"Jamás he querido a nadie como a mi estafador", confiesa una víctima de fraude emocional y económico en internet
- La denominada "estafa del amor" no entiende de género, aunque la mayoría de las víctimas son mujeres de entre 50 y 70 años
- "No somos gente idiota, somos gente empática”, explica la Asociación Nacional Contra la Estafa con Manipulación Emocional
* En Portada estrena cada miércoles —a las 22:00 h. en RTVE Play y en La 2— un documental producido por RTVE
María —nombre ficticio— es una mujer atractiva, ronda los cincuenta y vive en un pequeño pueblo del sur de España. Divorciada desde hace años y con un hijo menor de edad entró, por primera vez, en la aplicación de citas Tinder con la única intención de divertirse.
Entre los perfiles disponibles hizo match con un supuesto ingeniero civil, viudo, padre de una menor que vivía en Edimburgo (Escocia). Lo que no sabía María es que había picado el anzuelo. Había caído en una red de ciberdelincuentes que, en menos de cuatro meses de presunto romance, le iba a hacer perder casi 14.000 euros.
Morder el anzuelo
La conexión con el tal Andrew Gabriel fue muy rápida e intensa. A propuesta de él dejaron la comunicación en la aplicación y se pasaron a Telegram. Cada día, utilizando el traductor, intercambiaban cientos de mensajes, conversaciones, videoconferencias rebosantes de halago, de cariño. Un auténtico bombardeo hecho a medida para engatusar a la víctima. Los expertos lo denominan "love bombing" y tiene el objetivo de crear confianza entre los supuestos enamorados.
María —que prefiere mantener el anonimato para eludir el escarnio y la burla social de este tipo de delitos— recuerda que todo fue muy rápido. En apenas unas semanas estaba dispuesta a irse de vacaciones a Escocia para conocer físicamente a esa persona con la que se sentía tan unida. Y ahí empezó la segunda fase de la estafa: el engaño.
Los estafadores se ocultan tras perfiles falsos
Necesidad urgente de dinero
Su supuesto enamorado tenía que viajar a Turquía para hacer una obra. Pero todo se complicó: tenía problemas con el visado, necesitaba contratar un abogado, los papeles que le hicieron eran falsos… hasta que un día recibió una foto del tal Andrew esposado entre dos policías turcos. Con la foto llegaron las presiones psicológicas, la emergencia y con ella la petición de dinero. Al principio pequeñas cantidades de 300 a 500 euros que María envió en forma de transferencias, o de tarjetas regalo, siempre con urgencia, como con prisa por hacer frente a una historia cada vez más rocambolesca.
María reconoce que en algún momento sospechó que estaba siendo engañada, por eso cuando tuvo dudas pidió pruebas (un video de la obra, papeles, documentos…) pero que era tal la elocuencia que terminó enviando 13.500 euros. Para hacer frente a los pagos cada vez más desorbitados, vendió su oro, pidió créditos y prestamos que han acabado con su economía. "Tengo que vender mi casa para hacer frente a las deudas. Me han destrozado la vida“, confiesa entre lágrimas.
no hay que confiarse
No le duele tanto el dinero sino el dolor moral, el golpe a su autoestima. Estaba completamente enamorada de Andrew Gabriel. "Nadie me había tratado así de bien en toda mi vida. Nunca he estado tan enamorada de nadie como de esa persona”, confiesa entre sollozos. "No sé ni quien es porque la persona que yo veía no era él”, y tiene razón.
Con sólo poner una de esas fotos en Google se comprueba que corresponden a una persona real, a un periodista turco al que le han robado su perfil en Instagram y que tal vez nunca sepa que sus imágenes y sus videos han sido utilizados para estafar. Según datos de la empresa de ciberseguridad Kaspersky, el 20% de los perfiles de las páginas de citas son falsos.
No viajes: te han estafado
“Yo era una ignorante de la tecnología, no sabía nada de cómo funcionaba esto”, apunta. Por eso el día que vio que, a pesar de haberle enviado todo el dinero que le había exigido su supuesto enamorado, no contestaba a los mensajes —incluso que todos los mensajes que se habían intercambiado por Telegram desaparecían— ese día, recuerda, “me quería morir, no podía ni respirar".
Comprobar que su historia de amor se desmoronaba como un castillo de naipes "fue un baño de realidad". Esto no le impidió, sin embargo, ir al aeropuerto con la intención de volar a Edimburgo a buscar al hombre del que estaba profundamente enamorada.
