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La alargada sombra de Pinochet sobrevuela de nuevo el sillón presidencial chileno

Los 'herederos' de Pinochet, a un paso de llegar al poder en Chile
Manifestantes se reúnen frente al Palacio de la Moneda en septiembre de 2023, en el 50 aniversario del Golpe de Estado de Pinochet Cristobal Basaure Araya/SOPA Images via ZUMA Press Wire/dpa

Si Augusto Pinochet siguiera vivo, este domingo, en la segunda vuelta presidencial del país del que fue dictador entre 1973 y 1990, votaría por José Antonio Kast. Parece algo obvio porque la alternativa es la comunista Jeannette Jara, representante de una ideología que el militar combatió desde que dio el golpe de Estado que derrocó al Gobierno de Salvador Allende. Pero en anteriores elecciones, con otros candidatos de la derecha en la terna, también habría votado por Kast. Esto llegó a afirmar el propio aspirante presidencial, principal exponente de la ultraderecha del país andino y quien más opciones tiene de ganar según los sondeos.

"Si estuviera vivo, yo creo que claramente sí. De hecho, reconozco parte de la obra del Gobierno militar y debo de ser el que más reconoce, el que menos complejos tiene hoy día", dijo este abogado de 59 años y padre de nueve hijos en 2017, en la primera de las tres campañas presidenciales que ha disputado hasta ahora, en la que no pasó de la primera vuelta y acabó ganando el derechista Sebastián Piñera.

La ultraderecha, candidata a presidir Chile pese a justificar el golpe militar de 1973

Si esta vez gana —el promedio de encuestas de DatosRTVE le da el 51,1 % de los votos, frente al 34,9 % de Jara—, el líder del Partido Republicano sería el jefe de Estado más cercano al pinochetismo desde el final de la dictadura. Antes que él, solo ha habido un presidente de derechas en la actual democracia chilena: el fallecido Piñera, que gobernó entre 2010 y 2014, y entre 2018 y 2022. Pero este, a diferencia de Kast, votó en contra de la continuidad de Pinochet en el plebiscito de 1988. El actual candidato, que entonces tenía 22 años y empezaba a despuntar como líder estudiantil, hizo campaña a favor del dictador.

"Yo respaldo lo que se hizo el 11 de septiembre del año 73 (el golpe de Estado). Y creo que era lo que había que hacer y lo que el pueblo chileno exigía. Sacar un gobierno que iba camino al totalitarismo, y yo en eso soy súper claro. No tengo ambigüedades", afirmó en 2020, convencido de que, si no, el país estaría quizás "peor que Cuba y Venezuela".

El candidato presidencial chileno José Antonio Kast a su llegada a un debate electoral el 3 de diciembre de 2025

El candidato presidencial chileno José Antonio Kast a su llegada a un debate electoral el 3 de diciembre de 2025 RODRIGO ARANGUA / AFP

Una cara más moderada

Pero a diferencia de campañas anteriores, Kast ha optado este año por mostrar una cara más moderada para tratar de ampliar su espectro de votantes. Se ha centrado principalmente en la inseguridad —considerada la mayor preocupación de los chilenos, que promete enfrentar con mano dura— y ha relegado propuestas más extremas que sí abarcó en el pasado, como las políticas de género y el aborto, cuya derogación proponía en 2021.

"Kast es un católico conservador muy fuerte. Pinochet era católico, pero no era muy conservador. Era más bien llevado por lo que querían los burócratas que manejaban la economía, pero no tenía esa noción tan conservadora, ya que tenía hasta amantes, no como un tipo como Kast, que es mucho más respetuoso de la religión que Pinochet", explica a RTVE.es el profesor de la Universidad de Chile Miguel Ángel López, para quien, por eso, "en ningún caso" existe una admiración de Kast hacia el dictador.

En la primera vuelta celebrada en noviembre, Jara quedó primera con el 26,85% de los votos; seguida por Kast, que obtuvo el 23,92%. Unos resultados mucho más igualados de lo que se esperaba. Y la suma de los sufragios de los candidatos de derecha sitúan en clara ventaja al ultraderechista en el caso de recibir el domingo los apoyos de los votantes del resto de candidatos conservadores que quedaron fuera de la contienda: tanto el libertario Johannes Kaiser, que quedó cuarto con el 13,93 %; como la representante de la derecha tradicional y exministra de Piñera Evelyn Matthei, con el 12,46%, ya adelantaron su apoyo al ultra en la segunda vuelta.

Un entorno sin complejos

Esta fue la primera vez que los tres principales postulantes de la derecha en unas presidenciales defienden, con más o menos matices, la dictadura de Pinochet.

"Yo creo que no hay ningún revival o mayor permisividad en ese sentido. Es evidente, desde alrededor del año 2000, 25 años atrás, que la derecha (...) ha ido dejando atrás su adherencia al Gobierno militar, o por lo menos reduciendo la prominencia de esta, y la eliminó de su discurso. Pero siempre existió en los votantes, en los dirigentes... siempre existió algo de eso. Entonces lo que tenemos ahora es la batalla cultural, la idea de la polarización, la idea de las identidades", cuenta Marcel Aubry, profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.

