La desigual protección entre judíos y árabes israelíes ante los misiles iraníes
- Las ciudades árabes carecen de refugios públicos, mientras que suelen abundar en las judías
- Unos y otros están expuestos a las mismas amenazas
Las autoridades israelíes repiten estos días que los misiles iraníes no distinguen entre una fe u otra. "Matan por igual a árabes e israelíes", aseguró el primer ministro israelí, Benjamín Netanyu, al pie de uno de los edificios atacados el pasado domingo en Bat Yam, cerca de Tel Aviv. Por allí desfilaron también el presidente Isaac Herzog y los ministros de Seguridad y Defensa.
Ninguno de ellos acudió, sin embargo, al escenario de otro de los ataques de aquel día: la ciudad árabe de Tamra, en el norte del país, donde un mísil iraní mató a cuatro personas de la misma familia. Herzog acabó visitando el lugar tres días después y volvió a insistir, brevemente en árabe y después en hebreo, en el mismo mensaje. "Irán y sus aliados no distinguen entre judíos, árabes y otras confesiones (..) Para ellos, todos somos enemigos".
Su visita fue bien recibida por los familiares de las víctimas y la población de Tamra, poco acostumbrada a este tipo de gestos. Pero ni estos, ni las palabras de estos días se corresponden con las políticas oficiales. El mísil iraní dejó al descubierto la discriminación que sufren los árabes, que son el 20% de la población israelí.
Tamra, como muchas otras ciudades árabes, no dispone de refugios antiaéreos públicos pese a estar expuesta a los mismos peligros que las ciudades de población mayoritariamente judía.
Los árabes se sienten discriminados
"Creo que está claro que hay una discriminación porque de otra manera tendríamos lo mismo que en las comunidades judías" afirma a RTVE Yousef Abu Jaffar. Es el vicealcalde de Rahat, en pleno desierto del Negev, a unos 30 kilómetros de la Franja de Gaza; al alcance de los misiles de Hamás y no muy lejos de varias bases militares en el punto de mira de los iraníes.
Es la ciudad árabe más grande de Israel y sus casi 100.000 habitantes no disponen ni de un solo refugio público. Unos 20 minutos en coche la separan de la población judía de Okafim. Sus habitantes, la mitad que en Rahat, sufren los mismos riesgos, pero sí tienen a donde correr cuando caen los misiles. Disponen de 13 refugios públicos.
Talal Alkernawi ejerce su quinto mandato no consecutivo como alcalde de Rahat y no duda en afirmar que los refugios son la necesidad más acuciante del municipio.
"Toda la población tiene miedo. Me llaman constantemente, incluso a altas horas de la noche, pidiéndome refugios", explica el alcalde, que asegura que traslada las peticiones de los vecinos al Gobierno israelí, sin obtener respuesta.
El sistema israelí de refugios
Israel lleva construyendo refugios y búnkeres desde su creación como Estado. Los edificios están obligados a disponer de habitáculos reforzados desde los años 50 del siglo pasado. Suelen estar en cada planta o a ras de suelo. Luego, a partir de los años 90, con la Guerra del Golfo, cambió el enfoque. Sadam Hussein lanzó sus misiles Scud sobre territorio israelí, obligando a la población a permanecer mucho tiempo en casa. De los espacios comunales se pasó a la construcción de habitaciones de seguridad dentro de cada vivienda.
En Rahat no se aplicó casi nada de esto. La ciudad nació en 1972 para aglutinar a la población beduina y nadie pensó en su vulnerabilidad.
"El Estado no ha apoyado a las autoridades locales árabes con un presupuesto adecuado, como ha apoyado a nuestros vecinos judíos", se queja el alcalde Alkernawi, que, en caso de ataque, recomienda a sus vecinos que acudan a colegios y mezquitas en busca de refugio. El problema es que no siempre están a mano. Sobre todo, para los beduinos viven en el campo.
En la vecina Okafim, las casas son más modernas y no paran de construirse nuevas. La entrada a la ciudad es una sucesión interminable de grúas y esqueletos de edificios. Si cumplieran la normativa, todos deberían tener sus espacios a prueba de ataque, aunque, realmente, no haría tanta falta. En Ofakim hay un refugio público casi en cada esquina.
Frente a uno ellos, en un parque, Sophie contaba a RTVE el pasado miércoles que casi no había pisado la calle en los seis días anteriores, desde que Irán empezó a responder al ataque israelí. "Tengo refugio en casa y me siento segura allí", afirmaba, pero admitía que, después de ver los daños provocados por los misiles iraníes, hay más miedo en la ciudad.
"Asusta. Tenemos vecinos que tienen refugio en sus jardines, en sus casas, pero prefieren ir al público porque es más seguro, es subterráneo", explica.
Hace 20 meses, Rahat y Ofakim se vieron golpeadas por la misma tragedia. Los ataques terroristas de Hamás del 7 de octubre de 2023 se cobraron decenas de muertos en ambas localidades. Ahora vuelven a compartir amenaza. Los misiles iraníes exponen de nuevo su vulnerabilidad y ponen en valor un sistema de refugios públicos y privados que, sin embargo, no llega a todos.
"El miedo está en todas partes, los misiles son ciegos. No saben a quién están atacando", concluye el vicealcalde Abu Jaffar. Coincide con Netanyahu en que los mísiles iraníes matan a todos por igual, pero le recuerda que, ante los ataques, no todos están igual de protegidos.