Por suerte, allí había unos policías que le abrieron los ojos: “No viajes, no va a haber nadie esperándote, te han estafado. Seguramente una mafia. Denuncia”, le dijeron los agentes en el aeropuerto. Sobreponiéndose a la vergüenza y al dolor del engaño presentó una denuncia ante el Equipo Arroba de la Guardia Civil y se puso en contacto con la Asociación Nacional Contra la Estafa con Manipulación Emocional (ANCEME)
Estafas sin género
“Nuestro objetivo —dice Blanca Frías, presidenta de la asociación creada en diciembre del 2023— es dar voz a las víctimas de esta ciberdelincuencia, asesorar, orientar y servir de altavoz a un colectivo que crece cada día, porque las estafas en la red se han multiplicado hasta convertirse en el delito del siglo”. Entre sus asociados —que no paran de crecer— la mayoría son mujeres, pero también hay muchos hombres.
Ella misma fue víctima hace diez años de un embaucador, aunque el suyo era de carne y hueso. Se llama Angelo Buo, un lobo solitario que la engañó y al que terminó entregándole una importante cantidad de dinero. Ni ella, ni otras seis víctimas, consiguieron que fuera condenado, pero sí lograron desenmascararle y colocar su nombre en la lista de los estafadores del amor.
Blanca aún tiene secuelas psicológicas y, sobre todo, una desconfianza que le ha impedido rehacer su vida sentimental. Desde ANCEME promueven y ayudan a los estafados a denunciar a pesar de la vergüenza y de la falta de compresión de la sociedad. Blanca insiste en que “las víctimas de las estafas del amor, no somos gente tonta, ni ingenua. Somos empáticos y cuando alguien empieza a formar parte de nuestra vida, nos volcamos“.
La industria del fraude
Según el último informe del ministerio del Interior, el 90,7% de los ciberdelitos investigados son estafas. Un delito del que todos podemos ser víctimas. Todos podemos caer más fácil de lo que pensamos en la redes de la ciberdelincuencia.
El inspector Antonino Flores, jefe de la Unidad de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, asegura que "estamos ante una industria del fraude". Son mafias muy organizadas con diferentes departamentos: los que lanzan los ataques (a quién no le ha llegado a través del teléfono o de las redes sociales, una petición de amistad o incluso de ayuda), que suelen estar lejos de Europa (en África o incluso en Asia), las mulas bancarias —que se encargar de recibir las transferencias— y los pastores de mulas bancarias, acostumbrados a mover el capital estafado a las víctimas. Todo bien engrasado aprovechando el anonimato de la red.
Nicolás Marchal, Director del Grado en Criminología y Ciencias Forenses de la Universidad Nebrija, asegura que cuando pensamos en un ciberdelincuente nos imaginamos ”una persona con una capucha, pero muchas veces son empresas con ingenieros, profesionales que, en vez de dedicarse al bien, se están dedicando al mal“. Son autenticas mafias capaces de ajustar los fraudes a cada víctima.
Obsesiones mortales
En enero de 2024, el descubrimiento de tres personas asesinadas en Morata de Tajuña (Madrid) conmocionó a la opinión pública. La investigación dejó al descubierto que las hermanas Gutiérrez Ayuso llevaban años siendo víctimas de una estafa del amor, aunque ellas no fueran conscientes de ello. Mercedes Cantero, una amiga de la familia, asegura que ellas "aceptaron que habían sido engañadas" y murieron pensando que "sus generales" iban a venir a buscarlas y a "casarse con ellas".
Su hijo, Enrique Velilla, peluquero en el pueblo y amigo también de las hermanas, asegura que ellas "estaban obsesionadas con estos novios virtuales que les desplumaron e, incluso, las obligaron a convertirse en estafadoras de sus propios amigos". "Le pedían dinero a todo el pueblo para poder satisfacer las demandas cada vez más desorbitadas de los ciberdelincuentes", explica Velilla.
El peligro de la inteligencia artificial
A priori cuesta creer que alguien caiga rendido de amor sin haber tenido contacto con el supuesto enamorado, pero las victimas coinciden que estos ciberdelincuentes son muy hábiles, maestros del engaño, embaucadores capaces de hacerte creer lo increíble. Un “modus operandi” sofisticado y perfeccionado, difícil de detectar.
Y más ahora “con la inteligencia artificial” con la que todo se puede generar: fotos, videos, voces... "Antes se podía sospechar de las conversaciones por el uso extraño del idioma", dice Nicolas Marchal, pero ahora es más difícil porque la inteligencia artificial puede, incluso, generar diálogos para hacer más atractivo el discurso o el enamoramiento.
Para defenderse de los ciberdelincuentes —y de sus cada vez más sofisticados métodos y estrategias— hay que ser prudentes y precavidos en la red, controlar lo que exponemos, hacer egosurfing, contrastar qué información nuestra hay en las redes y, sobre todo, evitar la aparente seguridad que concede el entorno digital. “Si alguien nos abordara en la calle y nos pidieran nuestros datos o nuestro dinero, huiríamos de él", asegura Elvira Tejada, fiscal especializada en la lucha contra la ciberdelincuencia. "¿Por qué no hacemos eso en el entorno digital?", concluye la letrada.