Y ahonda López: “Dentro de este nivel de polarización, ideas como 'el hombre fuerte' han surgido con mucha fuerza (...) Debido a la delincuencia, el crimen organizado y sobre todo los problemas económicos del último tiempo en toda América Latina ha ido surgiendo esa preocupación y ese interés por un líder mano dura. Y ese líder mano dura es lo que muchos chilenos quieren”.

Kaiser, que fue miembro del partido de Kast, reveló antes de las elecciones una de las principales diferencias con su antiguo compañero: "Yo impulso la pena de muerte. José Antonio está en contra", relató. Y en julio, consultado por si apoyaría un golpe si se diera un escenario como el de 1973, el libertario fue rotundo: “Sin dudas, absolutamente. Con todas las consecuencias, lamentablemente, y de eso es algo que tenemos que hacernos cargo”.

Por su parte, Matthei, hija de uno de los generales miembros de la Junta Militar golpista de la dictadura, llegó a expresar en abril que el golpe de 1973 “era necesario”. “Si no, nos íbamos derechito a Cuba”, sentenció la excandidata de la Unión Demócrata Independiente (UDI), uno de los partidos más importantes de la derecha chilena.

Según reveló en 2023 la encuesta 'Chile a la sombra de Pinochet', de Market Opinion Research International, más de un tercio de los chilenos apoyan la dictadura y su legado: el 36 % señaló que los militares "tenían razón" para dar un golpe, otro 36 % que el dictador "liberó a Chile del marxismo" y el 39 % opinó que "modernizó la economía chilena". Pero según el Latinobarómetro de ese mismo año, Chile es el tercer país de la región donde menos apoyo tendría que en la actualidad llegara al poder un gobierno no democrático "si resuelve los problemas” (el 41 % de encuestados lo apoyaría), solo por detrás de Argentina (38 %) y Uruguay (40 %).

La excandidata a presidenta de Chile Evelyn Mathei, durante su acto de cierre de campaña

La excandidata a presidenta de Chile Evelyn Mathei, durante su acto de cierre de campaña EFE/ Elvis González

Miguel Ángel López opina que "para la derecha, Pinochet nunca ha sido un factor". "Desde el descubrimiento del fraude que hizo en el pasado, que se había quedado con dinero de manera ilegal, corrupción, alejó a gran parte de la gente que le apoyaba todavía", indica. Y no cree que el 'pinochetismo' tenga mucha influencia en la política actual. "Es usado como una herramienta para atacar a la derecha y siempre ha sido así, generalmente por la izquierda más radical. Y se va a seguir usando. La mayor parte de la gente con alto nivel educacional evita referirse a Pinochet. Siempre hay una serie de gente, como grupos de generales en retiro y otra gente de mayor edad, que todavía manifiesta algún tipo de interés hacia él, pero cerca del 40% de votantes nació en democracia".

Que pueda llegar a la Presidencia alguien como Kast, que defiende el legado del régimen, no es para Aubry algo "anómalo": "Porque en el plebiscito, (el apoyo a Pinochet) tuvo el 44 % de las preferencias y tenía partidos detrás de él. O sea, no es una opción marginal, no es algo que se superó traumáticamente, no es un régimen que cayó. Es un régimen que efectivamente tenía respaldo ciudadano, respaldo de partidos y esos mismos dirigentes o electores continúan. Lo que es anómalo es que el presidente de derecha que ha habido en dos periodos no era de esa matriz, Sebastián Piñera. Es anómalo porque es un presidente de los partidos de derecha pero opositor a Pinochet".

"Lo que tenemos ahora claro es que, dentro de la competencia, Kaiser, que fue militar cuando fue joven, empezó a hablar sobre el apoyo de Pinochet, la posibilidad de poner en libertad a los que están presos por violación a derechos humanos (...) él empezó a colocar esto en el asunto, unido también a la izquierda (...)", agrega López, seguro de que, pese a que Kast ha apoyado a Pinochet en algunas cosas, se ha visto obligado a retomar el tema por el surgimiento de Kaiser, más extremo a la derecha.

El excandidato a la Presidencia de Chile Johannes Kaiser, en un acto de campaña. EFE/ Elvis González

La configuración de un líder

Hijo de una pareja de migrantes alemanes -su padre estuvo afiliado al partido nazi- y hermano de Miguel Kast, que fue ministro y presidente del Banco Central durante la dictadura, los inicios políticos de Kast se remontan a sus tiempos de universitario. En la Escuela de Derecho de la Universidad Católica conoció a Jaime Guzmán, colaborador del régimen y uno de los mentores de la Constitución de 1980, que aún sigue vigente pese a los dos intentos, en 2022 y 2023, de aprobar una nueva Carta Magna.

Fue Guzmán quien le motivó para afiliarse a la UDI, de la que acabó renunciando en 2016.

