Enlaces accesibilidad

Anna Weyant, la pintora de la ambigüedad psicológica aterriza en el Thyssen

  • La artista canadiense llega al Museo Nacional Thyssen-Bornemisza el 15 de julio
  • 31 obras de Anna Weyant serán expuestas hasta el 12 de octubre
La artista canadiense Anna Weyant expone sus obras figurativas en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Adrián Masa de Vega

Desde su fichaje por la Gagosian Gallery, el papel de Anna Weyant (Calgary, 1995) pasó de importante a imprescindible en el panorama artístico actual. Su producción ha adoptado una posición privilegiada -y, a menudo, cuestionada- entre la pintura figurativa contemporánea. Sus cuadros, con una profunda tradición pictórica a la vez que un afilado desdén a los parámetros prefijados, llegan por primera vez al Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

La exposición temporal a cargo de Guillermo Solana presenta un total de 26 lienzos y obras sobre papel de entre las más recientes de la pintora canadiense. La propia artista ha seleccionado cinco cuadros de la exposición permanente del Thyssen para que puedan dialogar con sus propias obras, deudoras a la par que transgresoras con respecto a la producción de Magritte, Balthus o Mattia Preti.

Lo cotidiano bajo el velo de la ambigüedad

El empleo del claroscuro que hace Weyant es del todo particular. El foco de luz que en otras propuestas estéticas habría servido para destacar o sostener las figuras ocupa en su producción una suerte de elevación o misterio que hace que los personajes floten bajo un aura de ambigüedad. Las jóvenes mujeres que habitualmente protagonizan sus lienzos se configuran mediante una serie de trazos plásticos que desconciertan al espectador en la que es una presentación profundamente afectiva y psicológica.

Dos mujeres con vestidos negros se abrazan en un cuadro oscuro; la del primer plano mira hacia abajo con expresión pensativa, un tirante de su vestido se ha caído.

Detalle de la obra "Emma" de Anna Weyant Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Los cuerpos femeninos que manifiestan un cierto halo de falsedad parecen haber sido recortados de sus vivencias cotidianas. Sus formas y expresiones se sitúan en una fina frontera entre lo real y lo onírico, lo latente y lo manifiesto. Su propuesta sugiere a la vez que intranquiliza, extirpa los personajes de su costumbre para ponerlos delante del ojo ajeno, para observarlos desde la potencia, desde una extrañeza que desdibuja el limite entre lo tierno y lo perverso.

Joven con collar de perlas y pulsera dorada apoyada sobre una gran tarta blanca decorada. Postura melancólica, fondo oscuro y serpentinas.

La obra "Feted" de Anna Weyant Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Un humor afilado y ácido puede reconocerse en el modo con el que contrapone la representación realista y la anomalía. Los objetos manifiestan una precisión total, los rostros un arcano distanciamiento, casi un desdén, y las formas parecen abandonar su concreción, delatando la interpretación contemporánea y crítica de Weyant. Hablamos entonces de una pausa, de un coágulo en el torrente de la normalidad, una suspensión temporal que agudiza la reflexión sobre el cuerpo adolescente y femenino como objeto fetichizado, expectante y estandarizable.

Persona dormida con antifaz en cama con almohadas y sábana blanca; al fondo, cortina oscura y lámpara en mesita de noche.

"Slumber" de la artista canadiense Anna Weyant Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Una potencialidad rota

Esa tensión psíquica, relacionada con el deseo y la potencia que habrán de desbordarse tras la inmovilidad de sus protagonistas, sigue manifestándose cuando la canadiense representa objetos inanimados. Una vela torcida, un globo a medio inflar o una serie de brillantes cacerolas siguen presentando un suspense narrativo que excede su quietud.

Tres ollas de acero inoxidable con tapas, de diferentes tamaños, sobre un mantel crema.  Reflejo de una figura humana visible en las superficies brillantes.

La obra "She drives me crazy" de Weyant, procedente de la colección privada de Marc Jacobs Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Anna Weyant consigue que el espectador incurra en un tropiezo. Mediante la correctísima representación de una belleza y una armonía que esconden el fiero paso de la tensión, obliga al público a confrontar la primera impresión, secundada por la tranquilidad de su rigor al canon representativo, con un fino susurro salido de un reflejo o un fino reguero de sangre. Existe en su obra un colapso implícito que se esconde bajo la visión idealizada, una alegoría de la perspectiva de la juventud en el tiempo actual.

Piernas pálidas con manchas rojas sobre fondo oscuro.  El título

Detalle de su obra "That's all folks", cortesía de Gagosian Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

*Adrián Masa de Vega es alumno de Doble Grado en Periodismo y Humanidades en la Universidad Carlos III de Madrid. Jesús Jiménez ha supervisado la elaboración completa de este texto.