Sébastien Lecornu, un fiel macronista con el que el presidente galo busca volver a "primera línea" en una Francia dividida
- El exministro de Defensa se convierte en el cuarto primer ministro en dos años
- Lecornu, 39 años, fue alcalde y ministro delegado de las Comunidades Territoriales (2018) y de Ultramar (2020)
Tras la caída de François Bayrou, el Elíseo prometió que habría sucesor "en los próximos días" y, esta vez, Emmanuel Macron ha hecho los deberes rápido. El martes por la tarde, apenas unas horas después de aceptar la dimisión de su predecesor tras perder la confianza de la Asamblea Nacional, el jefe del Estado nombró a Sébastien Lecornu como nuevo inquilino del Hôtel de Matignon, la residencia oficial del primer ministro en Francia, que desde 2022 ha sido escenario de cuatro mudanzas.
El líder galo ha recurrido a uno de sus fieles y a una figura que, además, encarna algo de estabilidad entre los constantes vaivenes de la política francesa. El hasta ahora titular de Defensa es el ministro que más tiempo ha permanecido en el Gobierno —ocho años, en varias carteras— durante las dos legislaturas de Macron y su nombre había sonado con fuerza en anteriores quinielas —esta vez, apenas ha habido tiempo para predicciones—.
"Comprendo sus expectativas y soy consciente de las dificultades", dijo tras su nombramiento a través de X. Lecornu es el tercer primer ministro desde las elecciones legislativas de 2024 y su gran reto, al igual que para sus predecesores, será el de sortear las divisiones y alcanzar acuerdos en una Asamblea Nacional muy fragmentada.
"Un miembro leal de la cúpula presidencial", dicen de él en el diario francés Libération; "un fiel partidario" del presidente, arroja Le Figaro; y Le Monde se refiere a él como "el macronista favorito de Agrupación Nacional (RN)". Aunque la líder de este partido, Marine Le Pen, ya ha pronosticado su pronto final y vaticina unas "inevitables" elecciones legislativas. Es, dice, la "última bala" del macronismo antes de que su delfín, Jordan Bardella, se convierta en primer ministro.
Mientras tanto, al otro lado del espectro ideológico, La Francia Insumisa (LFI) ya ha adelantado que presentarán una moción de censura si Lecornu no se somete voluntariamente a una cuestión de confianza. "¿Por qué es primer ministro? ¿Cuál ha sido su éxito?", planteaba el líder de la formación izquierdista, Jean-Luc Mélenchon, al hacerse público el nombramiento.
Un macronista "incondicional"
Nacido en 1986 en la pequeña localidad parisina de Eaubonne, a las afueras de la capital, Lecornu (39) desbanca a Gabriel Attal al convertirse en el primer ministro más joven de Francia. Pese a su corta edad, su trayectoria es larga, porque a los 16 años ya empezó a interesarse por la política y a los 19, tras afiliarse a la formación del expresidente Nicolas Sarkozy Unión por un Movimiento Popular (UPM) —posteriormente Los Republicanos (LR)—, se convirtió en colaborador parlamentario del diputado Franck Gilard.
Antes de los 30, ya se había convertido en alcalde de Vernon, una ciudad de 25.000 habitantes al norte de Francia, y en presidente del Consejo Departamental de Eure (2015); y, después, no tardó en ascender posiciones en los distintos Ejecutivos. Además, aunque lo hizo poco antes de cerrar las listas, apoyó al actual presidente en su candidatura de 2017 y, desde entonces, ha permanecido a su lado, aunque con un perfil discreto.
Sébastien Lecornu "es una incógnita, al menos para los medios de comunicación y muchos parlamentarios, siempre dispuesto a mantener un perfil bajo", apunta la politóloga de la Queen Mary University Françoise Boucek, que subraya que se trata, eso sí, de un político experimentado. Sin embargo, su larga estancia en el Gobierno hace que la oposición lo vea "como un producto del macronismo" y recuerda que el llamado socle commun —la coalición de centro derecha de Macron en la Asamblea— no tiene la mayoría.
"Es un macronista incondicional" que "parece ser un fiel seguidor" del presidente, asegura a RTVE Noticias el profesor de Historia de la institución educativa Science Po, Pascal Cauchy, que asegura que en Francia se le considera como alguien "amable y cortés". Sin embargo, apunta el analista, sus éxitos en los diferentes cargos que ha ocupado ha sido "muy escasos". "Es el responsable del cierre de la central nuclear de Fessenheim. Ha fracasado en Nueva Caledonia. Como ministro de Defensa, asumió la retirada de Mali", enumera.
Con su nombramiento, dice Cauchy, Macron "parece querer retomar la iniciativa". "Vuelve a situarse en primera línea. Un gran riesgo, dada su impopularidad", asegura. Según el último barómetro de Ipsos Francia, Macron tiene un índice de popularidad del 24% (cuando llegó al Elíseo en 2017, era del 45%).
