Las facultades de Medicina se duplican en 20 años: "Es un tratamiento ineficaz a un problema que no está diagnosticado"
- España es el país del mundo con más facultades de Medicina por habitante y continúa el interés por abrir más
- El sector sanitario se posiciona en contra de la proliferación masiva de nuevos centros y pide soluciones reales
Este mes de julio, Sanidad ha anunciado que aportará cerca de 27 millones de euros a las universidades públicas, que permitirán ampliar las plazas de Medicina. Esta medida, junto al apoyo unánime que recibió hace unas semanas Abel Caballero, alcalde de Vigo, por parte del pleno municipal para reclamar a la Xunta de Galicia cinco millones de euros destinados a construir una facultad de Medicina en la ciudad, refleja la fiebre por inaugurar estos centros que se extiende por el país. Con casi 60 facultades de Medicina —una cifra que prácticamente duplica la proporción recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) según la población—, España es el país del mundo con más facultades de Medicina por habitante. Entre 2005 y 2021, el número de egresados aumentó un 167%, mientras la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recomienda reducir el número de centros.
La apertura de una facultad de Medicina proyecta estatus y promete prestigio académico, por eso tantas universidades españolas han estrenado en los últimos años sus grados en Medicina y muchas están en proceso de conseguir los suyos. Es el análisis de Marina Gómez, supervisora de la Federación Internacional de Asociaciones de Estudiantes de Medicina (IFMSA) en España: "Parece un poco clasista". En el Registro de Universidades, Centros y Títulos, aparecen 57 facultades de Medicina—un tercio de ellas, privadas—, el doble que en 2008. El problema, añade, es que esta expansión no viene acompañada de una planificación que garantice calidad ni un buen futuro laboral.
“No faltan médicos, sino plazas que acojan a los que ya están preparados“
"No faltan médicos, sino plazas que acojan a los que ya están preparados", insiste Gómez. El presidente de la Conferencia de Decanos y Decanas de Medicina, Antonio Compañ, explica que no hay suficientes recursos para formar adecuadamente a tantos estudiantes.
Como cada inicio de verano, las universidades comienzan el periodo de matriculaciones y muchas de ellas se dirigiran a los estudios de ciencias de la salud. La Universidad de Nebrija en Madrid y la Universidad de Huelva han sido las últimas en inaugurar el grado en Medicina este curso 2024/2025, ya a punto de concluir. Para el próximo año, la Universidad de San Jorge, en Zaragoza, ha recibido la autorización para ofertar 100 plazas. Si se cumplen los planes anunciados por los gobiernos autonómicos, en 2026/2027, se abrirán nuevas facultades públicas de Medicina en La Rioja, Burgos, León y el campus de Teruel de la Universidad de Zaragoza.
Mientras las listas de espera crecen y el sistema sanitario se enfrenta a un aluvión de jubilaciones, las políticas públicas apuestan por multiplicar el número de estudiantes de grado, como refleja la recién anunciada financiación directa al incremento de plazas. Las consecuencias repercuten en la calidad de la formación, advierte la representante de IFMSA: "En el rotatorio —una estancia práctica por distintos servicios hospitalarios que se desarrolla durante el último año de Medicina—, se aprende más cuando hay menos gente. Si en quirófano, por ejemplo, solo puede entrar una persona, no sirve de nada que seamos seis estudiantes esperando". La legislación reconoce el derecho a la intimidad de pacientes y familias y limita la presencia de alumnado en consultas y habitaciones, pero las aulas desbordadas dejan poco margen para cumplirlo. "Tampoco los pacientes tienen que aguantar a ocho estudiantes alrededor de su cama", recuerda Compañ.
