Sobre el plan de Trump, a mí aún no me queda muy claro cuál es su proyecto para Gaza. Para mí Trump es una persona que hoy dice una cosa y mañana dice absolutamente lo contrario. Lo que vemos en los pacientes es agotamiento. Una sensación de desilusión generalizada que la veo entre nuestros compañeros y en la población en general. Cuando se firmó el primer alto el fuego, sí se percibía que las cosas podían cambiar, pero con este segundo acuerdo hay una desilusión total y absoluta. También sienten que hay un silencio a nivel de los gobiernos y países que realmente tienen peso en la toma de decisiones.

P: Siempre dices que solo sabes cuidar. Es una tarea importante en tu profesión de enfermería. Pero ¿cómo se puede cuidar en un contexto tan hostil?

R: Esta es una pregunta que nos hacemos siempre. Es verdad que yo soy enfermera y a mí me gusta estar con los pacientes, pero en este caso como responsable de actividades médicas, de proyectos, hago un trabajo más de gestión. Entonces mi responsabilidad es cuidar de mi equipo. A veces, el hecho de cuidar es crear espacios seguros tanto para ellos como para pacientes donde puedan hablar. Cuidamos la parte física, tanto como podemos y con los medios que tenemos, y también cuidamos la parte mental. La estrategia de salud mental es fundamental para nosotros, es uno de los pilares básicos de nuestra presencia en Gaza. Porque hablamos de las heridas que se esconden dentro, aquellas que no se ven.

P: ¿Cómo lo están viviendo las mujeres y tus compañeras sanitarias?

R: Una de nuestras prioridades siempre ha sido la salud de las mujeres. Estamos presentes en dos hospitales de referencia de salud sexual y reproductiva de toda la Franja. Pero al mismo, justo por tener este tipo de actividades, somos testigos de los testimonios de estas mujeres que atendemos en nuestros equipos de salud. En Gaza hemos visto un aumento del número de casos de desnutrición en mujeres embarazadas y lactantes en los últimos meses y sobre todo en este periodo de bloqueo total de entrada de ayuda en Gaza. La que deja de comer en casa cuando no hay comida suficiente para los niños siempre es la mujer. En las últimas semanas, en el norte de Gaza hemos visto muchos casos de mujeres que no han podido llegar al hospital para poder dar a luz, porque no hay transporte público, ni carreteras, ni hay combustible para quien conserva su coche y no puede llegar al hospital. Muchas han dado a luz en el propio campo de desplazados o han dado a luz en el camino, en la misma carretera. Además, han sufrido la falta de productos de higiene ligada a la menstruación, concretamente las compresas. Cualquier puerta que abras en cuanto a salud materna y femenina, en general, es un fondo de necesidad.

P: Tú has visto con tus propios cómo comenzó la guerra, el durante y este supuesto final. ¿Cómo ha ido cambiando vuestro trabajo sobre el terreno?

R: La primera vez que salí de Gaza comenté la falta de espacio, pero no pensábamos o al menos yo creo que guardábamos la esperanza de que no iba a llegar a este nivel de destrucción del sistema sanitario. Lo que vemos en gente que ha estado trabajando con nosotros desde el primer momento, es que llevan más de dos años sometidos a una presión extrema. Ves un deterioro físico y un deterioro emocional, los ves cada día más delgados y agotados. Hemos tenido compañeros que han sido víctimas de esos bombardeos, hemos perdido 15 personas que trabajan mano a mano con nosotros. Y tenemos algunos que tras los bombardeos ya se han recuperado, pero siguen teniendo sus heridas físicas. Ellos mismos se ponen mucha presión. Es algo que escuchamos muchísimas veces, que en ese proceso de querer cuidarlos. Son ellos que te dicen, es que si estoy en mi casa lo único que hago sin trabajar es darle vueltas a la cabeza a esta situación. Necesitan trabajar para tener la cabeza ocupada y es una estrategia que tienen muchos que trabajan hasta más no poder.

P: Quienes tenéis la oportunidad de entrar, también tenéis la responsabilidad de compartir y contar. Pero, ¿no tiene que ser fácil volver a contarlo una y otra vez?

R: Es extremadamente complicado. Yo no soy profesional de la comunicación ni soy experta en política internacional. Yo soy enfermera, pero al mismo tiempo sé que soy testigo y te sientes responsable de comunicar lo que has visto. Y es muy difícil porque tampoco te permite a ti curarte. Es volver a recordarlo todo, revivir un montón de emociones y momentos que no son fáciles. Duelen las decisiones que se han tomado por esa hiperpriorización y no te dejan dormir por las noches. Contarlo una y otra vez, es abrir la herida, pero al mismo tiempo te dices como se me ocurre a mi decir que estoy cansada si pienso en mis compañeros que están dentro. Es una responsabilidad también hacia ellos de compartir lo que he visto.