España logró recortar su desperdicio alimentario en un 4,4%, con un total de 1.125 millones de kilos en 2024
- Aunque los hogares generan el 97,5% del desperdicio, en 2024 tiraron 48,9 millones menos que en 2023
- El 77,6% de lo que tiramos siguen siendo frutas y verduras sin usar, y el 22,4% recetas como ensaladas y legumbres
Cada segundo que pasa, toneladas de comida se tiran en todo el mundo. Pero en España, por primera vez en años, la tendencia se revierte. En 2024, más de 51 millones de kilos o litros de alimentos no acabaron en la basura. Un 4,4% menos respecto a 2023.
Así lo refleja el informe anual sobre desperdicio alimentario publicado este viernes por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En total, se registró un desperdicio de 1.125 millones de kilos o litros, lo que supone una reducción acumulada de casi un 20% desde 2020.
Tiramos 24,38 kilos o litros por persona
El desperdicio per cápita se situó en 24,38 kilos o litros por persona, cifra que consolida una evolución positiva sostenida. "Esta tendencia a la baja se mantiene en el tiempo, y es un signo de que las políticas públicas, la concienciación social y los nuevos hábitos están dando resultados", ha afirmado el ministro Luis Planas.
La tasa global de desperdicio bajó al 3,7% del total de alimentos y bebidas adquiridos, lo que significa que de cada 100 kilos o litros comprados, solo 3,7 acabaron desechados.
Según Planas, esta mejora es fruto de múltiples factores: la mayor valoración de los alimentos, la expansión del teletrabajo —que ha promovido el uso del táper y la cocina casera fuera del hogar—, una creciente conciencia medioambiental, y una planificación más eficiente tanto de las compras como de las raciones. “La sociedad está interiorizando el valor de no tirar comida, y eso se nota en los datos”, señalado.
Los hogares siguen siendo el principal foco de desperdicio
A pesar de que los hogares siguen siendo el principal foco del desperdicio, concentrando el 97,5% del total (1.097 millones de kilos o litros), en 2024 tiraron 48,9 millones menos que el año anterior y un 19,5% menos que en 2020, alcanzando la cifra más baja desde que existen registros, en 2016.
Dentro del ámbito doméstico, el 77,6% del desperdicio corresponde a productos sin utilizar —principalmente frutas (32,4%) y verduras u hortalizas (13,8%)—, mientras que el restante 22,4% son recetas ya elaboradas, como ensaladas (16,6%) o platos con legumbres (16,5%).
"La fruta madura sigue siendo uno de los productos más desperdiciados, y debemos trabajar en su revalorización", han advertido desde el Ministerio.
La hostelería española reduce su desperdicio: un 8,8% menos en 2024
En el ámbito de la restauración y el consumo fuera del hogar, también se registró una disminución significativa. En 2024 se desperdiciaron 28,03 millones de kilos o litros, un 8,8% menos que el año anterior, lo que representa apenas el 2,5% del total nacional y la cifra más baja desde que se recogen datos.
El desperdicio per cápita en este sector bajó casi 100 gramos, y el porcentaje de personas que reconocen haber tirado comida fuera de casa se mantuvo en el 43,8%, muy similar al 43,2% de 2023.
En cuanto al tipo de productos, los alimentos representan el 54,5%, las bebidas el 43,4% y los aperitivos el 2,1% del desperdicio fuera del hogar.
El papel de la reciente ley contra el desperdicio alimentario
Según Planas, la nueva ley contra el desperdicio alimentario ha jugado un papel clave: "Permite a las empresas donar excedentes con seguridad jurídica, reduce costes, y fomenta prácticas responsables como el uso de envases reutilizables o la formación sobre etiquetado".
La norma obliga a todos los agentes de la cadena alimentaria —desde productores y distribuidores hasta supermercados y establecimientos de hostelería— a implementar un plan de prevención para identificar y reducir los puntos críticos donde se genera desperdicio.
Además, prioriza la donación y el uso social de los alimentos excedentes, promoviendo su redistribución antes que su eliminación. Para aquellos que la incumplan, la normativa contempla sanciones severas, que pueden alcanzar hasta los 500.000 € en casos de destrucción intencionada de productos aptos para el consumo.
Aunque la aprobación de esta ley enfrentó varios obstáculos, incluyendo cambios políticos y falta de consenso en aspectos técnicos clave, finalmente fue aprobada este año después de un largo proceso de tramitación parlamentaria y debate público.
No obstante, Planas ha reconocido que aún quedan retos importantes, como reducir el desperdicio de recetas vegetales, dar valor a los alimentos maduros y seguir promoviendo la sensibilización ciudadana.