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Pablo Maurette, Premio Herralde de Novela: "La gran pasión argentina es el resentimiento"

  • El contrabando ejemplar, editado por Anagrama, juega con la idea de lo monstruoso
  • La novela es un "gran homenaje" póstumo a Eduardo, un amigo del autor
Pablo Maurette, Premio Herralde de Novela: "La gran pasión argentina es el resentimiento"
El escritor argentino, Pablo Maurette. EFE/Quique Garcia

Un aspirante a escritor se apropia del manuscrito de una novela que su amigo dejó inacabada. Así arranca El contrabando ejemplar, la obra de Pablo Maurette, galardonada con el Premio Herralde de Novela. Un proyecto que pretendía explicar el destino de Argentina desde su origen, un territorio que en el siglo XVII configuró un sistema de comercio clandestino parainstitucional, que se conocía como contrabando ejemplar.

"En ocasiones, los oficiales locales orquestaban tramoyas bizantinas con los contrabandistas. Confiscaban la carga, por ejemplo, y llamaban a subasta pública para que alguien elegido de antemano por el Depositario General o por los Oficiales de la Real Hacienda adquiriese la mercadería, que, una vez blanqueada, se comercializaba legalmente."

Pablo Maurette (Buenos Aires, 1979) no hace una reconstrucción histórica, ni se baña en las aguas nostálgicas de la memoria sino que deambula entre lo perdido y lo inventado en una trama de muñecas rusas, en las que un narrador recoge lo que otro escribió, que, a su vez, cuenta lo que le dijeron y ofrece distintas versiones de la misma historia.

Tercera novela

Profesor de Literatura comparada en la Florida State University, investigador académico y ensayista ha explorado el cuerpo en El sentido olvidado sobre el tacto, La carne viva y el Atlas ilustrado del cuerpo humano. Ahora publica su premiada tercera novela, tras La migración (2020) y La niña de oro (2024).

Portada de 'El contrabando ejemplar'

Pregunta: ¿Qué era el contrabando ejemplar?

Respuesta: Se llamaba así un sistema de comercio ilegal que estructuró la economía de Buenos Aires durante casi 200 años, desde la fundación en 1586 hasta la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1786, dos siglos después. Buenos Aires formaba parte del Virreinato del Perú, cuya capital era Lima, con un puerto muy importante, el Callao. Lima no quería competencia con el puerto de Buenos Aires, tenía el monopolio, entonces convenció a la Corona española de cerrarlo. Buenos Aires no podía comerciar, pero obviamente comerciaba. Claro que todo el comercio era ilegal, era contrabando. Este sistema totalmente universalizado, sabido por todos, se llamaba el contrabando ejemplar.

P: En la novela dice que "lo mejor que puede hacer un autor argentino es dedicarse al plagio". ¿Por qué?

R: Es una frase de un escritor de fines del siglo XIX. Sarmiento consideraba que la Argentina todavía no tenía la madurez suficiente como para producir grandes obras de la literatura, que necesitaba mucho tiempo para eso, una cultura, mucha maduración y que lo mejor que podía hacer era plagiar. Me gusta la frase porque, de alguna manera, mi novela también es un homenaje al plagio. Y sí, estoy de acuerdo con que toda la literatura es un arte, un gran acto de plagio. Los autores están siempre repitiendo cosas que leyeron, a veces sin darse cuenta, a veces dándose cuenta, transformando, bastardeando, manoseando y no hay escape de esto, no hay verdadera originalidad.

P: Es un lugar común que el pecado nacional de España es la envidia. Y en su libro apunta que en Argentina es el resentimiento. ¿Cómo lo explica?

R: También es un lugar común que la gran pasión argentina es el resentimiento. Y hay una discusión en un momento de la novela al respecto y uno de los personajes dice que, en realidad, el resentimiento es una pasión que construye. Es la pasión de las masas desposeídas que quieren tener lo que tienen las élites, es el origen y el motor de los grandes avances sociales. Pero el otro está en desacuerdo, le dice que el resentimiento es una pasión de la clase media. El resentimiento no es querer lo que el otro tiene. Eso sería más parecido a la envidia. El resentimiento es no querer que el otro tenga lo que quiere tener, porque cuando el otro triunfa le recuerda a uno su propia mediocridad. O sea, el resentimiento es una pasión mediocre. Es una discusión de la novela que a mí me interesa. Me interesa el resentimiento.

