Enlaces accesibilidad

De Prometeo a la Mezquita de Córdoba: la tóxica y milenaria relación entre fuego y arte

  • En el cine, la literatura y la música, las llamas han estado siempre presentes
  • A veces, es metáfora de libertad, amor o inteligencia, pero otras es solo eso: fuego
Detalle del cuadro 'Prometeo trayendo el fuego' de Jan Cossiers.
Detalle del cuadro 'Prometeo trayendo el fuego' de Jan Cossiers. Museo Nacional del Prado
Adrián Masa de Vega*

Casos como el del incendio en la Mezquita de Córdoba o el que hizo colapsar la aguja de la catedral de Notre Dame de París en 2019, muestran al fuego como uno de los grandes enemigos del arte. Nada más lejos de la realidad, desde que los primeros pueblos primitivos realizaron sus pinturas rupestres a la luz de las hogueras o, mucho antes, cuando Prometeo robó el fuego del Olimpo para entregárselo a los humanos, el arte y el fuego han sido estrechos colaboradores.

Cuenta Hesíodo en la Teogonía que el titán Prometeo fue castigado por Zeus: se le encadenó a una roca y, cada mañana, un águila devoraba su hígado, que volvía a regenerarse por la noche, y así fue hasta que Heracles (Hércules) mató al ave. Pero, ¿por qué el rey de los dioses se enfadó tanto con el titán?

Mitos y leyendas - Prometeo

Zeus prohibió a los humanos utilizar el fuego porque, en sus sacrificios, le ofrecían los huesos y se comían la carne, lo más valioso. Así, el astuto Prometeo, gran amigo de la humanidad, decidió planear un ardid. Con una cañaheja hueca -una planta que arde lentamente-, robó el fuego de la fragua de Hefesto (dios del fuego) y se lo llevó a los mortales, desobedeciendo el mandato del dios supremo.

Prometeo consiguió entregarles a los humanos -creación suya, según numerosas fuentes- la herramienta más determinante de la historia. El fuego es el antepasado de la tecnología. Se trata de un elemento esencial, tanto material como espiritualmente. Gracias a Prometeo y al fuego, la humanidad se hizo con la libertad y el intelecto: sin fuego, no hay civilización.

Poder y libertad

Como nos enseña la mitología griega, el fuego es sinónimo de astucia, de libertad y de oportunidad. Algunos pueden llegar a pensar que estos cuentos milenarios poco tienen que ver con quiénes somos ahora, pero no es así. En 2014, el grupo madrileño Vetusta Morla publicaba su álbum La Deriva, en el que se encuentra su canción "Fuego".

En ella, se plantea lo siguiente: "Trajeron ropas para impresionar, trapos y pieles en forma de abrigo, pero, ¿quién quiere taparse si aún no conoce el frío?" La letra habla de todas las ropas y pieles falsas que nos echamos encima para aparentar, para vivir en un mundo de superficialidad y máscaras que huye de la realidad. Pero, ¿de qué queremos taparnos si nunca hemos experimentado la autenticidad? Nuevamente, "¿quién quiere taparse si aún no conoce el frío?".

Fuego, alguien olvidó que el fuego lo guardo yo

Los chicos de Vetusta Morla saben, como Prometeo, dónde está la fuerza y el ingenio para vencer esa esclavitud que impone la mirada ajena. "Fuego, alguien olvidó que el fuego lo guardo yo", rompe el estribillo. El fuego es la fuerza interior, la esencia de un espíritu libre y capaz de seguir su propia voluntad.

Libres para crear y destruir

El titán no solo le dio a los hombres el poder para desarrollarse como sociedad, también le entregó la posibilidad de destruirse. Para la filósofa estadounidense Hanna Arendt, "toda fraternidad de la que hayan sido capaces los humanos ha resultado del fratricidio". Como Rómulo con su hermano Remo, la historia de la humanidad está plagada de destrucción y enfrentamiento. Bien lo sabía Antonio Machado que advertía que, en España, "cruza errante la sombra de Caín".

toda fraternidad de la que hayan sido capaces los humanos ha resultado del fratricidio

El escritor norteamericano Ray Bradbury era totalmente consciente de esto y, en 1953, publicó una novela en la que el perfecto invento que fue el fuego se vuelve en nuestra contra. En Fahrenheit 451, se da una curiosa contradicción: los bomberos se dedican a quemar libros. El título hace referencia a la temperatura, dentro de la escala Fahrenheit, en la que el papel de los libros se inflama y comienza a arder.

Portada de la edición ilustrada de 'Fahrenheit 451' de Ray Bradbury de la editorial Reservoir Books.

