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El verano, la estación perfecta para darse un chapuzón en la Historia del Arte

  • Los cuadros de Sorolla, Bazille o Colville son una buena manera de combatir el calor
  • Hacemos una selección de obras para poder ver la playa, al menos, en pintura
El arte puede ser un remedio ante la nueva ola de calor.
El arte puede ser un remedio ante la nueva ola de calor. Dmitri Zhilinsky / Galería Tretyakov (Moscú)
Adrián Masa de Vega*

Ante el calor, no todos tienen la posibilidad de chapotear alegremente en las costas valencianas o tomar un avión hasta Tahití. A menudo, se dice que el arte tiene la capacidad de transportarnos y hacernos viajar sin movernos del sofá y, aunque físicamente sea imposible, contemplar cómo se han representado los chapuzones veraniegos es una alternativa para refugiarse del calor entre el arte. Esta es una selección de obras para poder ver la playa, al menos, en pintura.

Soñar en el mar como un chiquillo

En el arte español, cuando pensamos en el mar y el verano, no podemos evitar trasladarnos a la obra de Joaquín Sorolla. El pintor valenciano fue el mayor representante del impresionismo y la belle époque en nuestro país.

A Sorolla le gustaba trabajar en el terreno, vivir y convivir con los temas que retrataba. En su época, no era raro encontrarle pincel en mano en las playas que se trasladaban a sus lienzos. Con un atril, pinturas y varias sombrillas, era capaz de convertir un paseo marítimo en su particular taller.

El costumbrismo característico de sus obras estaba protagonizado casi en su totalidad por una temática estival y marina. Muestra de ello es uno de sus cuadros más conocidos, Niños en la playa. Este óleo, ubicado en el Museo del Prado, muestra a tres niños desnudos en una playa del Mediterráneo. Las pinceladas libres y enérgicas de Sorolla captan la luminosidad viva y dorada que mantuvo durante toda su carrera.

Niños en la playa es una demostración perfecta del luminismo, el característico estilo del pintor valenciano.

Niños en la playa es una demostración perfecta del luminismo, el característico estilo del pintor valenciano. Joaquín Sorolla / Museo Nacional del Prado

Otra de sus obras marinas es El bote blanco, parte de una colección privada. Sorolla era un gran enamorado de la localidad de Jávea (Alicante). De hecho, en 1905, antes de realizar su primera exposición en París, decidió pasar los meses de verano en sus playas para inspirarse y preparar su propuesta artística. El mayor desafío de esta composición fue captar el movimiento bajo el casco de la nave, aprovechando los contrastes del agua y las piernas de los chiquillos que se mantienen a flote mientras juegan y se refrescan atados al bote.

Sorolla cumple el desafío cromático que le plantea la luz del sol bajo el mar de Jávea

Sorolla cumple el desafío cromático que le plantea la luz del sol bajo el mar de Jávea Joaquín Sorolla / Colleción particular

La paz de los lagos

El verano es fácilmente asociable con la playa, pero no es la única manera de librarse del calor. En las zonas de interior, siempre se encuentran paradisiacos remansos de paz a orillas de algún lago o riachuelo. Esa escena es la que representa Frédéric Bazille en Los bañistas, expuesto en el Fogg Museum de Harvard.

Bazille fue impresionista antes incluso de que se realizase la primera exposición impresionista de la historia y antes de que, el 13 de noviembre de 1872, se consumase el nacimiento de dicho estilo con Impresión, sol naciente de Monet. Comenzó a pintar con 20 años y murió en la guerra con tan solo 28.

El realismo estaba en auge cuando artistas como Frédéric Bazille, Claude Monet o Édouard Manet comenzaban a alejarse de ese enfoque. Para el impresionismo, lo fundamental es captar el instante y la luz, olvidar por completo la forma y la identidad de lo que se retrata y preservar el color y la proyección de las figuras. La pincelada fuerte y las tonalidades en bruto son característicos de este movimiento.

En este óleo, encontramos una típica escena bucólica en la que un grupo de hombres disfrutan del frescor de una charca. El homoerotismo de la escena es explícito, como delata -además de los juegos y zarandeos de los jóvenes- la figura de la izquierda, que recuerda a la típica representación de San Sebastián, muy celebrado en la Historia del Arte como icono gay.

Frédéric Bazille representa una escena paradisiaca con un alto contenido homoerótico.

Frédéric Bazille representa una escena paradisiaca con un alto contenido homoerótico. Frédéric Bazille / Fogg Museum de Harvard

Descanso veraniego en la Unión Soviética

Dmitri Zhilinsky es uno de los grandes referentes del arte pictórico durante la URSS post-estalinista. Su estilo se basa en seguir la tradición iconográfica rusa con un dinamismo muy innovador y una variedad cromática rica en tonalidades. En su obra Familia junto al mar, se ve claramente el realismo socialista, pero con grandes licencias.