P: El contrabando ejemplar gira en torno a una pregunta ¿cuándo se jodió la Argentina? ¿Cuál es su respuesta más allá de lo escrito en la novela?

R: No tengo respuesta, pero podría dar mil respuestas. Cada argentino tiene su respuesta, incluso es un caso que se estudia a veces en las facultades de economía en otros lugares del mundo. "El caso de la Argentina, ¿cuándo exactamente comenzó el declive?", pero además de la pregunta específica sobre cuándo empezó el declive del país, a mí me interesa la pregunta "¿cuándo se jodió X?" Que es una pregunta que se suele hacer la gente cuando empieza a armar una relación de pareja, con una relación familiar... Quizás hay algo de lastre psicoanalítico ahí, tratar de recuperar el pasado, pero más me interesa el aspecto arqueológico, esa obsesión con encontrar y identificar el momento exacto en que empezó el declive. Yo creo que es imposible, todo está en declive siempre, desde nuestra propia vida, que estamos yendo hacia la muerte, pero me interesa esa obsesión. Quizás tiene que ver con una superstición, un pensamiento mágico de creer que si uno identifica el momento exacto, por ahí lo puede revertir, puede hacer algo.

P: Pablito asegura que "Borges no estuvo a la altura de su genio" porque en lugar de un Quijote creó a Pierre Menard y lo tilda de pusilánime y mezquino. ¿Algo que alegar?

R: Esto está inspirado lo que dijo Victoria Ocampo sobre Borges. A veces pienso que es cierto que no estuvo a la altura de su genio, que fue el mayor genio literario del siglo XX y que no tuvo la energía, la fuerza como para componer una gran obra. A veces pienso lo contrario, que lo que compuso es la gran obra, esos cuentos, esos ensayos, esos poemas tan llenos de ideas y de maneras de ver la literatura tan revolucionarias. Es parte de su genio haber creado una gran obra sin crear una gran novela o un gran poema épico. O sea que voy y vengo entre las dos ideas.

P: Borges construyó un universo, lo que no hizo fue una gran novela...

R: La novela sigue siendo el gran género, el género mayor de nuestra época. Se resistió a la novela. No la hizo. Él decía que por pereza, probablemente no le interesase. Los escritores argentinos creo que casi todos tenemos una relación complicada con Borges, es parte del ADN y a la vez a uno le sale también insultarlo, humillarlo...

P: Dice que las novelas históricas o son una obra maestra como Memorias de Adriano o una auténtica basura. Además de Marguerite Yourcenar, ¿qué otras escritoras admira?

R: Una de mis escritoras de cabecera es Patricia Highsmith y creo que de pocos escritores aprendí tanto como de sus novelas. No tanto las de Ripley, sino sus otras novelas de misterio psicológico. Tengo algunas amigas escritoras contemporáneas que admiro muchísimo, como María Gainza. Tengo que mencionar a Matilde Sánchez, es un descubrimiento reciente, una novelista argentina que me impresionó muchísimo. Respecto a la novela histórica, no soy un gran lector. He leído muchas muy malas, pero hay más de una novela histórica buena. La de Yourcenar es una, pero hay otras. Me parece excelente, Helena de Evelyn Evelyn, que cito en el libro, y también me encanta Tu nombre imperios han sido de Álvaro Henrigue.

P: En el libro usa anacronismos evidentes. Lo mismo cita mal las coplas de Jorge Manrique que una letra de Los abuelos de la nada. ¿Qué versos le gustan más?

R: Me gustan mucho los dos, no podría decidir. No quiero igualar el rock con la poesía. Creo que son muy distintos. Si uno lee una letra de Los abuelos de la nada, sin la música no vale tanto. La canción necesita de la música. En cambio, Manrique no. La cita no es exacta como guiño a esta costumbre literaria de falsear todo constantemente, de citar mal, de desviar, de cambiar una palabra. Me fascina la trayectoria de los mitos griegos, de los cuales hay varias versiones, no hay una que es la verdadera y algunas se contradicen entre sí.