Portada de la edición ilustrada de 'Fahrenheit 451' de Ray Bradbury de la editorial Reservoir Books. Penguin Random House

Se trata de una de las distopías más celebradas de la literatura. En una sociedad estadounidense del futuro, Guy Montag es uno de esos bomberos dedicados a quemar el conocimiento. Hasta que se cansa de su papel y renuncia para unirse a un grupo de resistencia dedicado a memorizar y preservar las mejores obras de la literatura universal. Este grupo intentará devolverle a la humanidad el raciocinio y la normalidad en un mundo en el que el fuego se ha transformado en un enemigo.

Entre el amor y la violencia

El fuego puede ser, como vemos, deseo y muerte, luz y oscuridad; navega en las aguas de la contradicción. Es la esencia que captó la directora francesa Claire Denis en su película Fuego (2022), con guion de la escritora Christine Angot. Una obra, imbricada en la piel de sus personajes, que da fe de la lucha entre los afectos y el raciocinio.

En ella, se muestran los inabarcables relieves de las relaciones amorosas. Sara, brillantemente interpretada por Juliette Binoche, vive con François desde hace 10 años, pero antes estuvo con Jean, su mejor amigo. Un día, Sara ve a su ex por la calle y una extraña sensación se apodera de ella. Simultáneamente, Jean llamará a su amigo después de tantos años para ofrecerle volver a trabajar juntos. Se trata de "una película que tiene algo de enamoramiento y algo de depredación", como expresaba la directora en una entrevista para RTVE.

Que, en el cine, el fuego y el amor se encuentren en el cruce entre pasión y sufrimiento no es nada extraño. Un gran ejemplo es El mismo amor, la misma lluvia (1999) de Juan José Campanella. Jorge (Ricardo Darín) es un escritor y periodista cobarde e incapaz de comprometerse con lo que cree. Laura (Soledad Villamil) es una joven camarera que espera el regreso de su novio hasta que se enamora de Jorge. Su relación terminará rompiéndose por el desencanto de él y la ambición de ella.

Yo pensaba que lo otro, que ese fuego era amor. Y ahora me doy cuenta de que no, de que es fuego. Te quema y nada más. Entendí que el amor es otra cosa

¿Y el fuego? Eso mismo se pregunta Jorge cuando se reencuentra con ella muchos años después. Laura, pensando en la historia que les unió, reflexiona: "Yo pensaba que lo otro, que ese fuego, era amor. Y ahora me doy cuenta de que no, de que es fuego. Te quema y nada más. Entendí que el amor es otra cosa". Para ella, esa chispa que, a menudo, se relaciona con el amor, no es tal cosa; es algo peligroso de lo que es difícil escapar sin sobresaltos.

La dupla entre Soledad Villamil y Ricardo Darín volvería a deslumbrar en la película, Óscar a la mejor película internacional, 'El secreto de sus ojos', también de Juan José Campanella.

Soledad Villamil y Ricardo Darín volverían a deslumbrar en la película, Óscar a la mejor película internacional, 'El secreto de sus ojos', también de Juan José Campanella. Prime Video

Basado en hechos reales

El fuego puede servir como metáfora para innumerables conceptos, pero también -y tristemente- el fuego es solo eso: llamas, humo y destrucción. Como ejemplifican los numerosos incendios activos en nuestro país, el medio rural enfrenta una fuerza que amenaza con hacerlo desaparecer.

Este año, se han quemado más de 400.000 hectáreas, según Sistema de Información Europeo de Incendios Forestales (EFFIS), frente a las cerca de 47.000 que lo hicieron en 2024. Vecinos que pierden sus casas, sus negocios, los recuerdos de toda una vida... Ese es el legado del fuego.

Para que no se nos olvide y para dignificar el dolor de tantas personas, Oliver Laxe filmó Lo que arde (2019). En la película, el fuego se muestra con toda su crueldad, arrasando con el entorno en el que vive una anciana -interpretada por Benedicta Sánchez, Goya a mejor actriz revelación a los 86 años- con sus vacas y su perra, Luna. Allí, regresa Amador, su hijo, que sale de prisión tras ser condenado por pirómano.

Las llamas son capaces de destruir todo lo que uno tiene y, con ello, todo lo que uno es. Para comprender estos horrores, concienciarnos y solidarizarnos con sus protagonistas, hay determinados productos culturales centrados en contar sus historias. Este es uno de ellos.

*Adrián Masa de Vega es alumno de Doble Grado en Periodismo y Humanidades en la Universidad Carlos III de Madrid. Jesús Jiménez ha supervisado la elaboración completa de este texto.