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El húngaro László Krasznahorkai, Premio Nobel de Literatura 2025 "por su obra cautivadora y visionaria"

  • Guionista habitual del director de cine Béla Tarr, su primera novela fue Tango satánico
  • Se une a Han Kang, Jon Fosse, Annie Ernaux, Abdulrazak Gurnah, Louise Glück, Peter Handke y Olga Tokarczuk
El húngaro László Krasznahorkai, Premio Nobel de Literatura 2025 "por su obra cautivadora y visionaria"

El escritor y guionista húngaro László Krasznahorkai es el Premio Nobel de Literatura 2025. La Academia Sueca le ha otorgado el galardón por “su obra cautivadora y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”. Es el segundo escritor de Hungría que consigue esta distinción, tras Imre Kertész, que lo obtuvo en 2002.

Krasznahorkai es la mano derecha del director de cine húngaro Béla Tarr con el que colabora desde 1988. Ha firmado los guiones de seis de sus películas, la última es El caballo de Turín.

El escritor húngaro ha sido reconocido en España con el Premio Formentor en 2024 por su obra compleja pero envolvente, que exige atención y perseverancia para, superada la sorpresa inicial que provoca su estilo, disfrutar de la belleza del ritmo de su prosa.

Debut satánico

Nacido en 1954 en la localidad de Gyula, al sureste de Hungría, cerca de la frontera con Rumanía, el autor ambientó su primera novela en una remota zona rural muy parecida a su ciudad natal. Se trata de Tango satánico (Sátántangó, 1985), que no se publicó en España hasta 2012 por Acantilado.

El libro fue un éxito literario en Hungría y fue llevado a la gran pantalla por Tarr en 1994. Tango satánico retrata a un grupo de personas atrapadas en una granja colectiva perdida en el campo justo antes de la caída del comunismo.

En un compás de espera, reaparecen Irimiás y su compinche Petrina, a quienes todos creían muertos. El elemento satánico al que se refiere el título está presente en su moral de esclavos y en las pretensiones del embaucador Irimiás, que comprometen a todos. Su esperanza se ve truncada por la cita de Kafka que introduce el texto: "En ese caso, me perderé el milagro por esperarlo".

Maestro del apocalipsis

Bautizado por Susan Sontag como "el maestro del apocalipsis", una opinión que cristalizó tras leer su segundo libro, Az ellenállás melankóliája (La melancolía de la resistencia), su segundo libro también se convirtió en un largometraje de Tarr. Es una fantasía de terror, ambientada en el valle de los Cárpatos, con un circo fantasmal, que exhibe el cadáver de una ballena gigante.

Empleando escenas oníricas y caracterizaciones grotescas, Krasznahorkai retrata magistralmente la brutal lucha entre el orden y el desorden, con disturbios callejeros y unos militares incapaces de controlarlos. Nadie escapa a los efectos del terror.

En la novela Háború és háború (Guerra y guerra) su prosa evoluciona hacia la sintaxis fluida con oraciones largas y sinuosas sin puntos que es su sello distintivo como escritor.

Tradición centroeuropea

Krasznahorkai es un digno heredero de la tradición centroeuropea, que va de Kafka a Thomas Bernhard, y se caracteriza por el absurdo y el exceso caricaturesco de sus primeras obras.

El húngaro mira también hacia Oriente, con un tono más contemplativo y refinado, tras las impresiones que le dejaron sus viajes a China y Japón. En su novela de 2003, Északról hegy, Délről tó, Nyugatról utak, Keletről folyó (Una montaña al norte, un lago al sur, caminos al oeste, un río al este), busca un jardín secreto en el sureste de Kioto.

Seiobo járt odalent (Y Seiobo descendió a la Tierra), una colección de 17 historias organizadas en una secuencia de Fibonacci sobre el papel de la belleza y la creación artística en un mundo de ceguera e impermanencia es una obra maestra de Krasznahorkai. Se abre con una garza blanca inmóvil en medio del río Kamo en Kioto, esperando a su víctima entre los remolinos. Invisible en la nieve para la gente que pasa, el ave se convierte en una metáfora del artista.

Lista cremallera

El Nobel de Literatura va avanzando en la carrera de la igualdad. Los ganadores de los últimos años forman una lista cremallera en la que se alternan varones y mujeres: el húngaro László Krasznahorkai sucede a la surcoreana Han Kang, tras el noruego Jon Fosse, la francesa Annie Ernaux, el tanzano Abdulrazak Gurnah, la estadounidense Louise Glück, el austriaco Peter Handke, la polaca Olga Tokarczuk, y el británico, nacido en Japón, Kazuo Ishiguro.

Desde su creación, el Nobel había reconocido a 18 escritoras y la mitad (9) han sido elegidas en el siglo XXI, gracias al empuje del feminismo.

El Nobel ha hablado en español en once ocasiones, pero el jurado nórdico sigue sin acordarse de la lengua de Cervantes. La última vez fue hace quince años, cuando reconoció con el Nobel al peruano, luego nacionalizado español, Mario Vargas Llosa.

Paz, Economía y punto

En otras categorías, los Nobel han distinguido en Química a Susumu Kitagawa, Richard Robson y Omar M. Yaghi por el desarrollo de las estructuras metal-orgánicas y a John Clarke, Michel H. Devoret y John M. Martinis con el de Física por sus descubrimientos en mecánica cuántica; el de Medicina ha recaído en Mary E. Brunkow, Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi por sus hallazgos relacionados con el sistema inmunitario.

El origen de los premios fue una metedura de pata, un periodista publicó una necrológica, pero Alfred Nobel aún no había fallecido. Al inventor de la dinamita no le gustó lo que leyó y el potentado sueco decidió ligar su nombre a algo más provechoso para la humanidad.

Tras el Nobel de Literatura, solo quedan por desvelarse el Nobel de la Paz que, tras algunos bulos con Trump de por medio, se conocerá este viernes en Oslo y el premio de Economía, que otorga el Banco de Suecia, cuyo destinatario se hará público el lunes 13 de octubre.

En su escritura, László Krasznahorkai prefiere no usar signos de puntuación, pero reconoce que al final se ve obligado a poner el punto, aunque cree que no tiene derecho a hacerlo porque el punto final siempre lo pone Dios.