Refugiarse del calor: ¿están preparadas las ciudades para sobrevivir al clima extremo?
- La vulnerabilidad urbana al calor: la punta del iceberg del cambio climático
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Junio de 2025 ha marcado un hito histórico al convertirse en el mes más caluroso desde que existen registros, con temperaturas medias que superaron en más de tres grados el promedio habitual en parte de España y Europa occidental. Pero el calor no da tregua: la segunda ola de calor del verano se prolongará durante esta primera semana de agosto, con los termómetros superando los 42 grados en algunos puntos del país. En este contexto, las ciudades afrontan el reto de adaptarse al clima extremo mediante diversas estrategias: desde la creación de refugios climáticos y la ampliación de zonas verdes, hasta la implementación de techos y pavimentos reflectantes. En VerificaRTVE te explicamos con la ayuda de tres expertos en arquitectura y urbanismo cuáles son las principales medidas que se están adaptando en España ante al aumento de las temperaturas extremas y qué ciudades destacan por su aplicación.
El calor no afecta igual a todas las ciudades
La manera en que están diseñadas y construidas las ciudades condiciona directamente su capacidad para resistir las temperaturas extremas. Los expertos consultados por VerificaRTVE se refieren al concepto "isla de calor urbana", un fenómeno climático qué ocurre en las ciudades cuando las temperaturas en el centro urbano son significativamente más altas que en las áreas rurales o periféricas cercanas. El arquitecto y director de Distrito Natural, Iñaki Alonso, nos explica que "hay ciudades que están adoptando estrategias para evitar la ‘isla de calor’" puesto que "se acumula el calor que tienes en el ambiente más el que captan diferentes materiales muy densos". Por esta razón, asegura que una de las principales estrategias para evitar este efecto se basa en "la generación de sombras y la naturalización de las ciudades".
En esta idea coincide Manuel Pérez Romero, presidente del Centro de Ciudades Sostenibles del IE University. Señala que "uno de los factores que más influyen en el efecto ‘isla de calor’ es el albedo, que es la capacidad que tienen los materiales para reflejar la luz solar". Por ello, indica que "utilizar materiales que tengan un albedo bajo, es decir, que no sean capaces de reflejar la radiación solar, es uno de los grandes problemas". Por otro lado, Romero sostiene que "el tema de los corredores de la biodiversidad o poner más vegetación en las ciudades no es tan sencillo". Subraya que hay que hacerlo "entendiendo bien cuáles son las especies más endémicas, cuáles son las que menos demanda hídrica tienen y donde hay que plantarlas". Sobre este punto, pone un ejemplo: "En cada vez más calles de Madrid junto al alcorque del árbol se están empezando a plantar arbustos u otro tipo de plantas que consiguen hacer un ecosistema un poquito más completo y permite reducir la temperatura". Y recuerda: "Las ciudades tienen la capacidad siempre de adaptarse, han sobrevivido 4.500 años".
Estrategias urbanas: de las supermanzanas a las tumbonas públicas
Frente al impacto creciente del calor, algunas ciudades están dando pasos para repensar el espacio público. Desde Barcelona hasta Vitoria, pasando por París o Luxemburgo, los planes de adaptación urbana se centran sobre todo en ampliar las zonas verdes, generar sombra y reducir el uso del coche. Además, el papel de las ciudades es fundamental en lo que al cambio climático se refiere. Según un informe realizado por la organización sin ánimo de lucro Forética, las ciudades "son responsables de la generación del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial y representan el 80% de la demanda energética del planeta" (pág. 6).
Los tres expertos coinciden en mencionar a Barcelona como ejemplo de buena práctica en la adaptación de las ciudades ante el clima extremo. La directora del Máster de Medioambiente y Arquitectura Bioclimática (MAYAB) de la Universidad Politécnica de Madrid, Carmen Sánchez Guevara, explica que Barcelona cuenta con el 'Programa Superilla’ con el que están transformando la ciudad con medidas que repercuten en el microclima urbano y que influyen en la mejora de las condiciones de cara al calor". Guevara detalla algunas acciones que se llevan a cabo en el marco de este proyecto: "Levantan el asfalto y lo cambian por otros pavimentos más claros que absorben menos la radiación solar como es el caso de los materiales terrizos y además colocan vegetación".