P: ¿Tiene algún poema guardado en un cajón? ¿Alguna vez ha escrito versos?

R: Sí, tuve un periodo bastante corto pero intenso de escribir poesía. Un par de esos poemas se publicaron hace años en la revista Hablar de poesía. El resto no creo que vean la luz. Eran algo que sentí muy profundo y que salió de muy adentro, pero no lo considero publicable.

P: Eduardo es argentino, homosexual, viajero, cuentista empedernido y ejerce una gran influencia sobre Pablo. ¿Está inspirado en una persona real?

R: Si está inspirado en una persona real que se llamaba también Eduardo. Los nombres se han preservado. Fue una persona muy cercana a mí, una influencia muy fuerte en mi vida y murió hace unos años. Así que también, en cierta forma, la novela es un gran homenaje a él y a nuestra amistad.

P: ¿Quién le ayudó a despertar su amor por la literatura?

R: Mis padres, y por eso la novela está dedicada a ellos, cada uno a su manera. Mi madre leyéndome cuentos, mi padre inventando cuentos. En mi casa había muchos libros. En la casa de mi abuela había muchos libros. No creo que haya sido 100% influencia de mis padres, pero fue imprescindible y, a la vez, el amor por los libros. Me gusta creer que también fue innato. Yo vine con eso al mundo.

P: El pequeño Pablo aplasta caracoles, mata pollitos y es un niño gordo y miedoso. ¿Qué hay de autobiográfico en todo esto?

R: Todo en la novela es real y todo es ficción. Todo viene de algún lugar. En la presentación del libro en Barcelona, Gonzalo Torné dio una imagen buenísima del escritor, como un escarabajo que va con su bola de porquerías cargándola por el mundo. Todo lo que alguna vez le pasó o le pasó a otras personas, de lo que se apropió todo lo que leyó, todo lo que imaginó y de esa bola de porquerías va sacando cuando necesita. O sea que todo ahí, de alguna manera, es real.

P: ¿Por qué he elegido una atracción de feria como portada de la novela? ¿Qué le evoca?

R: Ese parque se llamaba el Italpark. La foto viene de ahí, de los años 80, uno de los juegos era un pulpo gigante con carritos que giraban. Es un lugar emblemático en la geografía de Buenos Aires y para la gente es muy entrañable porque pasamos ahí momentos muy lindos de la infancia y tiene varios sentidos. El primero que aparece en la novela es un espacio, que fue resignificado a lo largo de las décadas. Y eso es algo que siempre me llamó mucho la atención, cómo se van transformando los espacios y tratar de percibir si queda rastro de lo que fue en el pasado. Es una labor arqueológica enorme, pero a la vez es un juego y es un parque de diversiones. La escritura para mí es un ejercicio lúdico que me divierte. Como tercer elemento, es un pulpo gigante. Si bien no hay pulpos gigantes en la novela, sí hay monstruos y lo monstruoso juega un rol importante en El contrabando ejemplar.

Italpark

Entrada de Italpark en Buenos Aires.

P: Quizá que sea una imagen contemporánea aleja la idea de una novela histórica...

R: Sí. No quería que nadie pensara que es una novela histórica y se tomará la historia muy en serio, la historia que proyecta la novela.

P: ¿Cuánto tiempo ha tardado en escribir El contrabando ejemplar? Cómo fue la gestación del libro?

R: El proceso de gestación fue muy largo. No sabría decir cuándo apareció por primera vez la idea, pero muchos, muchos años. Y se fueron juntando, como átomos en el vacío, distintas ideas hasta formar el esqueleto de la novela. Y ahí fue cuando empecé a escribir, que fue a principios del 2023, o sea, dos años y medio más o menos. Acababa de terminar mi segunda novela y conseguí una residencia literaria en Italia, en la Fundación Santa Maddalena. Fue el momento ideal para empezar a escribir esta novela. Ese fue el detonante logístico.

P: La novela habla sobre la necesidad de escribir para diseminarse, alcanzar la fama, incluso explica expresiones para el lector del año 3500. Largo me lo fiáis...