El artista ruso aprovecha para hacerse un autorretrato (el hombre que acaba de pescar un pez) y representar a su familia junto a él disfrutando de una agradable jornada de mar gracias a las vacaciones pagadas de la Unión Soviética. Rompe la cuarta pared y realiza un cuadro de grandísimo valor estético y una profunda carga ideológica.

Zhilinsky hace una ideal representación del verano en la Unión Soviética.

Zhilinsky hace una ideal representación del verano en la Unión Soviética. Dmitri Zhilinsky / Galería Tretyakov (Moscú)

El Ejército Rojo y las laboriosas fuerzas industriales de la URSS también tenían derecho al esparcimiento y el descanso. Así, en Soldados bañándose, Zhilinsky propone una escena de gran contenido homoerótico en el que un grupo de desnudos militares se refrescan felices en un río.

Una obra a caballo entre el realismo y la propaganda que muestra los fornidos cuerpos que elevaron el sueño soviético jugueteando con la inocencia de los chiquillos y de los amantes. Por no hablar de la fuerza simbólica de lanzar al suelo el uniforme que les distingue como recios soldados para sonreír y contemplarse desnudos.

Hombres, algunos desnudos y otros con ropa militar, se recrean en un río.  Juegan con un neumático, se bañan y se visten en la orilla. Se observa un puente al fondo.

Un grupo de fornidos bolcheviques se recrean desnudos a orillas de un río en la Unión Soviética. Dmitri Zhilinsky / Galería Tretyakov (Moscú)

La rotundidad del calor

Pero en el verano también hay espacio para que los amantes descansen sobre la arena. Muestra de ello es la Pareja en la playa de Josep de Togores. Este pintor catalán fue un talentoso ejemplo del centenario art decó. La trayectoria de Togores pasó por un gran periodo de experimentación vanguardista en París para, más tarde, volver al orden pictórico tradicional, pero manteniendo lo aprendido con los nuevos enfoques.

El Art Decó cumple 100 años

Una de las mayores características del art decó es la monumentalidad de sus figuras. Se podría decir que toma lo más indicado de cada vanguardia (fauvismo, cubismo, surrealismo, etc.) para convertirse en un estilo ecléctico con mucho glamour. La monocromía del óleo traslada la temperatura de la escena que, sumada a la rotundidad arquitectónica de los protagonistas, consigue darle al espectador una grave sensación de calor.

Los rotundos cuerpos de ambos amantes manifiestan las altas temperaturas del verano.

Los rotundos cuerpos de ambos amantes manifiestan las altas temperaturas del verano. Josep de Togores / Museo Reina Sofía

El verano es infancia e impresionismo

Decir que Anders Zorn es un pintor impresionista no es del todo exacto, pero, desde que se instaló en París y comenzó a tender puentes con el grupo de Edgar Degas, su estilo se acercó bastante al movimiento. La emocionalidad de sus retratos y la belleza de los desnudos femeninos que realizaba le valieron una fama internacional.

El verano es una estación psicológica e inevitablemente relacionada con la infancia, con esos largos meses sin clases. También es inherentemente impresionista. En Un estreno, el pintor sueco retrata el primer baño de un chiquillo acompañado por su madre. Hasta bien entrados en el siglo XX y, no con mucha aceptación, no estaba normalizado representar un desnudo femenino fuera de la mitología. Pues Zorn pintó este cuadro para exponerlo en la Exposición Universal de París de 1889.

De hecho, en esa época, las mujeres no podían bañarse en las playas de Suecia, ni vestidas ni desnudas. La sedosa representación del cuadro, con una clara preponderancia de la luz y el color, representa a la perfección los principios del impresionismo.

La luz se proyecta a la perfección en el agua y los cuerpos desnudos retratados por Zorn.

La luz se proyecta a la perfección en el agua y los cuerpos desnudos retratados por Zorn. Anders Zorn / Art Museum Ateneum (Helsinki)

Frío mar y fría intriga

Alex Colville ha sido una enorme influencia para multitud de artistas dentro y fuera del mundo de la pintura. Podemos observar ciertas analogías en la obra de Anna Weyant o en el cine de Stanley Kubrick y los hermanos Coen. La naturalidad con la que Colville hace profundas representaciones psicológicas, relacionando lo cotidiano y lo insólito, esparce un aire de tensión en todos sus trabajos.

El artista canadiense es un maestro del desconcierto y la contradicción. De este modo, en su obra Pacific aparece una trama de misterio e intriga. Un hombre de torso desnudo mira el mar -presumiblemente el océano Pacífico-, mientras deja una pistola encima de la mesa. Con un estilo deudor del surrealismo de autores como René Magritte, Colville sitúa al espectador delante de unas aguas frías y con un misterio que también servirá para bajar la temperatura.

El mar representado por Colville, sumado a la tensión de sus temáticas, puede servir para bajar los termómetros.

El mar representado por Colville, sumado a la tensión de sus temáticas, puede servir para bajar los termómetros. Alex Colville / Colección privada

*Adrián Masa de Vega es alumno de Doble Grado en Periodismo y Humanidades en la Universidad Carlos III de Madrid. Jesús Jiménez ha supervisado la elaboración completa de este texto.