Según Manuel Moreno, a través de este plan, Barcelona "intenta realizar una serie de corredores de biodiversidad cuyo objetivo es conectar las zonas naturales que están en el entorno de la ciudad". Por su parte, el arquitecto Iñaki Alonso también destaca el caso de Vitoria, donde se "está llevando a cabo una estrategia verde que está funcionando muy bien". A nivel europeo, Carmen Guevara menciona dos ciudades: "En Viena cuidan mucho los espacios públicos y en Luxemburgo han llenado los parques de tumbonas y pérgolas para estar al fresco".
Sin embargo, la adaptación de las ciudades al clima extremo se produce de manera desigual. Además de las barreras técnicas y económicas, los expertos apuntan que la voluntad política, los conflictos ideológicos y la falta de coordinación institucional son algunas de las barreras que frenan estos cambios. Así lo indica Carmen Sánchez: "Las principales barreras son el negacionismo y la ideología anticlimática que se asocia con determinados partidos políticos, porque las ciudades incorporan o no estrategias en función del color". Sobre este punto, la arquitecta opina que "esta es una cuestión de salud pública que no debería ser partidista". Para Manuel Pérez la adaptación de las ciudades "solamente se puede abordar de una forma holística" por lo que "se necesita una estructura transversal que sea capaz de relacionar todos los departamentos de los ayuntamientos".
Refugios climáticos: soluciones urbanas al clima extremo
En este contexto, las ciudades están empezando a habilitar espacios donde la población pueda resguardarse en los momentos más críticos. Es lo que se conoce como refugios climáticos. Según explica a VerificaRTVE Carmen Sánchez-Guevara, para que algo sea considerado como tal "debe tener acceso libre, es decir, ser gratuitos, y accesibles para toda la población". Añade que "lo ideal sería que fuera de proximidad" y pone como ejemplo el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Como ya te explicamos en RTVE.es, si los refugios climáticos se encuentran en espacios interiores deben tener una temperatura media de menos de 26 grados. Mientras que, si se trata de exteriores como parques o jardines, deben tener amplias zonas verdes y agua. Esta arquitecta también pone como ejemplo las ciudades de Valencia y Barcelona porque "tienen una red de refugios climáticos donde puede ir la ciudadanía en momentos de máximo calor".
Greenpeace publicó un informe el 29 de julio donde indica que en España "solo 16 de las 52 capitales cuentan con una red de refugios climáticos públicos". Según revela esta organización, siete comunidades autónomas no tienen ningún refugio en sus capitales y son "Extremadura, Castilla La Macha, Cantabria, Asturias, Galicia, Canarias y Baleares". Mientras que en el lado opuesto se encuentran Barcelona, Bilbao, Murcia, Málaga y Donosti como las ciudades "con mayor número de refugios climáticos en su red".
El doctor en Arquitectura Manuel Pérez Romero resalta la importancia que han tenido los refugios climáticos a lo largo de la historia. Asegura que en 1995 se produjo una ola de calor en la ciudad de Chicago (EE. UU.) donde "en cinco días murieron más de 800 personas". Según explica Romero, se observaron diferencias significativas en el número de muertes entre los barrios que tenían espacios e infraestructuras sociales y los que no. Señala que aquellos barrios que tenían "lugares donde la gente se podía reunir permitió reducir los niveles de desfallecimiento". En este sentido, este experto concluye que "hay que entender los refugios climáticos no solo como lugares donde tenemos una bajada de temperaturas, sino también como un lugar donde puedes hablar con otras personas y saber que están bien".
Lo que no se ve: adaptación en los edificios y en el hogar
La batalla contra el calor no se libra solo en las calles. La eficiencia energética, el aislamiento térmico, el uso del aire acondicionado y los hábitos domésticos son variables clave. Carmen Sánchez Guevara hace referencia a "la cultura del calor" para afirmar que "tenemos que saber que en verano se vive diferente". Añade que es necesario "una gran concienciación" porque "hemos vivido una era de energía barata y disponible" y la ciudadanía debe saber "cómo utilizar su vivienda en verano, como ventilar por la noche y cómo usar las protecciones solares durante el día".
En relación con la energía que consumimos recuerda que "hay mucha gente que sufre pobreza energética y que no pueden acceder a un aire acondicionado" y sostiene que "hay que bajar el ritmo y no consumir tanta energía". En la misma línea se posiciona Manuel Pérez: "Si nosotros utilizamos aire acondicionado estamos incrementando el calor exterior, porque estamos generando un aire caliente y si encima la fuente de energía es una fuente de energía fósil, pues lógicamente las emisiones de CO₂ van a aumentar". Iñaki Alonso expone que "vamos a edificios cada vez más aislados en los que necesitamos muy pocas calorías o muy pocas frigorías" y afirma que "esto se hace a través de estrategias de aislamiento".