Baja la calidad de la formación
"Llevamos por lo menos 15 años advirtiendo de que estamos hondamente preocupados con esta dirección", señala Compañ. Reconoce que faltan médicos en algunas especialidades y zonas del país, pero defiende que la solución no es aumentar el número de estudiantes, sino reforzar la formación MIR. "Todo lo demás es demagogia e intereses locales, autonómicos e incluso privados", critica. El decano entiende que pueda haber casos excepcionales —como la creación de una facultad en Baleares para evitar que los estudiantes se trasladen a la península— pero cuestiona la proliferación de centros en territorios ya saturados: "no tiene sentido que haya tantas en Madrid o Barcelona".
Los costes de cada uno de estos centros son muy elevados. "Una facultad de Medicina puede costar al año unos 18 millones de euros y más aún si hay que construir nuevas aulas o laboratorios", estima Compañ, por eso cree que debería priorizarse el aprovechamiento de los recursos que ya existen. La nueva medida impulsada por Sanidad estima unos 15.000 euros por cada plaza.
“Estamos creando más facultades mirando el propio ombligo“
Para el presidente de los decanos, el crecimiento descontrolado tampoco tiene en cuenta la escasez de profesorado de la que alertan desde el comienzo de la década. "Estamos creando más facultades mirando el propio ombligo", lamenta.
Para formar parte del cuerpo docente permanente de Medicina es necesaria la valoración positiva de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), que sigue unos criterios "muy exigentes" y difíciles de cumplir. Los que se acreditan lo hacen ya mayores, con casi 60 años como titulares y todavía más como catedráticos, a los que les queda poca vida laboral. "Con la motivación con la que se sale de la carrera, nadie va a escoger una vida académica si sabe que no podrá acreditarse hasta los 60", explica Compañ, aunque explica que, en los últimos años, han trabajado intensamente con la ANECA para mejorar el proceso.
El reto de atraer a los médicos al Sistema Nacional de Salud
La proliferación de nuevas facultades de Medicina puede parecer una respuesta eficaz ante la preocupación por la escasez de profesionales, pero buena parte del sector sanitario coincide en que esta solución no ataca el verdadero problema. "En España no hay una falta de médicos en absoluto, lo que faltan son médicos que quieran trabajar en el Sistema Nacional de Salud (SNS)", advierte Víctor Pedrera, presidente de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM).
Las condiciones laborales en Atención Primaria han empujado a miles de profesionales recién formados hacia la medicina privada, las consultas estéticas o los servicios de urgencias. La ministra de Sanidad, Mónica García, alertó el pasado año de que entre el 50% y el 90% de los médicos internos residentes de esta especialidad la abandonan antes de terminar su formación o justo después, según la comunidad autónoma. Los estudiantes de Medicina son conscientes de esta situación, por eso algunos de ellos descartan de antemano presentarse al MIR. "En la carrera se dice mucho que es mejor trabajar de médico en el Mercadona, porque se vive mejor y no necesitas una especialidad", confiesa Marina Gómez. Para la representante de estudiantes, la desmotivación responde a la "tendencia a la privatización que hace que el sistema se devalúe". En consecuencia, los estudiantes suelen "pensárselo más a la hora de elegir una especialidad con poco tirón en la privada".
La Atención Primaria arrastra una crisis estructural desde hace años. De los casi 6.000 especialistas que faltaban en España en 2021, el 80% correspondía a esta área, según el informe de necesidades del Ministerio de Sanidad. Aunque el modelo prevé una corrección del déficit a partir de 2030, el desajuste actual impacta en la calidad asistencial, los tiempos de espera y la sobrecarga de los profesionales.
“Producir médicos como quien hace churros no es la solución“
Mientras que tres de cada cuatro médicos del SNS trabajan en hospitales, solo un 16% lo hace en centros de salud. "Producir médicos como quien hace churros no es la solución", critica Pedrera. A su juicio, estas medidas obedecen más a réditos electorales que a un análisis serio de los datos. El riesgo, alerta, es acabar con una sobreoferta de egresados sin plaza, obligados a aceptar condiciones cada vez más precarias.
