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Refugios climáticos en las ciudades para sobrevivir al calor extremo: "Estas olas van a ser más frecuentes e intensas"

  • Barcelona ofrece más de 200 espacios, como bibliotecas, centros cívicos o parques, para poder refrescarse
  • Están dirigidos especialmente a colectivos vulnerables, quienes no pueden enfriar sus casas o quienes trabajan al sol

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Niños juegan en la fuente de un parque en plena ola de calor
Los refugios climáticos pueden ser parques que proporcionen sombra y zonas para refrescarse

España ha sufrido en los últimos días una de las olas de calor más intensas desde que hay registros. Los termómetros han batido récords en buena parte del país, pero las altas temperaturas no afectan a todos por igual. Las ciudades, por ejemplo, son más vulnerables al calor que los pueblos, y muchas de las muertes relacionadas con el calor se producen en las grandes urbes.

Es una de las conclusiones de un estudio del pasado mayo elaborado por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). Miguel Ángel Navas, investigador de la Unidad de Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano de este centro y uno de los autores del trabajo, explica a RTVE.es que este mayor riesgo en ciudades se debe, en gran parte, a las casas en las que viven sus habitantes. "La vivienda es un elemento de protección, siempre que esté bien construida y bien aislada", asegura. En las ciudades, la calidad de los pisos suele ser peor que en los pueblos, lo que expone a la población más vulnerable a un mayor riesgo de sufrir las consecuencias para la salud que tienen las olas de calor.

Esto, sumado al efecto isla de calor y a la ausencia de zonas verdes, ha llevado a algunos ayuntamientos a poner en marcha refugios climáticos: espacios públicos frescos abiertos a toda la población, pero dirigidos especialmente a los más vulnerables. Barcelona ha habilitado más de 200 refugios, desde bibliotecas a polideportivos, pasando por museos, centros cívicos, centros de mayores o parques.

Aire acondicionado, zonas de descanso y agua para los más vulnerables

Los refugios acogen a personas vulnerables como bebés, ancianos y pacientes crónicos, entre otros colectivos de riesgo. Todos disponen de zonas de descanso y agua, mientras que mantienen además las funcionalidades habituales del espacio. Si son interiores, deben tener una temperatura media de menos de 26 grados, mientras que si se trata de parques y jardines, deben tener amplias zonas verdes y agua.

"Todas las personas que vivan en Barcelona tienen un punto climáticamente confortable a menos de 10 minutos de sus casas. Cuando se acerquen estas altas temperaturas, si no podemos garantizar la situación de confort en nuestra casa, podremos ir a uno de estos puntos", señalaba Eloi Badia, concejal de Emergencia Climática en el Ayuntamiento de Barcelona, durante la presentación de la campaña de este verano, que comenzó el 15 de junio.

El consistorio también ha transformado 11 escuelas en refugios climáticos, sustituyendo el hormigón y el asfalto por suelo natural con vegetación, plantando árboles, o instalando toldos para crear sombra. Más allá de la ciudad condal, otros 30 espacios y varios parques de su área metropolitana se han sumado a la iniciativa. Según fuentes del ayuntamiento, no hay datos concretos del uso que han tenido en los cuatro años que lleva en marcha el proyecto, ya que no se controla quién entra en estos espacios para resguardarse del calor y quien lo hace para acudir a las actividades normales de estos centros.

El calor va por barrios: más de ocho grados de diferencia de uno a otro

Dentro de las ciudades, el calor también afecta de diferente manera según el barrio. En Madrid, por ejemplo, otro estudio de 2020 publicado en Environmental Research, mostraba que los distritos más pobres (concretamente Tetuán, Carabanchel y Puente de Vallecas) sufrían una mayor mortalidad en las olas de calor, lo que se explicaba esencialmente por el nivel de renta y por el hecho de tener o no aire acondicionado en casa -o incluso en el caso de tenerlo, poder pagar la electricidad para encenderlo-.

En muchas ocasiones, estos barrios tienen una vivienda de peor calidad, lo que dificulta su aislamiento frente al calor, y menos zonas verdes. En Madrid, "la diferencia de temperatura entre unos barrios y otros en un mismo día es de ocho grados", señala el diputado de Más Madrid y divulgador climático Héctor Tejero. Por ello, su partido ha propuesto seguir el ejemplo de Barcelona para crear una red de refugios climáticos: "Espacios públicos, sobre todo en las zonas más humildes, para que la gente pueda pasar el día, leer un libro, charlas con sus amigas o simplemente estar".

Propone abrir bibliotecas o centros sociales los fines de semana y también las horas en las que normalmente cierran, para que puedan refugiarse del calor personas mayores o con hijos, entre otros. La proposición, presentada en junio, salió adelante en el Ayuntamiento de Madrid, pero no en la Asamblea autonómica, por los votos en contra de PP y Vox. El portavoz de este partido, Íñigo Henríquez de Luna, replicó a las formaciones de izquierda que estos refugios eran innecesarios. "En mis tiempos mozos cuando hacía un calor que no se podía aguantar, siempre nos íbamos a El Corte Inglés. Si te pilla la ola de calor en la calle te metes en un centro comercial o en una iglesia", afirmó.

Viviendas en el barrio de Los Pajaritos, en Sevilla

Muchas vivendas en las ciudades españolas no permiten un buen aislamiento del calor EFE/José Manuel Vidal

Sevilla, una de las ciudades españolas más calurosas, ha presentado este verano una red de refugios climáticos que abrirán en cuanto se declare un episodio de calor extremo. En esos momentos se activará también un plan de emergencias, similar al previsto para las tormentas, y se desplegará un programa de protección social para los más vulnerables, como las personas sin hogar. Málaga ha aprobado un proyecto similar de oasis climáticos, aunque aún no ha concretado cómo lo llevará a cabo. Bilbao, en el otro extremo de España, ha puesto en marcha 130 espacios climáticos, 64 de ellos interiores -incluidas también estaciones de transporte y centros comerciales- y 66 exteriores.