Una apuesta conservadora
Macron ha elegido a un primer ministro conservador; no importaron las veces que los socialistas repitieron estar "dispuestos" a gobernar. Lecornu abandonó Los Republicanos (LR) cuando se unió a las filas de Macron, procede del ala derechista francesa, al igual que el ahora ministro en funciones, Gérald Darmanin, una figura de confianza para el nuevo primer ministro, al que se ha referido como "un hermano".
Otro de sus aliados conservadores, el ex primer ministro Édouard Philippe, aseguró el martes que Lecornu "tiene las cualidades" para "dialogar" y "llegar a acuerdos" con el resto de fuerzas. "Es un hombre joven, pero que ha adquirido mucha solidez en el Ministerio de Defensa", aseguró.
Hijo de una secretaria médica y de un técnico de la industria aeronáutica, y nieto de un antiguo combatiente de la resistencia contra los nazis, Lecornu estudió en un colegio católico y se licenció en Derecho por la Universidad Panthéon-Assas. Más tarde, se hizo oficial en la reserva operativa de la Gendarmería con el grado de teniente.
En su juventud, valoró la opción de entregarse a Dios y ponerse el hábito en la abadía benedictina de Saint Wandrille: "Durante un período de discernimiento, uno muy íntimo, a los 16 años, pensé en ser monje", confesó en una entrevista en la televisión pública francesa. Sobre su vida privada, no ha hablado mucho más. Es un político discreto, aunque en su biografía de Instagram hace una pequeña mención a su gusto por la jardinería y la cocina.
En su etapa en el Gobierno, y antes de ocuparse de Defensa (2022), fue secretario de Estado de Transición Ecológica y la Solidaridad (2017), ministro delegado de las Comunidades Territoriales (2018) y de Ultramar (2020), en el Gobierno de Jean Castex. Al frente de las Fuerzas Armadas, destacó con una ambiciosa ley con la que aumentará el presupuesto en defensa en un 6% hasta 2030, una medida con la que acabó de ganarse el favor del presidente Macron.
El mismo escenario que sus predecesores
Francia tiene nuevo primer ministro, pero el contexto apenas ha cambiado. El nombramiento de Lecornu ha sido rápido, quizás incluso fácil para un Macron que se ha decantado por alguien de su entorno, pero el escenario de inestabilidad sigue siendo el mismo que afrontaron tanto Barnier como Bayrou. Sus predecesores también llegaron con el diálogo por bandera y la promesa de sortear la división, pero cayeron apenas unos meses después de deshacer sus maletas en Matignon.
El primer reto será sacar adelante el presupuesto de 2026 en una Cámara dividida en tres bloques —izquierda, derecha y centro— con intereses muy distintos y en la que el primer ministro tendrá que negociar apoyos. "Lecornu no tiene más capacidades ministeriales que Barnier o Bayrou", asegura el profesor de la Science Po, que recuerda que, al no contar con mayoría, "tendrá que presentar un presupuesto que pueda reunir a (Agrupación Nacional) RN y quizás a los socialistas sin destruir la coalición del centro".
Este asunto, de hecho, fue el que precipitó la caída de Bayrou, que solicitó la confianza de la Asamblea Nacional tras el rechazo generalizado a un plan de recortes de casi 44.000 millones de euros con el que buscaba hacer frente a la deuda francesa, que ya es la más alta de la Eurozona. "Ustedes pueden derrocar al Gobierno, pero no pueden borrar la realidad", dijo en su última alocución como primer ministro.
"En términos de estilo, es más adecuado que Bayrou para entablar un diálogo constructivo con la oposición para negociar un presupuesto", asegura Boucek, que añade que Lecornu es consciente de la necesidad de consultar a la oposición, incluido el RN. "Se ha reunido con Le Pen en más de una ocasión. Podría llegar a un acuerdo y a la promesa de que su grupo parlamentario no bloqueará la aprobación de su presupuesto y se abstendrá de solicitar votos de confianza. Ya veremos", sostiene.
Contrasta, dice la analista, "con el estilo arbitrario de Bayrou, que convocó un voto de confianza incluso antes de presentar su presupuesto". Al parecer, continúa, el ex primer ministro no dialogó con la oposición durante todo el verano, "por eso se enfadaron y retiraron su confianza en masa. Se comportaba como un presidente en lugar de como el jefe de un Gobierno en minoría. "Si Lecornu no puede romper el estancamiento político, nadie podrá hacerlo. Pero su gran reto será establecer un diálogo positivo con los socialistas", sostiene.
En el primer día de Lecornu en Matignon, gran parte la sociedad francesa ha salido a la calle en una jornada de protestas multitudinarias —convocada antes de su nombramiento— para pedir la dimisión de Macron, un movimiento que según el último sondeo de Ipsos, apoyan uno de cada diez franceses. Pero pese a este recibimiento, Lecornu piensa que "no hay caminos imposibles". En su toma de posesión, ha prometido "ser más creativo" y "serio" a la hora de trabajar con una oposición que, por ahora, tampoco le ha recibido con los brazos abiertos.