R: El Quijote también aparece mucho en esta novela. Es una humorada, un guiño al lector de hoy. Yo, lamentablemente, soy bastante pesimista y no creo que en ese año siga habiendo personas o libros. Ojalá que sí, pero el narrador, Pablito, tiene momentos de delirios de grandeza. Entonces se anima a decir que lo van a leer dentro de mil años. Como diría Ovidio: "Mientras exista Roma, este poema será leído". Y siempre me pareció linda esa idea, porque creo que, en algún momento del proceso de la escritura tiene que haber un arranque de delirio, de grandeza, porque para qué escribir si uno no cree que es buenísimo lo que está escribiendo. Después piensa que no es bueno, que va y viene. Pero sin esos momentos de creer ciegamente en el libro, para mí es imposible escribir, sin esos subidones.

P: ¿Le gusta la palabra obsecuente? ¿Y además cita al autor Julio Obsecuente?

R: Sí, me gusta. En general, cuando una palabra no es tan común, quizás no está bien repetirla tanto, pero se ve que evidentemente me gusta. Julio Obsecuente es un autor de época romana que recopilaba prodigios y sucesos extraños, meteorológicos, nacimientos monstruosos, tiene una lista que está, de hecho, publicada en Internet. Se puede acceder fácilmente a su obra. Obsecuente fue muy leído en el Renacimiento y aparece en ese contexto.

P: En el texto menciona un misterioso cuadro de Zurbarán. ¿Le atrae este pintor del Siglo de Oro?

R: Zurbarán, muchísimo. Parte de la escritura de El contrabando ejemplar fue en Sevilla e imaginé ese cuadro inexistente de Zurbarán de La verificación de los estigmas de San Francisco, pero está basado en una historia real. La dueña de la Fundación Santa Maddalena, se llama Beatrice Monti, era marchante de arte y muy amiga de Antoni Tàpies. Iba mucho a Barcelona, llevaba su obra a Italia y me contó que un día Tàpies la llevó a su estudio para mostrarle algo muy especial que tenía guardado. Era un cuadro de Zurbarán de un monje con una daga clavada en el cuello, con un hilo de sangre, algo que casi emulaba a la tauromaquia y lo tenía escondido. Siempre me obsesionó la idea de este cuadro ¿dónde estará?...

P: ¿Qué cuadro de la historia del arte colgaría en el salón?

R: San Jerónimo penitente de Jacopo Pontormo. Si se pudiera elegir uno, sería ese.

'San Jerónimo, penitente'

'San Jerónimo, penitente' de Jacopo Pontormo. Landesmuseum Hanover

P: La novela acaba con un niño que encuentra restos humanos en la Plaza de Mayo. ¿Piensa retomar la novela policíaca con la fiscal Silvia Rey?

R: Sí, apenas pueda voy a empezar una nueva novela de su vida. Eso sí, no va a tener nada que ver con los restos humanos en la Plaza de Mayo, pero es una nueva aventura de Silvia. Me gusta el género y sobre todo me encariñé con el personaje.

P: ¿Algún otro proyecto en paralelo?

R: Sí, tengo una idea desde hace muchos años también, que no sé exactamente cuándo podré escribirla. Un libro sobre el asombro, un ensayo específico sobre la pérdida de la capacidad de asombro en la era digital que tenemos acceso a las mil maravillas y estamos como desensibilizados.

P: ¿Qué libro ha leído recientemente que le parezca un hallazgo?

R: Bueno, el libro que acabo de terminar de Pol Guasch, que se llama Reliquia que todavía no salido, sale a finales de enero. Me lo dieron ahora los agentes de Anagrama. Es un hallazgo. No había leído los otros libros de Pol, me habían hablado siempre muy bien de él, pero este libro que trata sobre el suicidio de su padre es sensacional.

P: En la novela dice que el amor se constata en los proyectos. ¿Qué opina en realidad?

R: No sé. Leí una vez por ahí que no existe el amor, sino las pruebas de amor y los hechos, en general. Sí, estoy de acuerdo con que los hechos pesan más que las palabras. Uno puede decir muchas cosas, pero en el hacer se constatan los sentimientos. Viniendo de un escritor es un poco paradójico, pero es cierto.