Que una ciudad con temperaturas suaves en verano como Bilbao se sume también a esta iniciativa no es baladí. "No es mismo el impacto del calor en ciudades como Sevilla que en otras como Pontevedra, ya que la población está más habituada a esa temperatura más alta", explica Navas. Según el ISCIII, la adaptación al calor ha aumentado más rápidamente en Córdoba que en Valladolid

Refugios para quienes trabajan al sol

Los refugios climáticos no solo están ideados para quien sufra calor en casa. En Madrid, varios espacios se han organizado para ofrecer descanso a quienes trabajen a la intemperie. Es el caso del mercado municipal del barrio de Pacífico, donde la asociación de comerciantes ofrece zonas de descanso y agua a quienes trabajan en la calle, o del Teatro del Barrio, que abre sus instalaciones al personal de limpieza o de construcción.

Los anuncios han llegado después de la muerte de un barrendero de 60 años por un golpe de calor, cuando trabajaba limpiando la calle al sol el pasado viernes 15, en lo peor de la ola. Su hijo denunció que la vestimenta que tenía que llevar obligatoriamente no era adecuada para estas temperaturas, y pidió cambiar las condiciones laborales en este sector durante episodios extremos como el actual. Finalmente, sindicatos y las contratas de limpieza llegaron a un acuerdo para eliminar el turno de tarde, el de las horas de más calor, y adaptar los uniformes. No ha sido la última víctima en la regiónñ El jueves, un trabajador que repartía publicidad murió por un golpe de calor en Paracuellos de Jarama.

"Entre esta década y la anterior se han duplicado los fenómenos de olas de calor en España, y cada vez van a ser más intensos, más frecuentes y más largos", recuerda Tejero, por lo que insiste en adaptar las ciudades a estos episodios. Madrid, además, sufre especialmente en estas olas porque al calor se suma la contaminación atmosférica, que se sufre especialmente donde hay menos zonas verdes.

Navas señala que estas políticas de adaptación se deben emprender a todos los niveles de la administración. A nivel nacional, destaca el éxito del plan de prevención frente a las olas de calor puesto en marcha en España tras la fatídica ola de 2003, que causó 6.595 muertes atribuibles al calor, según el ISCIII. A partir de ese momento se pusieron en marcha los sistemas de alerta y de información a la población sobre los riesgos del calor. "En la población mayor, que es la más vulnerable, han bajado bastante los niveles de fallecidos relacionados con la temperatura extrema", subraya. Desde entonces, a pesar de que se han sucedido otras olas extremas, el nivel de mortalidad ha descendido -excepto en la población activa, la de la franja de entre 18 y 45 años–.

Más allá de los refugios: rehabilitar edificios para adaptarlos al calor

"Hay epidemiólogos que dicen que el código postal incide más que el código genético en la salud. Yo iría más allá: sería el DNI, donde aparece también el sexo, la edad o el lugar donde resides", recuerda Navas. Los efectos en la salud de episodio de calor extremo inciden de distinta manera según el género (las mujeres embarazadas son población de riesgo, por ejemplo), la edad y el territorio.

Quienes defienden los refugios climáticos puntualizan que se trata de una medida a corto plazo y rápida de implantar, pero piden tomar otras medidas de adaptación ante unas temperaturas que van a seguir subiendo, especialmente en España, uno de los países de Europa más vulnerables al cambio climático. "Hay que meter más zonas verdes, intentar reducir la movilidad de los coches en determinadas zonas y hacer programas de rehabilitación energética de edificios, sobre todo para los que no se lo pueden pagar ellos", enumera Tejero.

Según un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid, durante las olas de calor del verano de 2016 las viviendas analizadas en varias áreas de la ciudad estuvieron sobrecalentadas un 70% del tiempo. Ese mismo estudio mostraba que las diferencias entre unos barrios y otros de la ciudad podían ser de hasta ocho grados por la noche, debido al efecto isla de calor -cuando el calor acumulado durante el día no se libera por la noche en los centros urbanos-.

Las diferencias de temperatura "agravan la situación" de los hogares que ya sufren pobreza energética, determinaba el análisis. "Esta familias se ven afectadas por este deterioro de las condiciones de habitabilidad en el interior de sus viviendas, lo que hace que enfrenten graves consecuencias para su salud, entre las cuales se encuentra un incremento de la mortalidad de los grupos de riesgo", advertía.

Mapa de

Mapa de "islas de frescor" en París Ayuntamiento de París

Precisamente como contraposición a estas islas de calor surgió en París en 2018 el proyecto de "islas de frescor", el origen de la idea de refugios climáticos que luego adoptaron Barcelona y otras ciudades españolas. Se identificaron más de 800 "islas", la mayoría parques, jardines o cementerios, que según el nivel de calor comenzaron a abrir también por las noches, así como piscinas, zonas con fuentes donde poder bañarse y espacios como museos o iglesias.

Alerta por calor en Estados Unidos

La iniciativa ha cruzado el charco, y ahora el Gobierno de Joe Biden ha anunciado un presupuesto extraordinario en Estados Unidos para implantar "refugios frescos", por ejemplo en las escuelas, donde puedan acudir quienes no puedan refrigerar adecuadamente sus casas. Los estados podrán usar también fondos federales para subvencionar la instalación de aires acondicionados en los hogares. El país se enfrenta a una ola de calor inusualmente intensa, que tiene en alerta a 100 millones de personas, cerca un tercio de su población. Fenómenos como este serán, según los científicos, más habituales a medida que avance el cambio climático.