En 1996 fue elegido concejal de la ciudad de Buin por cuatro años. Después fue diputado durante más de tres lustros por la UDI, y ya como independiente se presentó a los comicios presidenciales de 2017, en los que solo obtuvo el 8 % de los votos. En 2019 fundó el Partido Republicano. Ese mismo año se despertó en Chile una ola de protestas en las que se clamó contra la desigualdad social, el modelo económico y la clase política. El principal encauzamiento de ese estallido social fue la propuesta de redactar una nueva Constitución para sustituir la de 1980. Sin embargo, ese proceso fracasó dos veces en plebiscito, primero en 2022 con un texto de orientación más de izquierda y otro en 2023 más de derecha.

En ese último intento, el Partido Republicano fue el que más miembros aportó al Consejo Constitucional. Uno de ellos fue Luis Silva, quien en una entrevista no dudó en calificar a Pinochet como un "estadista".

"Hay un dejo de admiración por el hecho de que creo que fue un estadista. Un hombre que supo conducir el Estado, rearmar un Estado que estaba hecho trizas”, sentenció. Y aunque lamentó que durante ese tiempo “ocurrieron cosas atroces” que Pinochet "no podía no conocer", opinó que "a la distancia" debe hacerse una lectura "un poco más ponderada" de su Gobierno y “no simplificar” esos 17 años, “con toda la gravedad que tiene”, a las violaciones de los Derechos Humanos.

Pinochet ofrece una rueda de prensa en Madrid en 1975 durante su visita a España para asistir al funeral del dictador Francisco Franco

Pinochet ofrece una rueda de prensa en Madrid en 1975 durante su visita a España para asistir al funeral del dictador Francisco Franco Europa Press

Los crímenes de lesa humanidad

El Gobierno de facto dejó más de 40.000 víctimas entre personas torturadas, ejecutadas, detenidas y desaparecidos. De ellas, 3.216 fueron asesinadas o sufrieron desaparición forzada y aún hay un millar de cuerpos que no se han encontrado. Un periodo que Kast no quiere llamar dictadura: "Díganme ustedes si las dictaduras, como ustedes las conocen, entregan el poder a la democracia y se hace una transición a la democracia y se respeta. En Chile se hizo", dijo hace cuatro años en referencia a las elecciones de 1989.

El país ha celebrado multitud de juicios por los crímenes del régimen de Pinochet, que murió en 2006 a los 91 años sin haber sido condenado.

En esta campaña, Kast no ha aclarado si indultará a Miguel Krassnoff, uno de los responsables de la antigua Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Fue condenado a más de mil años de cárcel por violaciones a los derechos humanos y cumple la pena en la prisión de Punta Peuco, que desde 1995 es un presidio especial para los criminales de la dictadura. El 3 de noviembre pasado, el actual presidente, Gabriel Boric, firmó un decreto para convertirla en cárcel común.

Y aunque el republicano ha reiterado en varias ocasiones que no respalda a nadie "que haya violado los derechos humanos, sea militar o no", cree que hay casos injustos y no ha descartado otorgar beneficios como el arresto domiciliario o el indulto a reclusos en base a circunstancias como la edad avanzada y el estado de salud.

Un tema que volvió a salir a colación en el último debate electoral ante Jara, el pasado miércoles. "Cuando se plantea indultar a alguien por razones humanitarias como Krassnoff, no puedo dejar de acordarme del caso de una mujer que le sobrevivió y que comentó a través de una carta en el diario cómo el mismo Krassnoff le ponía en su vagina corriente y le decía: Para tu guagüita (bebé). Guagüita que por cierto perdió", reprochó la candidata izquierdista a su adversario. Y alertó: "Yo sé que hay muchos jóvenes que hoy día nos están viendo en el país y que no conocen la historia de la dictadura, pero lo que no podemos hacer es retroceder".

Ciudadanos se manifiestan en Chile en 2023 durante el 50 aniversario del golpe militar de Augusto Pinochet

Ciudadanos se manifiestan en Chile en 2023 durante el 50 aniversario del golpe militar de Augusto Pinochet Matías Basualdo/ZUMA Press Wire/DPA

La cuestión de los derechos humanos es una línea roja para muchos de los rostros de la derecha chilena que defienden el legado del dictador. Es el caso, por ejemplo, del senador de la UDI Iván Moreira: "hay una cosa que nuestra generación aprendió. Estábamos muy ajenos a lo que significaban los derechos humanos. Pero con el tiempo, durante estos 50 años, hemos aprendido sobre su universalidad. Y eso no significa renunciar a la historia o al pasado", dijo el político a mediados de este año. Y aclaró que no apoyaría un nuevo golpe de Estado.

"No todos los votantes de la derecha son pinochetistas. Tal vez todos los pinochetistas sean de derecha, pero son muchos menos. Pensar que Pinochet está metido aquí nuevamente es una sobresimplificación de la situación", puntúa Miguel Ángel López.

Está por ver qué grado de 'pinochetismo' aplicará Kast en el caso de ganar. De momento, deja avisos como este de 2020: "Yo no soy pinochetista, yo no tengo una foto de Pinochet en mi oficina, pero sí valoro el trabajo que se hizo, sí valoro el trabajo que hizo mi hermano como ministro en varias carteras del gobierno militar de focalizar el gasto público, de focalizar el gasto en los más pobres y de superar ciertos males endémicos de Chile".