El embudo del MIR
Pedrera explica que el cuello de botella que condiciona el futuro de la profesión está en el acceso a las plazas de Médico Interno Residente (MIR). Esta prueba nacional permite acceder a una plaza de formación especializada, requisito para formar parte del Sistema Nacional de Salud. Son limitadas y dependen de la planificación anual del Ministerio de Sanidad, aunque muchas comunidades autónomas reclaman que se amplíe la oferta. Entre 15.000 y 17.000 aspirantes se presentan cada año al examen, pero no todos consiguen plaza. Muchos de ellos no son recién graduados, sino personas que vuelven a intentarlo después de quedarse fuera en otras convocatorias o que buscan cambiar de especialidad.
También es habitual la participación de médicos extranjeros. En 2025, se presentaron 13.711 aspirantes para cerca de 9.000 plazas y tres de cada diez tenían otra nacionalidad. De hecho, el número uno de este año es Oleg Logunov, un médico ruso.
"Cuando se gradúan y ven que aquí no hay posibilidades, se marchan", sostiene Antonio Compañ.
“Estamos resolviendo el problema de déficit de médicos... Pero en otros países“
Los nuevos médicos hablan idiomas, están acostumbrados a moverse y buscan una vida laboral estable, conciliación y calidad de vida. "Estamos resolviendo el problema de déficit de médicos... Pero en otros países", ironiza.
Pedrera recuerda que existe una bolsa de unos 20.000 egresados sin título de especialista que se presentan todos los años al MIR y, por ese motivo, son necesarias muchas más plazas que estudiantes que salen de las facultades. Este desajuste es consecuencia de los recortes que se produjeron durante la crisis económica de 2008, cuando las plazas se redujeron drásticamente. "Esa falta de miras la pagamos ahora porque coincide precisamente con el pico de jubilaciones de la generación del baby boom", aclara. Aunque en los últimos años se ha incrementado ligeramente la oferta —de 2,21 candidatos por plaza en 2018 a 1,66 en 2025—, todavía es insuficiente para absorber la demanda.
Del déficit al superávit de médicos
Más de la mitad de los médicos colegiados en España tienen 55 años o más y uno de cada cuatro supera ya los 65. Según el Sindicato Médico de Granada, cada año se jubilan alrededor de 8.000 médicos, mientras que en 2023 solo 6.462 terminaron su formación como especialistas, una cifra que no alcanza para reponer las salidas. Sanidad ha intentado frenar el déficit con medidas como la flexibilización de la edad de jubilación para permitir que los profesionales mayores sigan en activo si lo desean. Cerca de una cuarta parte ha optado por alargar su carrera. A medio plazo, se espera cierto alivio gracias al aumento de plazas MIR y la incorporación de nuevas promociones.
Sin embargo, el equilibrio será transitorio. Pedrera alerta de que el pico de jubilaciones se prolongará hasta 2027 y, una vez superado, la situación será muy distinta. Hacia 2035, habrá un excedente de unos 30.000 médicos sin hueco en el mercado laboral. Por eso, insiste, "la solución no es fabricar médicos para dentro de seis años, sino atraer a los que ya existen en el Sistema Nacional de Salud", con condiciones y horarios dignos, más flexibilidad y posibilidades de compatibilizar el sector público y el privado. La huelga convocada por los sindicatos médicos contra el "empeoramiento escandaloso" de las condiciones laborales tuvo, según la CESM, un "seguimiento masivo" que refleja un profundo malestar.
Estudiar Medicina no termina con la carrera. Tras los seis años en la universidad, los futuros médicos preparan el examen MIR, que da acceso a la especialidad en la que pasarán otros cuatro o cinco años, según el servicio. En total, su formación abarca más de una década. "No se planifica a 10-15 años vista, que sería lo mínimo. Esto se tenía que haber hecho antes y ahora pagamos la falta de previsión", critica Pedrera. Desde hace años, la Conferencia de Decanas y Decanos reclama un registro de profesionales que permita disponer de datos sólidos para anticipar las necesidades del sistema. "Estamos aplicando un tratamiento ineficaz a un problema que no está diagnosticado todavía", lamenta su presidente.